UNA PÁGINA MÁS: ENTREVISTA CON LUIS JORGE BOONE
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UNA PÁGINA MÁS: ENTREVISTA CON LUIS JORGE BOONE

Luis Jorge Boone ha hecho todo en la literatura. Lo ha ganado todo. Sus textos —poesía, cuento, novela— provocan un estremecimiento de miedo, llanto de ternura y alegría inesperada. Su vida es una crónica; un corrido escrito por el músico norteño Catarino Leos. Boone se muestra como es: un autor completo, no un artificio, que, como otros, utilizan el oficio como decoración: un “falso permiso para hacer desmanes”

Ni la literatura utiliza a Boone ni él a ésta. Están en sana convivencia, en libre pacto de lectura y escritura. En pos del saber, porque el conocimiento y la literatura son las únicas cosas que no estorban en la vida.

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luis jorge boone
Fotos: G. Vázco

Boone habla de la paternidad: “El primer deber es maravillarse con ese otro, y compartir todo lo que se pueda”. De Bret Easton Ellis: “Incluso los escritores malditos tienen una deuda con la forma”. De los corridos norteños: “Son cuentos y poemas al mismo tiempo”. Y de Don Catarino Leos, autor de esa maravilla que es “Ingrato Amor”: “Y no me animé a seguirlo, a pedirle un autógrafo o una foto. No supe cómo”.

Luis Jorge Boone nació en Monclova, Coahuila, en 1977. Poeta y narrador, es licenciado en administración por la Universidad Autónoma de Coahuila. Ha colaborado en revistas y suplementos literarios como Cuaderno SalmónLaberintoLetras LibresLuvina, Replicante y Tierra Adentro. Ha sido becario del Fonca y de la Fundación para las Letras Mexicanas.

Boone es un poeta premiado. Entre otros, ha sido acreedor del premio nacional de cuento Inés Arredondo en 2005 por La noche caníbal, el nacional de poesía Clemencia Isaura en 2006, el nacional de poesía Joven Elías Nandino en 2007 por Traducción a lengua extraña, y el premio nacional de ensayo Carlos Echánove Trujillo de la Bienal Nacional de Literatura 2008-2009, Yucatán, por Lados B. Ensayos laterales.

 ¿Cuál es la relación entre la administración, la poesía y la narrativa?

Entre las tres, la única posible es la que yo me inventé. Entre la poesía y la narrativa, todo. Una sin la otra es como querer concebir un carro sin motor o sin transmisión. A menos que nos pongamos líricos y digamos que solo en el arco de mi experiencia vital las tres se tocan. La administración fue la carrera que elegí estudiar porque era la menos peor, la que no me provocaba una hueva absoluta. Pero al final me la pasé bien. El conocimiento no estorba. Y lo que te buscas a veces es menos importante que lo que te encuentras.

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luis jorge boone
Fotos: G. Vázco

Prácticamente has ganado todos los premios posibles en México, ¿qué le falta a Luis Jorge Boone?

Los premios son dinero que te compra tiempo para escribir algo más. Que un libro convenza a un jurado puede ser una satisfacción, y que te impulse a seguir buscando tu camino. Lo verdaderamente importante es no perder el gusto por la experiencia, por escribir libros distintos, por conocerte como escritor, por descubrir lo que puedes hacer con tus herramientas y lo que los materiales hacen contigo. Me faltan muchos libros por escribir. Eso es lo que me mantiene en marcha.

¿Cuál sería la diferencia estilística entre Legión (2003) y Por boca de la sombra (2015); entre La noche caníbal (2008) y Cavernas (2014); entre Las afueras (2011) y Figuras humanas (2016)?

Décadas, años de lectura, reflexión, búsqueda, aprendizaje; de ensayar, de riesgos. Espero que se note. Algunos los escribió un muchacho de veintipocos años. Otros, un señor de casi cuarenta. Son el mismo y no lo son. Ese es el chiste: como cuando ves tus fotos de niño en el álbum familiar y la que te tomaste ayer para el face. Alguna relación hay entre los dos personajes. A veces sorprende, a veces es obvia.

