El gusto por chupar los pies es más común de lo que crees
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El gusto por chupar los pies es más común de lo que crees

Momento de hablar sobre fetiches, y qué mejor para hacerlo que con el más denigrado, oculto, estigmatizado y en ocasiones provocador de expresiones como “guácala, wey”; sí, nos referimos al placer de ver, tocar y chupar los pies, las extremidades inferiores de otra persona: la podofilia, comúnmente conocido como el fetiche de pies.

Los pies son la parte del cuerpo humano que más se descuida, que pasa desapercibida para muchos porque “sólo sirven para caminar”, sin embargo, existe una gran fascinación por ellos y no precisamente por su cuidado estético. Hay muchas personas en el mundo que sienten una gran atracción erótica y sexual.

Pero como todo en el mundo del placer, los gustos son diferentes en cada persona, por ejemplo, te puede gustar degustar alimentos exóticos y eso te causa un gran placer alimenticio, hay gente que le gustan los pies y no por eso significa que sea algo malo o esté “enfermo”. Bien dicen que en gustos se rompen madres (géneros también).

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chupar los pies

Vayamos por partes, el gusto por tocar, oler o lamer los pies se menciona que tiene origen en la infancia, algo muy freudiano, e incluso tiene que ver con que tanto pies y genitales tienen áreas contiguas en el cerebro y existe un enlace entre ambas. Hay quienes dicen que esta atracción se debe por la forma estética o porque, tanto pies como genitales están ocultos y eso los vuelve un tabú.

La historia atañe que los fetichismos como la podofilia se trataban de algo machista y misógino, porque en la China antigua, las niñas eran vendadas de los pies para evitar que estos crecieran de forma natural y se quedaran pequeños, lo que era más atractivo al buscarles marido, y era un signo de superioridad económica, pues este tipo de práctica se realizaba en mujeres de entre 3 y 7 años que no necesitaban trabajar en el campo junto a sus padres. También representaba el poder del marido, pues al tener los pies tan pequeños, las mujeres no podían caminar largas distancias sin lastimarse o caerse, lo que hacía tenerlas en el hogar.

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Sea cual sea la razón, de origen, la podofilia o feetichismo es, según estudios e investigaciones, el fetiche más común en los hombres que en las mujeres, siendo que 4 de cada 10 personas del sexo masculino se sienten atraidas y las féminas simplemente es 2.5 de la misma cantidad. El porqué atrae y excita más a los hombres es aún un misterio, pero se atañe a las hormonas. Otro dato que ayuda a entender el placer es que los pies tienen cerca de 7 mil terminaciones nerviosas, si lo comparamos con el clítoris que tiene 8 mil, pues es bastante amplio el umbral.

Ahora, existen tipos de atracción, a algunas personas les prende, como se dice en el argot, el masajearlos, chupar los dedillos, oler la planta del pie, pero también hay quienes sienten una atracción al verlos en tacones altos o zapatos casual, incluso en sandalias. Además, hay un número de aficionados a oler el calzado, aunque esto entra en debate si es fetichismo o no.

Incluso hay quienes sobrepasan un poco la podofilia tradicional, llegando a comprar pies de silicona, algunos con una abertural vaginal en la parte de la planta, para poder masturbarse con ellos. De nueva cuenta, se debate si es propio del amor por los pies o está pasando a un extremo de cuidado. Eso sí, experimentar no es nada malo, igual te gusta, igual y no.

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¿Es malo que me gusten los pies?

No, no hay nada de malo, la podofilia es un gusto de cada persona, y para llevarlo a cabo es necesario platicar con la pareja. Hay que recordar que todo en el sexo y erotismo debe ser hablado con anterioridad y siempre consensuado, si no estaríamos cayendo en agresión, sea cual sea el género. Así que una charla previa, donde le pidas a tu pareja que te deje lamerle los pies o te masturbe con ellos, ayudará mucho para que puedas experimentar esa sensación de placer.

