Aldous Huxley el popular escritor y filósofo británico, conocido por sus novelas y ensayos. Autor también de relatos cortos, poesías, libros de viajes y guiones. Por ejemplo, The Doors of Perception (1954), una novela sobre una sociedad utópica y quizás una de las más famosas Un Mundo Feliz (1932). Huxley es recordado de igual manera cómo representante del movimiento psicodélico, principalmente porque fue un ferviente creyente en su uso inteligente de ciertos químicos que liberan el espíritu humano.
Otra de sus obras que destacó su interés por los alucinógenos fueron Cielo e infierno, donde aborda el estado de embriaguez causado por las drogas alucinógenas. Y La Isla publicada en 1962.
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Diagnóstico terminal
En 1961, dos años del fatídico día, le fue detectado un cáncer de lengua que le obligó a sufrir duras sesiones de radioterapia. Los médicos le anticipado un final dramático, porque en el cáncer de las vías respiratorias que Huxley padecía, para la fase final suele implicar espasmos y sofocos horribles. Pero él, gracias a su mujer y su última voluntad falleció tranquilo.
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La muerte de Aldous Huxley
Huxley murió el 22 de noviembre de 1963, justamente el mismo día que fue asesinado el presidente Kennedy y qué C.S. Lewis igual moriría. Por la mañana, cuando estaba ya muy débil que no podía hablar, le escribió en un papel a su esposa: «LSD -inténtalo intramuscular- 100 mmg». La señora Laura Huxley entendió a qué se refería y le practicó ella misma la inyección. Fue así como el escritor emprendió su último viaje sin retorno: la muerte.
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«Todos los dioses están hechos en casa, y somos nosotros quienes jalamos sus hilos, y así, les damos el poder para jalar los nuestros.»
Aldous Huxley
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Tiempo después, Laura le mandó una carta a Julián, el hermano mayor de Aldous donde le describía sus últimos momentos.
«No sé exactamente qué hora era, me pidió una pastilla y escribió ‘Prueba LSD 100 intramuscular’ […]. Le pedí que me lo confirmara. Súbitamente supe con claridad que estábamos juntos de nuevo tras dos meses de charlas tortuosas. Entonces supe lo que tenía que hacerse. Fui rápidamente a la otra habitación en donde estaba el Dr Bernstein viendo la TV, acababan de anunciar el asesinato de Kennedy. Tomé el LSD y le advertí ‘Se lo voy a inyectar, él lo pidió’. Regresé a la habitación de Aldous y preparé una jeringa.
El doctor me preguntó si quería que él aplicase la inyección –tal vez por que vio como mis manos temblaban. Su pregunta me hizo tomar conciencia de mis manos y respondí: ‘No, yo tengo que hacerlo’. Me silencié y cuando lo inyecté mis manos estaban firmes. A continuación sentí que compartimos una gran liberación. Creo que eran las 11:20 cuando le di su primera inyección de cien microgramos. Me senté cerca de su cama y le dije ‘Mi vida, quizá en un rato lo tomare contigo’ […] Súbitamente me pareció que había aceptado la muerte; se había tomado esta medicina moksha en la cual creía. Estaba haciendo justo lo que había escrito en ISLAND, y tuve el sentimiento que estaba interesado, liberado, y quieto».
Cinthia Flores
Fotógrafa y reportera.