¿Qué representa para ti La noche caníbal? ¿Es un acercamiento a la narrativa de Philip K. Dick y de Jorge Luis Borges, o es en todo caso, un vaso comunicante con tus alucinaciones, espejismos y fobias?

Es un libro que escribí cuando no podía dormir. O cuando dormía tres horas diarias y con eso tenía. Por eso hay tanto insomne en los cuentos. También es mi primera incursión seria en la narrativa, y un homenaje muy consciente a los escritores de cuento fantástico, de terror, especulativo, gótico y de suspenso. Los que empecé a leer cuando tenía diez años y a quienes sigo leyendo.

Los que señalas y Lovecraft, también Poe, etcétera. Mi idea era escribir cuentos en los que hubiera esa presencia de lo sobrenatural, esas atmósferas enrarecidas y asfixiantes que bordean la muerte y lo desconocido, como las que estaban en esos libros que tanto amaba, pero quería que sucedieran en mi contexto. O sea, que hiciera calor, que el sol quemara a mediodía, que hubiera fantasmas en el desierto.

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Fotos: G. Vázco

¿Qué opinas acerca de la caída argumental en las series televisivas? Nic Pizzolatto no vendrá a salvar Netflix.

No hace falta. El furor que despertaron las series de televisión al grado de que se les llamaba “el nuevo género narrativo”, me recordaba esa otra que provocó que algunos llamaran al blog “el nuevo género literario”. Me parecían más una inmoderada necesidad de novedad, un entusiasmo adolescente, que una idea verdaderamente nueva. De pronto hay productos culturales que nos arrebatan, claro, pero no por eso es dable pensar que estamos ante una nueva época dorada de alguna cosa. En manos de un gran artista cualquier género es mayor. Y True Detective me encantó. Las dos temporadas. Ojalá haya tercera, cuando Pizzolatto diga.

¿Cuál es el panorama de la narrativa del centro-occidente, ahora asistida por Martín Solares en el taller literario de Zacatecas? ¿Vendrá a reemplazar el Norte?

Las modas son tan insoportables y feas que necesitan cambiarse muy seguido, dijo, más o menos, Oscar Wilde. Un taller ni salva ni condena. Son los autores, cuando cada quien agarra para su lado, los que definen un nuevo panorama. Luego están las fuerzas oscuras del mercado, que todo lo devoran, para poner etiquetas y hacer de todo una venta de garaje. El norte estuvo ahí desde hace décadas. El hecho de que algunos hayan empezado a darse cuenta de ello hace un par de años no significa que deberíamos hacerles caso, sino que deberíamos preguntarnos si no ocupamos demasiado tiempo en inventar el hilo negro.

¿Qué simbolizó la lectura de Lunar Park (2005), de Bret Easton Ellis?

Con esa novela me di cuenta de que incluso los escritores malditos tienen una deuda con la forma. Y que la madurez estilística y vital es lo mejor que le puede pasar a cualquiera.

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Fotos: G. Vázco

¿Vives una vida de poeta, de cuentista o de novelista? En tus palabras: “No recuerdo ningún poema que trate sobre la vida de un novelista, pero sí varias novelas que narran vida y milagros de algunos poetas”.

Ahorita vivo una vida de lectura y escritura. Soy un animal de costumbres. Me gustan los rituales, las rutinas, la disciplina que eliges para explorar tus potenciales. Hago planes para poder perderme en ellos. Luego, o termino o les doy un manotazo y los cambio por otros. No sé si será vida de poeta o de narrador, con que no sea vida de administrador de empresas me doy por bien servido.

Háblanos de tu afición por Catarino Leos.

Él y Julián Garza son dos de los compositores más emblemáticos de la primera gran movida regia. Los lados opuestos de la moneda. El primero, todo moderación, reflexión, sentimentalidad, valores; el segundo, un desmadre bien hecho, todo ironía y gandalles.

Van dos anécdotas: una vez, luego de una charla, me le planté a Salman Rushdie cuando ya iba de salida al aeropuerto, cuando ya había terminado de firmar libros, y le dije “Last one”, mientras sostenía mi ejemplar de Los versos satánicos, como diciendo, “ya sé que ya se va, pero aguánteme”, y me dijo que claro, el último y se iba.

