El libro vaquero no es un cómic para viejos cochinos
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El libro vaquero no es un cómic para viejos cochinos

Mucho se ha hablado y mal, sobre el Libro Vaquero. Aquella mítica publicación que cabe en la bolsa del pantalón y se puede leer en cualquier lado. Se le hizo fama de cómic pornográfico y de que generaba malas ideas en quienes lo leían. O peor, pobre de aquel niño que inocentemente hojeaba sus páginas porque terminaría siendo presa de los pensamientos pecaminosos que contenía el ejemplar.

Pese a ese tipo de clasificaciones, que también incluían dejos de clasismo, por la alusión a la falta de lectura o conocimiento con un «sólo lees el libro vaquero», haciendo referencia a que la gente de bajo estrato sólo leía este tipo de publicaciones, el Libro Vaquero permanece vigente, pese a haber sufrido un cambio de editorial y el estigma de una sociedad mocha y llena de prejuicios.

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Corrían los finales de los años 70′ cuando Rafael Márquez, director general de Novedades Editores, le pidió a Mario de la Torre, escritor de radionovelas, una historia que tratara sobre el viejo oeste, y el amor de un vaquero por una bella mujer. Así fue como Mario le presentó «Racimo de horca» que el 23 de noviembre de 1973  vio la luz de las imprentas bajo el nombre de «El libro vaquero» .  La practicidad de su lectura y transporte le valió gran popularidad en corto tiempo con los mexicanos.

En los ochentas fue la cúspide de su fama. El tiraje que se producía era de 1.5 millones, ¡por semana! Pero la mala fama que adquirió debido a la sensualidad desbordada en sus portadas hizo que la gente lo categorizara como un producto nocivo para la sociedad, o de baja categoría. Así, el Libro Vaquero llegó al cierre de Novedades Editores en 2002, casa que lo había creado y producido desde su origen bajo la autoría de Jordi Soler.

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Pero la tradición no se perdió. HEVI Editores acogió al nuevo huérfano y le dio la oportunidad de conservar el método artesanal de su creación: dibujos hechos a mano y asegurarse de que un letrista sea quien transcriba los diálogos, a mano. Rodolfo Pérez García, conocido como Pegaso, es quien se encarga de este laborioso pero precioso trabajo.

«La ley y el opio» fue el título con que el Libro vaquero se presentó con su nueva casa editorial. Conservando las portadas con estilo wash (parecido a la acuarela), el Libro Vaquero adquirió una nueva encomienda: si era el libro por antonomasia más leído de México, valdría mucho la pena que sus nuevas  historias fueran construidas por autores de renombre.

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Fue así como llegó Yuri Herrera a presentar una historia de vaqueros con tintes shakespeareanos, añadiendo elementos de la célebre obra de Otelo titulada «Un capitán cimarrón«. Trata sobre una historia de traición, amor e intrigas que se desarrolla en Nueva Orleans, donde vivió el autor. El Libro Vaquero ha permanecido entonces en el gusto del público por una módica cantidad que sigue popularizando su adquisición.

El libro Vaquero ya es parte de la cultura popular. No es difícil encontrar playeras o estampas con la imagen de alguna de las emblemáticas portadas. Aun cuando todavía se mantiene en el ideario colectivo como un libro con poco contenido, y a pesar de los esfuerzos por darle una mejor imagen frente al público que creció creyendo que se trataba de un cómic para adultos, con pocos deseos de leer.

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Stephanye Reyes

Periodista en deformación. Humana por imposición, bruja por elección. Ojos defectuosos pero talentosos. Hago fotografía de todo lo que mis miopes ojos ven: Ig:bruja_amapola