Poco se guarda Kim Gordon en La chica del grupo (Contra, 2015). Reveladora obra, vaciado de sus recuerdos que luce terapéutico, catártico, relajante. Desde cuando sintió el poder de atracción que el arte ejerció sobre su cuerpo a temprana edad —danza, cine, jazz y punk forjaron su futuro perfil estético— hasta su buceo por los arrecifes de la escena artística neoyorquina que, finalmente, la llevaría a conocer Thurston Moore, con quien fundaría, al lado de Lee Ranaldo, Sonic Youth.
Y es entonces, cuando las guitarras eléctricas toman un papel primordial en su vida, que la cosa se pone ruda. Porque vienen las anécdotas estridentes alrededor de figuras como Billy Corgan, Courtney Love y, claro, Kurt Cobain, aunque la firmante jamás acentúa el ya fulgurante brillo a nivel mediático de dichos personajes, sino que los aborda como lo que fueron: seres humanos que de pronto se cruzaron por su camino.
Finalmente, vale decir que Thurston (su ex pareja) queda hecho polvo en el texto, pues Gordon desmenuza sus infidelidades cual si de semanario de prensa rosa se tratase; pero, vaya, a eso y más se atiene uno cuando se sienta a platicar en confianza con alguien, ¿no? Así que arrímate a platicar con Kim, que es mucho más que la chica de ese grupo que tanto te gusta.
Por Alejandro González Castillo / @soypopesponja
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