Una vez vi a don Catarino Leos en el Pilos Bar, en Guadalupe, Nuevo León —un lugar que es piedra de toque para la música norteña—; él, todo vestido de blanco con un traje muy acá y botas a juego, estaba cenando acompañado de quienes yo supuse eran su familia. Lo vi todo el rato, y también cuando se puso de pie y se fue. Y no me animé a seguirlo, a pedirle un autógrafo o una foto. No supe cómo.

Compusiste por encargo de Carlos Velázquez un corrido para su novela. ¿Cuándo podremos escucharlo?

Espero que pronto. La verdad es que tardé un año en terminar ese corrido. Escribir la letra me llevó tres días de enero, en 2014, y la música resultó en enero de 2015. Pero para poder cantarlo tiene que salir antes la novela de Carlos.

¿Cuál es el verdadero valor formal que tienen los corridos?

La canción es un género que adopta muchas formas. Los boleros, las cumbias, las baladas, la guaracha, el heavy metal. En manos de un gran creador, todo género se vuelve un gran género. Los corridos bien hechos son los que escuchamos una y otra vez, les descubrimos nuevas cosas, nos los aprendemos porque hay algo verdadero y bello dentro de ellos. Son cuentos y poemas al mismo tiempo.

Se escriben en estrofas bien tramadas, en versos bien medidos, con estructuras claras y cuentan eso nuevo que nos hace pensar en otra dirección. Aunque también están los otros, los malhechos, sin chiste, sin gracia, compuestos con cero talento y cero respeto por el material. Hay quien dice que los corridos no tienen valor como creación, pero me parece que no es así, y que hay que poner atención de a de veras antes de darlo por hecho.

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Fotos: G. Vázco

¿Cómo es la relación entre un padre escritor y su hijo? Recuerdo esa canción, “El hombre que más te amó”. ¿Te la sabes?

Hay padres que son unos desgraciados y otros que son poca madre. Lo de ser escritores es mera decoración (o como algunos creen, un falso permiso para hacer desmanes). La verdad es que para mí, uno de los papeles más importantes que juego en la vida es el de ser padre. Esa relación es de lo más fácil de echarse a perder.

Cuando decides que la autoridad es lo más importante que tienes para ejercer, en lugar del amor, el acompañar una vida, el escuchar a otra persona. Porque la tentación de pensar que los hijos son una propiedad o una extensión siempre está, pero no: son personas distintas a uno, con vidas propias.

El primer deber es maravillarse con ese otro, y compartir todo lo que se pueda. Y, para contestar completa la pregunta: me la sé, la canto, pero en público nunca he podido echármela sin que se me quiebre la voz.

Has dicho que “Una página más” es el himno secreto y nunca oficial del escritor. ¿Qué otras canciones norteñas hablan con distancia de este oficio?

“Libro abierto” de Paquita, “Libros tontos” de Bronco. Hay más, pero la metáfora con la escritura se pierde. “Una página más” es una especie de kōan cantado: “Tengo un libro vacío/ y lo voy a empezar./ Tengo sed de caricias,/ tengo ganas de amar./ Hoy comienza mi vida/ una página más./ Hoy me enseña la vida/ que me quiera ya más.” Escribes y te vives. Cada libro es una necesidad de dar y recuperar algo. El libro es uno y uno se escribe.

¿Si formaras un grupo norteño, qué otros escritores lo conformarían?

Me imaginé un montón de cosas. La verdad es que no sé. La energía que se comparte entre músicos cuando tocan es una de las cosas más satisfactorias y emocionantes que me ha tocado vivir, aunque sea de refilón. Serían puros amigos, desde luego. Se llamaría —como el grupo que espero formar algún día— Los Primordiales del Norte. Armaríamos un desmadre.

Mixar

Mixar López

Narrador, cronista y periodista musical. Es colaborador de varias revistas y periódicos de México, Estados Unidos y América Latina. Vive en Des Moines, Iowa. Su primer libro de crónicas, Prosopopeya: La voz del encierro, está próximo a ser publicado.