¿MMM… VASECTOMÍA? TEN HUEVOS Y OPÉRATE
CRÓNICA

¿MMM… VASECTOMÍA? TEN HUEVOS Y OPÉRATE

Ningún hombre está preparado para ver el interior de sus testículos. Cuando alcancé a mirar la mano de una mujer jalando mi conducto deferente y cortándolo con un bisturí para hacerme una vasectomía, supe que ya no habría marcha atrás. No tendría hijos en esta vida. Lo decidí a los veintiocho años y todavía al bañarme veo las dos incisiones que me hicieron la vida menos complicada.

Jamás voy a embarazar a nadie”, esa fue la gran medicina que me ayudó a pasar todo un mes de dolor. Quien te haya dicho que la vasectomía no duele es porque no tenía nada dentro de sus costales. Una patada diaria en los testículos, esa es la forma ideal de narrar la experiencia. El Seguro Social en México ha fileteado los yarboclos de miles de hombres y su valor merece ser contado.

Ilustraciones por Ppkmkzztt

No es difícil asomarse a las clínicas de planificación familiar para ver a parejas arrepentidas de tanto niño. Los chiquillos lloran como navajas, corren tumbando cosas y se sorben los mocos hasta dar el trago definitivo. ¿Quién querría eso? Las fotos de la sala jamás contarán la verdadera historia de lo que es tener hijos en este país.

Se sufre más de lo que se gana. Y se miente más de lo que se disfruta. Fiebres, dientes de leche, gripas, bronquitis, viruela: los niños son fábricas de estrés y muchas personas optamos por salirnos del juego antes de entrar a la cancha.

La doctora arrugó los ojos, se inclinó hasta el borde de su silla y me preguntó:

-¿Seguro que quieres operarte? Estás muy joven.

-Tengo 28. Ya es hora.

-No te creo que tengas dos hijas.

-¿Porqué no?

-No tienes cara de arrepentido.

No tengo hijos. No he cometido errores en ningún vientre. Al llegar a la clínica del Seguro Social no estaba preparado para un interrogatorio al estilo rudo y gris de la Gestapo. Los doctores encargados de las operaciones definitivas para no tener hijos son bastante estrictos con su labor.

Y lo entiendo: están por quitarle las balas a un arma larga, hay que tener cuidado para que el pistolero no se arrepienta. Así que mentí, le dije que tenía dos hijas y que si quería le enseñaba las fotos. Por suerte tenía las fotos de dos sobrinas muy parecidas a mi: narizonas, blancas y con ojos de lenteja.

-Pues sí estás bañado te opero de una vez. No tengo pacientes ahorita.

-¡Pero sólo vengo a preguntar! ¿No puede ser otro día?

-No tengas miedo. Necesito que estés depilado.

-Estoy depilado

-¿En serio?

-Le enseño, si quiere…

-Ten este rastrillo, vete al baño y acá te espero. Voy montando todo.

Los consultorías de planificación familiar huelen distinto al resto de los hospitales. Mientras el área de urgencias huele a sangre y sudor, planificación familiar huele a miedo y látex.

Aquí abundan los condones, los folletos sobre enfermedades sexuales y los tristes y fríos pósters de aparatos sexuales. Cómo es posible que entre tanto porno gratuito se siga intentando educar a los adolescentes con esto. Así que me metí al baño del seguro a hacerme radicalmente pendejo. Era cierto eso de estar depilado.

Soy de las personas que siente que se enferma de algún virus al entrar a cualquier baño público, así que no toqué nada y solo me vi la bolsa de testículos pelones llenos de esperma sano y vivo por última vez.

Estaba por negarle la existencia a generaciones enteras de espermatozoides que, quizá, habrían de iniciar guerras, construir imperios, ganar el oro en patinaje artístico o curar lo peor que viniera después del sida. Aunque también existe la posibilidad de que mis espermas pudieran madurar hasta generar legiones de pendejos y violadores. Nunca lo sabremos. Mejor así.

Y es que sí había ido a pedir informes nada más. Mi novia tenía cita con el doctor y me le pegué para sacar información. Desde que nos conocimos decidimos que lo peor que podría pasarnos no era la enfermedad, la guerra o la traición: era la creación de vida.

Pero como millones de personas estábamos hartos de los condones rotos, las dudosas venidas afuera, los cabrones días infértiles y los rezos para que llegara la sangre mes con mes. ¿Quién en este siglo tiene tiempo para procesos medievales? Al menos nosotros no.

Así que entré y me dieron una bata, de esas que usaba Homero en donde se le veían las nalgas y las piernas peludas. Una enfermera del tamaño de un koala me ordenó subir a la camilla de operación. Me subió la bata y limpió la zona con yodo.

Entre los nervios tenía la riata realmente disminuida, pero nadie llegaba ahí para presumir atributos. No se liga en una sala de vasectomía. Entró la doctora con una charola de navajas y dos pasantes hermosas. No contaba con mujeres hermosas ahí dentro.

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Ilustraciones por Ppkmkzztt

Mi riata no estaba muy alegre, pero con la concentración adecuada y después de pensar en las proezas de Mandy Muse, todo agarró el tamaño correcto. Le ordenaron a la primer pasante que me agarrara el tema y lo colocara en dirección a mi ombligo. Necesito formar un puño para moverlo. Todo iba bien. Lo pegaron con cinta. Después agarraron los testículos con suavidad para examinar la zona de corte.

