Juan Gabriel nació en Ciudad Juárez. Así lo decía él. Que Alberto Aguilera Valadez —su verdadero nombre— había nacido muy pequeño en Parácuaro, Michoacán, el 7 de enero de 1950, Juan Gabriel nació en Ciudad Juárez con unos 14 años de edad y un cuerpo largucho y sin carnes.
De alguna manera Ciudad Juárez nació con Juan Gabriel. El cantautor ha sido el único personaje de la historia moderna que ha logrado cohesionar a esta frontera tan falta de identidad: generaciones distintas, gustos musicales opuestos, diferentes ciudades de origen, todos sabemos que ser de Ciudad Juárez es ser de “la frontera más fabulosa y bella en el mundo”.
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El 28 de agosto murió Juan Gabriel en su residencia de Santa Mónica, California. El “Divo de Juárez” falleció de un infarto a unas horas de su regreso a la frontera, donde daría un concierto en El Paso, Texas (la ciudad vecina de Ciudad Juárez).
Para las 12 del medio día de ese domingo la noticia había ya llegado a esta ciudad y unas mil personas —incluyendo al alcalde interino— se reunieron frente a la emblemática casa de Juan Gabriel en el centro de la ciudad para despedirlo con cantos, flores, lágrimas y recuerdos.
La familia, mediante Iván Aguilera, hijo del cantautor, lo confirmó el mismo domingo. “La muerte prematura de mi padre es una trágica pérdida para todos nosotros, su familia, compañeros y seguidores por igual.
Damos gracias de corazón por las condolencias que hemos recibido desde todo el mundo, incluyendo al presidente Enrique Peña Nieto. Sabemos que nuestro padre extrañará entretener a sus innumerables fans, quienes le dieron tremenda alegría en la vida”, escribió Aguilera en su muro de Facebook.
Para honrar la memoria de Juan Gabriel en la que llamó su ciudad, existe una variedad de sitios —incluyendo bares, avenidas y personajes— que llevan la huella del Divo. Muchos de estos lugares fueron sus rincones favoritos. Y uno de ellos probablemente el único al que guardó rencor hasta el día de su muerte.
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Casa de Juan Gabriel sobre Av. 16 de Septiembre. A unas horas de que se anunciara la muerte de Juan Gabriel, miles de juarenses se reunieron en la que fuera su casa: una mansión que adquirió en la década de los setenta para regalarla a su madre, Victoria Valadez, quien trabajó como servidumbre durante más de 20 años.
El simbolismo de esta propiedad es doloroso: un intento de Juan Gabriel por ganarse el cariño de su madre, que lo abandonó de un albergue para menores cuando era niño.
En una de sus últimas entrevistas, el artista dijo que hizo las paces con ese sentimiento de rechazo. “No hallaba que hacer conmigo”, dijo. “Pero después no hallaba que hacer sin mí”, agregó.
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La mansión, estilo quinta, se encuentra en la avenida 16 de Septiembre. Ocupa toda una manzana al centro de la ciudad. Dentro aún se conservan fotografías familiares, parte del inmobiliario y pinturas al óleo que recuerdan a Juan Gabriel. Por fuera se encuentran plasmadas las manos del cantautor, junto a su firma.
Guadalupe Alvarado fue de las primeras personas en llegar junto a su hijo y su esposo. Los tres llevaron su viejo automóvil cargando una bocina para llevar serenata al Divo. “Juan Gabriel para Ciudad Juárez significa una esperanza de alegría. Es un emblema y para nosotros Juan Gabriel no va a morir”, dijo Alvarado frente a la mansión.
Hoy la casa de Juan Gabriel es propiedad del estado de Chihuahua y se han comenzado las gestiones para convertirla en un museo.
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Albergue y escuela de música de Juan Gabriel. A Juan Correa lo educó Juan Gabriel. Hoy es un hombre de 30 años que recuerda su vida en la escuela de música de Juan Gabriel.
El albergue infantil y escuela de música Semjase fue fundado y manejado por Juan Gabriel en esta ciudad desde 1987. Aquí atendía a niños huérfanos o de bajos recursos. Esta casa-hogar era considerada un ícono del agradecimiento y cariño del cantante hacia esta ciudad fronteriza que lo vio crecer.
