En la década de los 80, mientras la industria musical llegaba a un clímax con el heavy metal, México comenzó a forjar su propia identidad dentro de este género. Bandas como Luzbel, Transmetal y Leprosy emergieron de la escena underground. Sortearon obstáculos y abrieron camino para las nuevas generaciones.
Luzbel, liderada por Raúl Fernández Greñas, en aquel entonces se convirtió en un símbolo de rebeldía y autenticidad. Su álbum Metal caído del cielo marcó la historia del metal mexicano. Transmetal, originarios de Michoacán, llevaron el metal extremo a nuevas alturas con su sonido crudo y letras contestatarias. Leprosy, por su parte, se destacó por su propuesta innovadora y su virtuosismo en los instrumentos. Estos pioneros del heavy metal enfrentaron la falta de apoyo de la industria musical y la censura de los medios de comunicación. Sin embargo, su pasión y un creciente número de fans los impulsaron a seguir adelante.
Pero regresemos un poco en el tiempo. La prohibición de conciertos de rock en México durante los años 70 fue un resultado directo de la reacción del gobierno ante el Festival de Avándaro en 1971. Este evento masivo, que atrajo a miles de jóvenes, fue visto por el gobierno del expresidente Luis Echeverría como una amenaza al orden social. Debido a la exhibición pública de libertad, consumo de drogas y desnudez. Pues las autoridades mantenían una postura autoritaria y consideraba el rock como un símbolo de contracultura y una influencia extranjera perjudicial.
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Por lo tanto, esta visión llevó a la implementación de medidas represivas que incluyeron la prohibición de conciertos, la limitación de la difusión de música rock en los medios y la estigmatización del género, asociándolo con la delincuencia y la inmoralidad. Si así era visto este tipo de música ¿Qué le esperaba al metal? Fue así como el clima de hostilidad afectó la escena musical del país durante esa década.
La clandestinidad y el resurgimiento del metal
La escena del metal se vio obligada a operar en la clandestinidad, dando origen a los llamados «hoyos fonky». Que eran espacios improvisados utilizados como los puntos de encuentro para bandas y seguidores del género. A pesar de las restricciones, la década de los 80 marcó una apertura gradual, con eventos como el concierto de Queen en Puebla en 1981. Un suceso que fue allanando el camino para la realización de conciertos masivos de rock y metal. Es en esta línea del tiempo que las bandas pioneras del heavy metal emergieron en este contexto.
Así consolidaron las bases de la escena metalera en México. Las bandas y los fans organizaban sus propios conciertos, grababan y distribuían su música de forma independiente. Todavía en 1986 el concierto de Blue Öyster Cult en la Ciudad de México fue cancelado a última hora. El grupo ya se encontraba en el Palacio de los Deportes, pero las autoridades revocaron los permisos.
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Fue el concierto de Rod Stewart en Querétaro en 1989, el que realmente abrió las puertas a la realización de conciertos masivos. Sin tantas restricciones y logrando atraer la llegada de más artistas internacionales a México. Cabe señalar que el heavy metal todavía tuvo otro incidente muy recordado.
Se trata del que prometía ser el primer concierto de Black Sabbath en México, en octubre de 1989 el show de Ozzy y compañía fue cancelado en León, Guanajuato. Los organizadores intentaron moverlo a San Luis Potosí pero no se pudo. Ya que el gobierno y un grupo de personas lo consideraba contrario a los «valores religiosos» de la sociedad.

Vic Vertigo
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