El feetichismo sí puede llegar a convertirse en un problema cuando los pies dejan de ser parte del camino. O sea, cuando la excitación se limita solamente al área de los pies y sean estos el único detonante para llegar al orgasmo y la relación sexual, y afectiva en ocasiones, se centre en dicha parte del cuerpo. Ahí ya hablamos de parafilia y es recomendable acudir con un profesional en el tema psicológico.

De acuerdo a los especialistas, si al llevar a cabo el ejercicio sexual con los pies te genera ansiedad, depresión post coito, remordimiento y culpabilidad, es síntoma que el gusto por los pies se esté convirtiendo en un problema mayor.

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A echar pata

Una vez sabiendo qué es la podofilia o el feetichismo, es momento de hablar con tu pareja y si están de acuerdo (tampoco es a fuerza eh, si no le gusta o no quiere, no se debe obligar), pueden hacer lo siguiente para que la relación sea placentera. Primordial tenerlos limpios, y no nos referimos a lavarlos a la mera hora como en esa escena de la película mexicana Por La Libre. Dudamos que quieras tocar pies con honguito o que tus extremidades con pie de atleta ande tocando vaginas o penes. Higiene ante todo, como en la mayoría del sexo.

Caricias

Una buena cremita, aceite o lubricante serán tu gran aliado para que tus manos puedan resbalar sobre los pies de tu pareja. Da caricias suaves e intercala con intensas, pero sin pasarse de fuerza. Masajéalos y ve subiendo el calor poco a poco con mordiscos pequeños, besos, el pasar tus dientes por los dedos, lame un poco entre ellos y la planta, hazlos tuyos pero con medida. Si tu pareja camina o pasa mucho tiempo parado, créenos que te lo agradecerá.

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Masajear la espalda

Uff, ¿a quién no le gusta un buen masajito en la espalda para liberar la tensión y el estrés? De igual manera, lubricante o crema para que los pies puedan patinar por la espalda de tu compañero o compañera sexual. Recuerda que las piernas son más fuertes que los brazos, así que mide la fuerza y recorre toda la espalda y hasta las nalgas con tus pies, mueve los dedos como si quisieras agarrar la piel debajo de los omóplatos. Ten en cuenta que tus manos estarán libres, así que puedes intercalar, o si la flexibilidad lo permite, acariciar otras partes del cuerpo.

Masturbación feetish

Llegamos a lo que más placer genera en la mayoría, una buena manoseada, en este caso pies, en los genitales. Ya te la sabes, el lubricante es de ley porque los pies son una de las partes del cuerpo que tienen la piel más gruesa, así que se debe evitar una fricción que pueda provocar rozaduras en otros lados donde la piel es más delicada.

Aquí es entrarle pero sin miedo, que se note que quieres y aceptas el tocar o ser tocado con los pies de tu pareja. Si eres hombre, pasa tu pie por la zona del pubis, baja un poco  y acaricia con tus dedos los labios mayores, sube a la parte del clítoris con cuidado para no lastimarlo y presiona con tu pulgar. Desliza la planta del pie por toda la zona vaginal y si ya andamos muy prendidos y lo permite, puedes intentar meter el pulgar (al ser el dedo más largo del pie) en ella. Siempre con cuidado y con muchas ganas de pasarlo bien.

Si eres mujer, te interesa la podofilia y quieres hacer un foot job, agarra el pene con ambas plantas del pie y a gozar, pero si no quieres que eyacule muy pronto en tus dedillos, realiza movimientos circulares en el frenillo, pasa tus dedos por el glande y rebota un poco los testículos en tu empeine, como si estuvieras dominando una hacky sack. Puedes subir la intensidad, y pisar un poco la bolsa escrotal, siempre y cuando hayan acordado realizarlo.

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Nuevamente te decimos que ser feetichista o que te guste la podofilia no es nada malo, incluso las sexólogas y sexólogos recomiendan que la educación sexual se debe dar en pro de entender y asimilar que los gustos eróticos, sean cuales sean, son normales y forman parte de la gran diversidad sexual en el humano. Además que dan una sensación de empoderamiento porque en la psique humana existe la fantasía de ver a alguien a nuestros pies.

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Rosh Márquez