“Yo le lloro su muerte porque a mí me educó él, me dio techo y me dio de comer. Desde los 11 años y hasta la adolescencia me rescató de las calles”, dice Correa frente al lugar, al tiempo que deja una pequeña veladora frente a la puerta.
El albergue infantil y escuela de música Semjase fue operado por Juan Gabriel en esta ciudad desde 1987 hasta el 2015.
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Allí, en el edificio pintado en amarillo, blanco, salmón y con tejas rojas que se ubican Ignacio Mejía y Ramón Corona de la zona Centro, el artista atendió a Correa junto a varias generaciones.
Hoy el albergue se encuentra cerrado por falta de recursos. En su fachada solo cuelga una manta con el nombre y la fotografía de Juan Gabriel, y desde hoy, una veladora a los pies de la puerta.
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El Félix, la barra favorita de Juan Gabriel. Hoy Felipe está enfermo y en cama. Sus compañeros baristas dicen que puede que alcance a Juan Gabriel “donde sea que se encuentre” y que puede que sea pronto. Si así fuera, Felipe se iría contento al encuentro de quien fuera uno de sus mejores amigos.
Tras la desvalida barra del Bar Don Félix, sobre la emblemática avenida Juárez, cuelga una fotografía de un hombre con una tira delgada de bigote oscuro, corbata gruesa y camisa, junto a un joven de cabello rizado, con una camiseta azul. Ambos están frente a una de las mesas dentro del mismo bar.
Felipe, el barista, se sienta de frente a la cámara y Juan Gabriel —en ese entonces Adán Luna— está de frente a Felipe, volteando a la cámara.
El Bar Don Félix fue uno de los preferidos por Juan Gabriel. Allí se desenvolvía sin timidez. Sin la rigidez de que su acto le saliera bien —como sucedía en el Noa Noa—. Aquí estaban sus amigos y nadie le intimidaba.
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Ahora el Bar Don Félix es una vieja cantina olorosa. El gato Félix dibujado sobre una de sus paredes da lástima de lo raído de sus colores, una clara huella del tiempo. Juan Gabriel prefirió esa barra a muchas otras durante sus tiempos difíciles, que fueron también los tiempos en que más se esforzaba por ser quien es hoy: un estandarte cultural de la balada en México.
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Noa Noa, la cuna. El Noa Noa fue la cuna de Juan Gabriel y Los Prisioneros del Ritmo. Aquí se fundieron Alberto Aguilera y Juan Gabriel para dar paso a ese chico copetudo de bailes provocadores y una voz conmovedora.
El bar se fundó en 1960 en la turística avenida Juárez y a penas a los 6 años de inaugurado ya presentaba a Adán Luna, el antiguo nombre artístico de un Juan Gabriel de 16 años.
En 1979 Juan Gabriel rindió tributo al bar que lo vio nacer con la canción titulada Noa Noa, y en 1981 filmó aquí la película del mismo nombre.
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En 2004 el lugar sufrió un incendio accidental y fue demolido. Hoy es un estacionamiento con el nombre Noa Noa pintado en letras gigantes sobre uno de sus muros. Frente a él se encuentra una placa con las manos del cantante.
Ahí, una de las que fueron en su momento trabajadoras de Don David Bencomo en el Bar Noa Noa recuerda a “Betito”. “Entró un delgaducho, morenito, de camisita y una delicadeza en sus maneras. Así llegó Betito al bar a pedir trabajo para cantar.
Se le notaba que no era de aquí, del norte, en sus maneras y su carita morena y tímida. Y cuando lo escuchamos cantar, ahí fue cuando todos dijimos !ah cabrón! y se quedó para cantar como Adán Luna”, cuenta la ex mesera quien hoy asiste a rendirle tributo.
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El mural a Juan Gabriel sobre la Av. Juárez. “Aquí me voy a quedar a vivir en Juárez, cómo no, con tanto amor”, dijo Juan Gabriel al develar una placa y el gigantesco mural con su rostro sobre un edificio en las avenidas Juárez y Abraham González del Centro Histórico de Ciudad Juárez.
El mural, pintado por el muralista Arturo Damasco, detalla a un Juan Gabriel de 21 años, labios rosas, cabello castaño y de fondo varios tonos de azul.
Juan Gabriel lo calificó como “un bello detalle”. Al momento de la inauguración, dijo que igual Ciudad Juárez no necesitaba ofrecerle nada más, luego de “habernos ayudado a mí y a mi familia tanto tiempo”.