-Ya están enteradas del proceso, ¿no?

-Es nuestra primera vez, doctora.

-Mmmm, bueno, se harán dos incisiones sin bisturí. Vamos a picar la bolsa con este fierrito. Es como perforar una oreja. Entra suave. ¿Quién va primero?

-Mejor empiécele usted, doctora, no queremos desangrar al paciente. A mi me tiemblan mucho las manos.

La doctora, más experta, trataba mi escroto como si escogiera aguacates en el mercado. Dos inyecciones rápidas y se suponía que no sentiría nada del proceso. Pero pude ver todo. Cómo entraba el fierro ese y cómo escurría una gota de sangre. Las pasantes cambiaban de pálidas a coloradas. De asustadas a intrigadas. Tampoco sabían como eran unos testículos por dentro. Tres personas descubrimos la vida de otra forma esa mañana.

Luego jaló el conducto y sentí un dolor tremendo. Asqueroso. De esos dolores que uno recuerda cuando está aburrido. El gritó le bajó tamaño a mi sable y la doctora frenó en seco el jalón. Me picaron anestesia de nuevo en el mero conducto. Ya después de eso podían clavarme un machete en la entrepierna, yo no iba a sentir nada.

Cortaron un pedazo de cada conducto y cocieron. Todo duró unos quince minutos. La posibilidad de generar un legado con mi apellido quedó ahí, en una servilleta llena de sangre con dos tubitos que extrajeron de mis testículos.

-¿Los quieres? La mayoría se los lleva.

-Eh… no, no, pues para qué. Quédenselos para la ciencia.

-¿Los quieren, niñas? O los tiro.

-Yo sí, como recuerdo.

Los hombres en México somos unos cobardes. Y peor, la cobardía la tapamos con un machismo primitivo y pendejo que no nos deja ni siquiera pensar en las virtudes de eyacular muerte. ¿Porqué seguimos insistiendo en que las mujeres se protejan para no embarazarse?

A excepción de esa famosa paloma hebrea, nadie se embaraza sin un chorro de esperma. Pero, a pesar de contar con la semilla sagrada, insistimos en que ellas usen DIU, se operen, cuenten sus días, se pongan dispositivos, tomen pastillas o lo que sea. Todo para el capricho más antiguo y peligroso en la historia de la humanidad: venirse adentro.

Nunca obligué a ninguna antigua novia a hacerse nada de eso. Vengo de un consolidado matriarcado y acá a la mujer se le respeta o muerte. En la adolescencia iba como hombrecito a la farmacia a pedir mis condones en voz baja.

Los más baratos, por favor, es que casi no tengo dinero. Y listo, a llenar de seguridad el área para que los futuros niños no surjan en ningún vientre. De ahí pensar que los hombres que solamente quieren venirse adentro sin importar lo demás no merecen meter la riata en ninguna parte.

¿Sustos? Bastantes. Pude ser padre a los 16 y a los 18, a los 20 y a los 22. Recuerdo que prefería morir antes que hacerme cargo de alguien. No soporto la idea de un bebé enfermo o llorando toda la noche. No sabría manejar ninguna crisis de la paternidad.

Ninguna. Tampoco aguanto las bodas con cumbia ni los baby showers y sus jueguitos pendejos. Como padre tampoco funcionaría. Me preocupo de todo y eso aniquilaría la felicidad de una familia.

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Ilustraciones por Ppkmkzztt

Así que salí del hospital caminando como víctima de posible linchamiento. De esos que apenas alcanzó a salvar la policía antes de que lo mataran. Luego al trabajo y un six de Sol Clamato helado para ponerme en la entrepierna en lo que se pasaba lo hinchado del proceso. Nada de coger durante un mes y luego de eso métele turbo.

Coge, coge durísimo, mastúrbate, ve toda la videografía de Stoya para que salga toda la vida que quedó guardada en el costal. A los tres meses de porno y cogidas, tienes que ir a hacerte un conteo de esperma. Cero. Señor, usted ya puede ir por la vida confirmando que su semilla viene muerta.

Eso es justo lo que quería escuchar. Se duerme distinto después de operarse. No hay dudas en la cabeza sobre ninguna paternidad. No hay que recordar movimiento por movimiento de si uno se alcanzó a venir afuera o adentro quedó algún chorro sentencia.

Ya no tendría el destino de mis primos que truncaron sus sueños de jugar en la selección para trabajar en fletes o gasolineras para mantener a su tribu de chimuelos. Entré, en automático, a un selecto círculo de hombres que tuvieron los huevos para coserse los huevos.

Porque se dice fácil, pero no cualquiera se atreve. Te van a juzgar de puto, de poco hombre, de inútil, para muchos personas el valor de un hombre está en el contenido de sus espermas.

Podrás burlarte y discutir durante horas sobre el tema. Pero mientras puedo coger sin problemas, tú seguirás comprando postdays, pagando abortos, rezando para que dios te de chance de nuevo y lo peor, castigando a tu morra por andarse embarazando.

Cuando eres tú el cobarde que quiere venirse adentro y no hace nada para evitar una dinastía. Es hora de cambiar ese machismo rancio y aprender que la hombría no está en el esperma, no sé donde está, pero en el esperma definitivamente no vas a encontrarla.

Ilustraciones por Ppkmkzztt
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Dekis Saavedra