¿De qué pretendemos hablar cuando hablamos de autenticidad? Es fácil definir lo auténtico en las cosas materiales, pero ¿en lo intangible, cómo hacer? La música no ha escapado a esa etiqueta de lo auténtico y cuando nos enrolamos con un género, la cosa se pone más brava. El punk es uno de esos géneros que constantemente buscan el purismo en sus acordes, en sus posturas y discursos y aunque evidentemente conlleva un “deber ser” musical, el punk es uno de esos sonidos que más vale seguir teniendo vivo. Idles representa esa radiografía de sonidos auténticos, letras feroces que cabalgan en riffs ásperos y vocales que rayan entre el valemadrismo y la rabia.
BRUTALISM: HECHO DE SUDOR AUTÉNTICO
Su último material Brutalism (2017) reviste el punk en nuestros tiempos, ese punk que parte de tres notas, pero veloces frontales y sin el virtuosismo que se odiaba en plena década de la setena venida del progresivo. Brutalism no busca ser un álbum que se admiré por la buena mezcla, el master o lo bello de la portada, el disco se trata de provocaciones, de mear contra el viento.
Para ser un disco debut, la identidad de la banda está perfectamente definida, saben cómo quieren sonar, pero sobre todo a qué no quieren sonar, esas es la consigna que se desprende de cada rola. Tal vez el sonido que consiguen tan acorde al nombre de este disco, es que ya no son unos muchachos en exploración de su identidad, ni los sube y bajas de su autoestima, parecen veteranos que saben que el punk es simpleza, frontalidad y honestidad. El disco abre con una declaración de guerra «Heel/Heal», donde el característico acento inglés pilotea el track entre riffs básicos pero viscosos que te anuncian enseguida que el camino dentro de esta placa serán doce madrazos arriba de un cuadrilátero, donde cada round donde el sudor y las manos ensangrentadas serán el manifiesto para poder estar a la altura.
Mientras date Brutalism aquí abajo.
Después viene «Well Done» y en la pista tres, «Mother« uno de los sencillos de este disco, y una de las piezas mejor logradas dentro del disco, tanto en su depósito sonoro hasta en su letra visceral “mymotherworked 15 hours 5 days a week”.
A largo de cuarenta y un minutos Idles intenta no caer en la monotonía de su sonido característico, aunque ciertamente mantiene un ritmo catártico a lo largo de las pistas, sin embargo en «Slow Savage» da un vuelco que desconcierta un poco según el guion del disco, pues acá aunque la voz siga siendo declaratoria, las guitarras y el doble bombo abren paso a un piano que da la impresión de hacerte caer en una espiral de melancolía introspectiva, una pieza emotiva en cada segundo.
Sin duda alguna este disco de la banda de Bristol nos da un guiño de lo refrescante y esperanzador a todos aquellos que el punk sigue siendo un estandarte, pero no con los mismos iconos pasados, pues Idles es de esas bandas que no tardaran en ser de culto y es que la transparencia y sinceridad se dan a notar desde el primer acorde.
Si bien los discursos sobre lo auténtico y lo no auténtico puede ser trasversal en su discurso, Idles pone el dedo en la llaga con algo que simplemente suena auténtico en nuestra era, es un disco que no niega su contexto, pero que conlleva esa carga de sonidos y posturas que hicieron que alguna vez el punk se le mirara como aquello que rompería todo, como aquel escupitajo en la cara del capitalismo, del conservadurismo y sus políticas correctas.
PD. Esperemos que a los productores de conciertos se les prenda pronto el foco y los veamos en México, ya sea como relleno de algún festival choncho o en un show más íntimo.
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Ángel Armenta López
Estudios en la academia de Arte y Patrimonio cultural en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Especialización en gestión de la música. Periodista cultural y director en el Festival Heterodoxias. Ponente nacional e internacional en temas relacionados a la música, la gestión y la cultura pop.