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Damasco eligió otra imagen del “Divo de Juárez” tomada en 1971 para plasmar su rostro en un gigantesco mural. Sin embargo, Juan Gabriel logró enviarle un correo antes de iniciada la obra para pedirle que cambiara la fotografía en la que se basaría el muralista.
Le entregó otra imagen, del mismo año, que es la que hoy se encuentra pintada sobre la avenida Juárez, con la leyenda “felicidades a toda la gente que está orgullosa de ser como es”, una frase acuñada por el cantautor.
Hoy este mural se ha convertido en un símbolo del legado de Juan Gabriel en esta frontera, sobre la misma avenida que lo vio crecer como artista, y encima de los bares donde inició una prolífica carrera que terminó a sus 66 años.
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La vecindad en la calle Berilio, el único rencor de Juan Gabriel. Alberto Aguilera Valadez se llevó un solo rencor y se llamaba Francisco Donacio. Fue esposo de Virginia Aguilera, su única hermana y a quien dedicó la canción “Abrázame muy fuerte”.
No es casualidad que esta vecindad hoy casa de un par de adictos a la heroína y un alcohólico haya quedada oculta en la historia del cantautor.
“Él no quiere recordar esta parte, claro que no, la pasó muy gacho aquí”, cuenta su primo, Ricardo Donacio Aguilera, un hombre de unos 58 años encargado de cuidar la casa en la avenida 16 de Septiembre. Aun así, este lugar es simbólico en la Ciudad Juárez de Juan Gabriel, fue aquí a donde llegó por primera vez junto a su madre.
Antes de que su madre decidiera abandonarlo en un internado, Juan Gabriel llegó a casa de Virginia y Panchito. Allí les dieron hogar, en la vecindad de la calle Berilio, de la colonia Durango.
Luego su madre decidió dejarlo en un orfanato y a los 13 años, mientras sacaba la basura, decidió huir. Una vez en libertad, buscó a su hermana Virginia y a su madre, solo para encontrar más rechazo.
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“Mi papá le decía la loca, jotito o puto. No quería que nos juntáramos con él porque era homosexual y era mayor que nosotros y a cada rato lo corría de la casa. Le decía: no vengas aquí con tus joterías”, recuerda su primo, desde el mismo cuarto donde albergó a Juan Gabriel.
Así que dejó la vecindad para buscar el hogar en otros familiares. Poco a poco recorrió el país y en una centena de ocasiones terminó de regreso sobre la avenida Juárez, cantando sus primeras letras.
“Escuchamos una vez que lo presentaron en la radio y mi jefe supo que ya era demasiado tarde para pedirle perdón. Juan Gabriel siempre le guardó rencor por tratarlo mal”, dice Ricardo.
No obstante, a la muerte de Virginia, la madre de Ricardo, Juan Gabriel se encontró con Panchito, le extendió la mano, le mandó saludos a su familia y le dio las gracias por asistir al funeral.
“Se quedó en paz con eso. No que lo haya perdonado, pero siempre se mostró con educación”, cuenta Ricardo.
Hoy la vecindad está lejos de ser un paradero turístico; pero forma parte de la huella que dejó Juan Gabriel en Ciudad Juárez antes de fallecer.
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La Gran Plaza a Juan Gabriel. El alcalde interino de Ciudad Juárez, Javier González Mocken, decidió cambiar de nombre a una de las obras más llamativas que se encuentran en la zona centro de la ciudad. Antes de la muerte de Juan Gabriel la plaza sería nombrada solo como Gran Plaza Juárez, al fallecer el cantautor la ciudad ha decidido rendirle tributo nombrándola La Gran Plaza Juan Gabriel.
“Ciudad Juárez formó parte importante de su vida, lo que vivió aquí, Juan Gabriel lo convirtió en material para componer. Además dejó familia, amigos y mucha ayuda a la ciudad, por eso pensamos en rendir honor a su memoria”, dijo el alcalde a unos días de inaugurar la plaza.
La Gran Plaza Juan Gabriel se encuentra a pasos del puente internacional que conecta a Ciudad Juárez con Texas, y a espaldas de la avenida Juárez, un corredor de bares y restaurantes donde además se ubica el Noa Noa y el Bar Don Félix.
Es ésta la ciudad de Juan Gabriel: la frontera más fabulosa y bella en el mundo.
Por Luis Chaparro / @LuisKuryaki
