El Bloque Negro (Black Bloc) no es una organización ni un movimiento con membresía fija, sino una táctica de protesta radical surgida en Europa Occidental, específicamente en Alemania Occidental a principios de los años 80. Inicialmente, se empleó en manifestaciones contra el gobierno y en defensa de okupas, pero se popularizó globalmente en el movimiento antiglobalización.
Su esencia radica en el anonimato colectivo y la acción directa. Los participantes visten completamente de negro, usando capuchas, pasamontañas, gafas oscuras y, a menudo, cascos. Este uniforme monocromático cumple tres objetivos:
- Ocultar la identidad: Dificulta a las autoridades la identificación de individuos para evitar su detención o represalias.
- Solidaridad de grupo: Crea una apariencia de masa unificada e indistinguible.
- Protección: El vestuario, a veces con acolchado, puede ofrecer cierta defensa contra los proyectiles o los golpes policiales.
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La táctica se basa en la anarquía y la autonomía. Los participantes, usualmente organizados en «grupos de afinidad» temporales y no jerárquicos, deciden cuándo y cómo llevar a cabo sus acciones, siendo el vandalismo o la iconoclasia contra símbolos del Estado o el Capitalismo (bancos, publicidad corporativa, monumentos) el método más distintivo para visibilizar su descontento.
El Bloque Negro se distingue de otras formas de manifestación por su rechazo a las vías políticas tradicionales y por su metodología:
- Acción Directa: Intervención inmediata y no mediada para lograr un fin. Romper escaparates de corporaciones o enfrentarse a la policía son actos que buscan confrontar directamente al poder.
- Anti-Estado y Anti-Capitalista: Su foco está en el sistema, considerado intrínsecamente violento e injusto. El vandalismo se justifica como una respuesta a la «violencia estructural» del Estado y el mercado.
- Horizontalidad: Ausencia de líderes o portavoces, reflejando su ideología anarquista. Las decisiones se toman por consenso o acción inmediata.
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Acción del Bloque Negro en México
El Bloque Negro se ha manifestado globalmente en cumbres del G8 y protestas ecologistas, pero en México, su aparición ha generado un debate particularmente intenso. La protesta social mexicana ve al Bloque Negro en México como un elemento constante en manifestaciones clave. Es notoria su participación en la conmemoración del 2 de octubre (Matanza de Tlatelolco), donde los actos de violencia y vandalismo suelen monopolizar la atención mediática, generando críticas por supuestamente opacar las demandas originales.
No obstante, es en el movimiento feminista radical donde esta táctica ha sido más adoptada y debatida. Colectivas de mujeres utilizan el anonimato y la acción directa, incluyendo la iconoclasia en monumentos y edificios gubernamentales, como una forma de canalizar la «digna rabia» ante la impunidad de los feminicidios y la inacción del Estado frente a la violencia de género. Desde su perspectiva, estos actos son necesarios para visibilizar una crisis que de otro modo sería ignorada.
El recibimiento de la táctica en el país es profundamente polarizante. La cobertura mediática tradicional tiende a criminalizar al Bloque Negro, etiquetando sus acciones como puro vandalismo y caos, un enfoque que a menudo es criticado por descontextualizar las motivaciones de los activistas.
Esto ha generado fricciones con los contingentes pacíficos que temen que la violencia del Black Bloc deslegitime sus causas. A pesar de la controversia y la constante tensión con las autoridades, esta táctica de protesta radical y anónima sigue siendo una fuerza visible en las calles mexicanas, representando una forma de disenso que se niega a operar bajo las reglas impuestas por el sistema.
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Rosy Chavez
Periodismo cultural en Yaconic. Reportera de las principales fuentes artísticas. Lee mi columna para entender las tendencias y fenómenos culturales del momento.





