Mucha gente ve en la religión, generalmente alguna judeocristiana, la razón de su existir. Se empeñan en seguir paso a paso el instructivo que su sacerdote o representante divino de confianza les da para ganarse su derecho de piso en el cielo. Por lo general son cosas tipo “ama a tu prójimo” y “no seas adúltero”, tareas aparentemente fáciles en la que la mayoría fallamos, seamos creyentes o no.
También existen individuos que no se sienten satisfechos, identificados o escuchados por los predicadores de estos dogmas dominantes, y se aventuran a probar «religiones alternativas», muchas de ellas variaciones o spin offs de las principales, como los evangélicos y los mormones, o producto de la imaginación de algún escritor de ciencia ficción (cof, cof, Cienciología, cof, cof).
Para el fotógrafo José Luis Cuevas (sí, igualito que el pintor) muchos de estos caminos alternativos, más que llevar a los practicantes a una iluminación hacen que se hundan en una decadencia espiritual por basarse en las pasiones bajas y en la maldad: “Estas personas se adentran a cosas para encontrar respuestas, pero su búsqueda espiritual es fallida porque anhelan la fe pero al final se quedan sin nada porque son espiritualmente endebles e impotentes”.
New Era, su más reciente trabajo, es una exploración por distintas sectas y ritos latinoamericanos en los que “el hombre empieza mal, termina mal y al final una destrucción le ofrece una nueva oportunidad de renacer y de seguir su búsqueda incierta”.
¿Cómo surge New Era?
Nueva Era, más bien. El título en inglés es una recomendación del editor. En 2009 empecé la producción fotográfica en Bogotá en una residencia artística. Inició siendo una tipología de creyentes y retratos de los distintos practicantes religiosos. Estuve allá casi tres meses y le tomé fotos desde el arzobispo de Bogotá, que en aquel entonces era Pedro Rubiano Sáenz, hasta gente de distintas agrupaciones sectarias, incluso algunas cosas bastante raras.
Tras eso te viniste a México, ¿cómo continuaste el proyecto?
Contacté agrupaciones, investigué donde estaban algunas, tenía en la mira a la secta Creciendo en Gracia, una agrupación que adora a un puertorriqueño, mi tocayo José Luis de Jesús, que se dice Jesucristo hombre muerto en la tierra. Me parece que en 2013 se murió.
Hay otra secta en la colonia 20 de Noviembre, no me acuerdo como se llama, pero adoran a un hombre que vivió en los cuarenta en México y que hacía milagros, es un grupo muy hermético y su edificio está sobre el Eje 2 Norte. Me causaban curiosidad porque de afuera es una casita de tres o cuatro pisos construida con terminaciones tipo castillo. Está rotulada a mano con sentencias y mandamientos, cosas como «si te vienes a burlar, te vas a morir».
También busqué a los raelianos, un movimiento que se dice ateo pero que cree en la futura llegada de extraterrestres. Se llama Rael.
¿Sabes de dónde es?
Francés, es un tipo que parece muy pacífico y tiene fama de hacer fiestas con su séquito de ángeles, que son chicas guapas. En Latinoamerica tiene muy pocos seguidores.
¿Y luego?
Busqué ritos mexicanos que tuvieran fechas específicas, luego viajé a Cuba, Guatemala, Bolivia y empecé a seguir cultos específicos. Entre ellos están el Niño Fidencio y la Procesión del Silencio de San Luis Potosí. Fui con gente que se dedicara a la brujería, exorcismos y entonaciones. Ahí me di cuenta que el trabajo se amplió a una búsqueda espiritual. Y entonces llegó el 2012 y con él toda esta imaginaria del fin del mundo. Por ello ideé un epílogo o un segundo capítulo del trabajo que tuviera que ver con destrucción, el fin de la humanidad y tras eso un renacer del hombre.
¿Por qué adquiriste este interés en las religiones alternativas o sectas?
Por una muy fuerte curiosidad de ver que hace la gente dentro de sus espacios. Fue un impulso. Me atrajo una iglesia católica, una institución en decadencia, oscura, lejana y fría que se debate entre un montón de prácticas igual de oscuras que plantean una búsqueda espiritual. No me interesa hablar de un grupo o de otro, sino de una época oscura en la que el hombre se encuentra metido en caminos turbios que conllevan horror, miedo, desesperanza, siendo que una búsqueda espiritual casi siempre es todo lo contrario.
¿Fue difícil adentrarte a alguna de las que me mencionaste?
Fue más fácil de lo que pensé. Había sectas como la de Creciendo en Gracia, que pensé nunca me dejarían entrar a retratarlos, pero una vez que llegué a Bogotá me hice de un par de cartas del ministerio de cultura de allá, del de aquí, hice una llamada, pedí una cita para hablar con el administrador o con la gente de prensa, no sé qué era y le presenté el proyecto. Me dijeron: ven tal día a hacer las fotos. Llegué y la gente se formaba.
