Sinónimo de contravención y erotismo. David Miklos tiene una narrativa que rompe tanto por su forma como por su rumbo temático: lúbrica, obscena y erótica. Escrita con el canon con el que se construyeron los clásicos, trágica en un sentido teatral y gótica en un sentido narrativo. Capaz de convertir la condición humana en cualquier cosa.
La narrativa de Miklos sustituye la realidad. Es una droga dura, pero no de la vida rosa que conocemos en los libros ecuménicos (que muestran la existencia, encubriendo los sentimientos y placeres íntimos), sino una verdad basada en el placer de la ensoñación y el erotismo, de la catarsis y la imaginación. Crea historias que llevan a los lectores al mundo del goce, de las sensaciones, donde es posible descubrir las fuerzas interiores del hombre; la libido desde la estética narrativa.
La literatura de Miklos relaciona la estética y la retórica, los placeres escondidos y matizados. La colectividad reprimida de la sociedad a través de una transgresión narrada con maestría.
David Miklos nació en San Antonio, Texas, el 8 de agosto de 1970. Creció en la Ciudad de México, donde actualmente radica. Escritor y editor. Estudió relaciones internacionales. Ha sido director del suplemento Hoja por hoja; jefe de redacción de Istor, revista de historia internacional del CIDE; consejero editorial de La Tempestad, así como creador y director de la revista trimestral de creación y crítica literaria Cuaderno Salmón.
Entre sus obras se encuentran La piel muerta (2005), Brama (2012), No tendrás rostro (2013) y El abrazo de Cthulhu (2013). En 2017, verá la luz su próxima novela: La pampa imposible (Literatura Random House).
¿Cómo fue la transición de Texas a México y de regreso?
Nunca fui texano, realmente. Nací a principios de agosto de 1970, en San Antonio, y a mediados de octubre ya vivía en un suburbio de la Ciudad de México. Si bien mi lengua materna tendría que haber sido, primero, el inglés (la lengua de mi madre biológica), luego, el francés (la lengua de mi madre, hija de alemanes), me acomodé o me instalé en el español (que tampoco era la lengua materna de mi padre, hijo de húngaros). Texas, entonces, se volvió en un mero terruño originario, valga la redundancia, y cuando finalmente viajé al estado que me vio nacer descubrí una afinidad inmediata, aunque irracional. Mi primer libro en inglés, la traducción de La piel muerta, mi primera novela, apareció bajo el sello de Literal, una editorial con sede en Houston, aunque medio mexicana también. Y así fue que, de algún modo, volví con todo a Texas.
¿Combinar relaciones internacionales con la Narrativa?
Hay una narrativa en todo. Las relaciones internacionales son una disciplina en la que conviven la historia, la economía, las ciencias políticas, por mencionar a tres de sus pilares, y todas ellas, a su vez, tienen su propia narrativa (y, claro, su propia ficción, pero esa es otra historia). Estudié relaciones internacionales, justamente, porque abarcaban el conocimiento que me interesaba adquirir, aunque en realidad y en el fondo lo único que yo quería hacer era dedicarme a la escritura literaria.
¿Cómo surgió Cuaderno Salmón?
La revista nació de la necesidad de dialogar con otras voces y otras literaturas que me interesaban. Y de editar una revista propia, aunque su existencia fuera breve.
Fuiste jefe de redacción de la revista de historia internacional Istor, ¿cómo es ejercer este oficio?
Ayudaron mis estudios y la experiencia editorial que había acumulado. Ingresé a la División de Historia del CIDE en 2004, meses antes de que se publicara La piel muerta, y encontré una especie de puerto seguro. Editar una revista trimestral es una labor holgada, que te permite hacer más cosas. Fue así que, dentro de la misma División, fui creciendo, hasta convertirme en profesor asociado y coordinar el Seminario de Historia y Literatura, que es la desembocadura de mi línea de investigación.
¿Cuáles son las bondades de ser consejero literario de la Tempestad?
Aunque el consejo per se ya no existe, sigo colaborando con la revista y externando mi conocimiento tanto editorial como literario a sus editores. Su director editorial es Nicolás Cabral, un muy buen escritor y editor, y tenemos muchas afinidades. Hablamos constantemente de lo que vemos, de lo que leemos, de lo que ocurre en el mundo, y eso redunda en temas que se abordan en la propia revista.
¿Qué diferencia percibes entre La Piel Muerta y Brama?
El primer libro lo escribí de manera muy seria, formal. El segundo fue puro desparpajo. Muy divertido. Y creo que eso se refleja en la prosa de cada uno. Brama ha sido mi “gran éxito” a la fecha, aunque diste mucho de ser un best seller.
“El erotismo sin transgresión no existe. Ambos se quedan inmóviles, tendidos en el suelo, como cubiertos por un manto de ternura. Se miran con amor pero sin excitación”, diría Dalmiro Sáenz, autor de Sobre sus párpados abiertos caminaba una mosca (1986). Tú trabajas mucho con ello, ¿cuál es tu óptica del erotismo?
Esa misma: la transgresión. La dialéctica entre la pulsión de vida y la pulsión de muerte. El trueque entre el placer y el dolor. La delgada frontera que divide lo anatómico de lo pornográfico.
¿Cuál es tu similitud con András, el protagonista de Brama?
La misma que con Béla: son desdoblamientos de una misma condición humana masculina.
Odio, sexo, obsesiones e impulsos viscerales. ¿Cómo convertirlos en personajes de una novela sicalíptica?
No sé qué tan pícara sea Brama: es más bien una novela trágica, en un sentido teatral (tiene su coro griego), y gótica, en un sentido narrativo. La condición humana puede convertirse, literariamente, en cualquier cosa.
¿Por qué la obsesión con la historia y la literatura, en verdad duermen en Camas separadas (2016)? ¿Cómo surge este libro?
Me gusta el puente que separa una ribera de la otra: el río que observan correr es el mismo. Y la historia cruza el puente para encontrarse con la literatura; y viceversa. A veces ambas caen al agua y se dejan arrastrar por el río, en cuya fuente ambas, historia y literatura, son lo mismo. Y desembocan en el mismo mar. Esa metáfora quizá sea mejor que la de las camas (separadas, pero en la misma habitación).
Camas separadas es fruto de mi Seminario de Historia y Literatura del CIDE.
Cuéntame del Taller de Narrativa: Zacatecas Tierra de Lectores, coordinado por Martín Solares y Poética, en el que tuviste la oportunidad de coordinar una sesión (precisamente, el día que murió Ignacio Padilla). ¿Cuál fue el nivel narrativo de los tallerandos y en especial, de la pluma ampulosa de Alfredo Padilla?
Es un muy buen proyecto, con unos tallerandos de primer orden. Alfredo Padilla es uno de sus punteros, sin duda.
¿A qué otro escritor recomendarías para ser entrevistado?
A Nicolás Cabral, Fernanda Melchor y Antonio Ortuño, por ejemplo.

Mixar López
Narrador, cronista y periodista musical. Es colaborador de varias revistas y periódicos de México, Estados Unidos y América Latina. Vive en Des Moines, Iowa. Su primer libro de crónicas, Prosopopeya: La voz del encierro, está próximo a ser publicado.