El género policíaco tuvo éxito debido a que era accesible económicamente para el lector, amén de las historias truculentas que llaman la atención de la gente. Las editoriales se dieron cuenta que los libros en el formato de bolsillo era el mejor para vender grandes tirajes.
Por ejemplo, la novela Ciudad violenta (1957) de Jim Thompson vendió en un primer tiraje 20 mil ejemplares. Ventas similares a las de muchos escritores de la segunda ola norteamericana de novela negra.
Almadía tomó la idea y la aplicó a una bella colección de novelas negras, que mezclaba clásicos y algunas apuestas. Los títulos eran Al Lado Vivía Una Niña (2004) del alemán radicado en Estados Unidos, Stefan Kiesbye; El Percherón Mortal (1946) del norteamericano John Franklin Bardin; Otras Caras Del Paraíso (1995), única novela policiaca de Francisco José Amparán; La Balada de los Arcos Dorados (2014) del escritor juarense, avecindado en Xalapa, César Márquez Silva; Perder es cuestión de método del colombiano Santiago Gamboa (1997) y Toda La Sangre (2013) de Bernardo Esquinca.
La selección era muy buena, el formato igual. Todas se alejaban de los tópicos manidos del género, apostaban por dar algo más al lector. Y digo que era muy buena, porque al parecer, sin ser oficial, la editorial la cerró sin dar explicaciones. La siguiente novela del germano Stefan Kiesbye, Puerta Al Infierno (2014), salió directamente en su colección mayor, al igual que Carne de ataúd (2016), de Esquinca. Razones puede haber muchas, tal vez dar un libro de bolsillo al mismo precio que uno de mayor tamaño disuadía a los lectores de comprarlos, pero eso sería especular.
PUERTA AL INFIERNO
Stefan Kiesbye nos regresa a ese mundo mórbido, cruel y a la vez cotidiano, a lo cuento de hadas, a lo Grimm, en el que Kiesbye se desenvuelve con facilidad. A través de múltiples historias de los pobladores y de la gente que regresa al pueblo para recordar su niñez, nos damos cuenta que la vida de antes era más dura que la de ahora. El autor sabe narrar lentamente y sin aspavientos las peores atrocidades cometidas por la tradición, sin siquiera inmutarnos porque, pese a ser un sitio remoto, nos recuerda a los propios.
Canibalismo, incesto, crueldad infantil y violaciones, todo bajo un halo de normalidad que sin darnos cuenta, ya estamos inmersos en él. Kiesbye no se solaza narrando cosas truculentas, no busca el asco del lector o la repulsión. Se nota el deseo de hacer recordar que el ser humano, pese a los avances tecnológicos, pese a las leyes, a la civilización, sigue siendo un animal presa de sus deseos. Sin querer dar una lección de política, al contarnos como la vida del pueblo gira alrededor de la acaudalada familia von Kamohoff; nos hace entender que las desigualdades sociales también son violencia.
Solo espero que Almadía se atreva a traer su más reciente novela: Knives, Forks, Scissors, Flames (2016).
CARNE DE ATAÚD
La más reciente novela de Bernardo Esquinca viene a fusionar con maestría los dos géneros que ya había tocado en sus libros: policíaco y terror. Si bien en sus cuentos se nota la gran influencia de Stephen King y Ballard, es en esta novela en la que su voz se vuelve única, al unir en partes iguales su obsesión con el siglo XIX y su amor por la Ciudad de México, en especial, por el Centro Histórico.

Bernardo cuenta la historia del Chalequero, un asesino serial mexicano famoso durante el Porfiriato, y la pesquisa que hace de él Eugenio Casasola, un reportero de nota roja. Ciñéndose a una investigación histórica, pero tomándose las libertades necesarias para hacer una novela de misterio con personajes demoníacos y fantasmales, Esquinca encuentra el camino para reinventarse. Absorbente, interesante de principio a fin, Esquinca se consolida como un escritor maduro.
Ya veremos qué más nos trae en un futuro Almadía dentro del género.
De la columna Negra y criminal
Por Iván Farías / @ivanfariasc

Editor Yaconic
Revista de arte y cultura