La secta de la 20 de Noviembre fue más difícil, nos atendió (iba con mi asistente) un señor tipo sacristán. Nunca dijo que no podíamos tomar fotos, pero nos ponía ciertas reglas: “Tú puedes tomar las que quieras pero vete a tu casa y llévate este papel, y cuando quieras a hacerlo nos recitas esto de memoria”. Eran como 20 mandamientos y dos oraciones. Obviamente no me lo iba a aprender. La segunda vez llegué y le dije: “¿Sabes qué?, no me lo aprendí, ¿puedo hacer las fotos o no?”, y empecé a hacerlas. Luego me dejaron entrar a sus ritos, ahí las personas pasan a una especie de altar en el que supuestamente son poseídos por santos.
¿Y los exorcistas?
Fui a Puente Jula, Veracruz. Sabía que había un exorcista católico y que un día al mes la gente lleva a sus enfermos o poseídos a una misa en la que los exorciza. Me dijo el cura que no podía hacer fotos, y me quedé a ver. La misa duró cinco horas, veías a gente medio loca que blasfemaba desde lejos, el ambiente estaba un poco raro. Luego una revista me contrató para tomar fotos en una iglesia evangélica en Iztapalapa.
¿Una que está por metro escuadrón 201?
Sí, son famosos por hacer exorcismos. Ahí fui con la reportera y la asistente un solo día como a las siete de la mañana, había gente que iba a que los curaran, se veían nerviosos. Esperamos al cura afuera, llegó muy tarde. Se oían gritos medio locos y una vez que estábamos adentro empezaron a pasar dos o tres nuevos de los que estaban en la fila, a una chica la atendió el asistente del cura y de repente empezó a poseerse, a gritar cosas. Fue lo más espantoso que he visto. Horrible.
¿Se retuercen como en las películas?
Sí, horrible, la verdad es que ahorita te lo cuento muy tranquilo, pero pasaron años y no podía hacerlo. Tuve pesadillas por meses.
¿Hay fotos de exorcismo en Nueva Era?
No puse ni una, son malísimas y no tienen nada que ver, lo que se veía en ellas estaba muy lejos de lo que percibí, oí y sentí. Se quedaban cortas.
Bueno, noto que en el trabajo hay muchas fotos de animales y muchas cabezas de cabritos y gallinas…
El animal tiene que ver con ofrendas de sangre que son incluso bíblicas, pero también de brujería. Hay mucha maldad en lo que hacen con los animales. La cabeza de cabrito, por ejemplo, la tomé frente a mi trabajo en el Gimnasio de Arte. Así, casual, estaba en esa jardinera verde, llegó un chico y me dijo: “Oye, te dejaron una foto”. Estaban dos cabritos, una gallina y un ratón descabezados. Habían hecho un rito ahí de un negocio contra otro. ¿Cómo lo sé?, porque estaba la marca de uno. Ambos cerraron.
Y también hay varias de incendios forestales…
Estas representan la destrucción, pero también la purificación porque el fuego limpia el pecado. Es este juego del renacer de las cenizas, por ello de repente vemos al hombre simbólicamente desnudo en medio de un paisaje quemado. Todas estas son puestas en escena, yo rastreaba la locación y hacía cástines en lugares específicos, casi todos en el sureste: Guerrero, Chiapas y Yucatán. Buscaba gente que denotara ciertos rasgos primitivos. Estar representa libertad; ser nuevo.
¿Cómo una nueva era, no?
Sí, de ahí toma nombre el libro. Todo lo que planteo aquí es un camino espiritual equivoco, en el que el hombre empieza mal, termina mal y este fuego, esta destrucción, es para ofrecerle una nueva oportunidad de búsqueda que va hacia un camino incierto.
¿Cuál es la necesidad que tiene la gente de creer en algo, de desviarse de la fe establecida socialmente como las religiones normales, por así decirlo, y meterse en cosas turbias o fuera de lo común?
En todo lo que está establecido hay cosas muy turbias, En ‘New Era’, José Luis Cuevas retrata y explora distintas sectas y ritos en los que el hombre empieza mal y termina mal.al final siguen siendo instituciones creadas y reguladas por el hombre. En ellas existen pasiones y por eso hay tantos escándalos que tienen que ver con cuestiones económicas, de poder, sexo, etcétera. En ese sentido, no creo que aquellos que se van a sectas o grupos religiosos extremos estén mejor o peor de los que van a religiones oficiales. Existe una necesidad espiritual que podemos reconocer o no dentro de todos nosotros, que al final tiene que ver con una búsqueda de algo, una cosa que no sabes del todo qué es y a la que cada quien intenta llegar de diferente manera, algunos lo hacen entrando a sectas y grupos. Al final cada quien es libre de hacer lo que quiera.
Fotos: José Luis Cuevas

Raúl Campos
Cultural Journalist & Documentary Photographer Kitsch Journalism Mexican decay Anarchy Road