El futuro ya no es lo que era: La cultura digital y el nuevo «underground»
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El futuro ya no es lo que era: La cultura digital y el nuevo «underground»

Crecí leyendo a William Gibson y viendo Blade Runner. Nos prometieron coches voladores y androides poéticos bajo la lluvia. En cambio, obtuvimos redes sociales, memes y una economía basada en la atención. Quizás no es el futuro estético que esperábamos, pero vaya si es intenso.

En Yaconic siempre hemos buscado lo que se mueve en los márgenes. El arte callejero, la música experimental, las contraculturas. Pero últimamente, he notado un fenómeno fascinante: el «underground» se ha mudado de los sótanos húmedos a los servidores en la nube. La verdadera contracultura hoy en día es digital, descentralizada y, a menudo, indescifrable para el mainstream.

La rebelión de los datos

Hubo un tiempo en que ser rebelde significaba llevar una cresta o escuchar punk. Hoy, la rebeldía pasa por la encriptación. Pasa por entender cómo funciona el sistema para poder navegarlo sin ser detectado.

Hablemos del entretenimiento. Las viejas estructuras (la televisión, las grandes discográficas, los casinos tradicionales de Las Vegas) se sienten obsoletas, pesadas. Son el «Imperio». La «Resistencia» son los streamers independientes, los artistas de NFTs y las comunidades de nicho en Discord.

Es en estos espacios donde se cocina la nueva cultura. Y también donde nacen nuevas formas de ocio. La gente ya no quiere ser un espectador pasivo. Quiere interactuar, quiere riesgo, quiere tener «skin in the game». Por eso vemos el auge de plataformas que mezclan la estadística, el deporte y la tecnología financiera. No es casualidad. Es la búsqueda de un sistema más justo y transparente.

Navegar por este nuevo salvaje oeste digital puede ser confuso. Hay mucho ruido y pocas señales claras. Por eso, encontrar curadores de contenido confiables es vital. Plataformas como SmartBettingGuide actúan como faros en medio de la tormenta de información, ayudando a los usuarios a entender las reglas de este nuevo juego digital sin caer en las trampas habituales. Es como tener un fanzine guía para el ciberespacio.

Estética glitch y neo-tribalismo

Visualmente, esta nueva era tiene su propio lenguaje. El arte glitch, el vaporwave, la estética hacker. Ya no buscamos la perfección de la alta definición; buscamos la textura del error digital.

Y socialmente, estamos viendo un regreso a las tribus. Pero no tribus geográficas, sino tribus de interés. Puedes estar en la Ciudad de México y tu mejor amigo ser un desarrollador en Seúl con el que compartes una obsesión por un videojuego retro o una criptomoneda oscura.

Estas tribus tienen sus propios códigos, su propio lenguaje (HODL, FUD, GM). Si no estás dentro, no entiendes nada. Y eso es lo que lo hace excitante. Es el nuevo «cool».

México en la vanguardia digital

A menudo subestimamos el papel de Latinoamérica en esto. Pero México es un gigante digital. Somos de los mayores consumidores de streaming y videojuegos del mundo. Nuestra creatividad, ese ingenio mexicano de «arreglarlo todo con un alambre», se traduce perfectamente al código y al emprendimiento digital.

Veo a chavos en la Roma o en Iztapalapa creando arte digital increíble, o programando bots, o analizando mercados globales desde sus laptops. La barrera de entrada ha caído. Ya no necesitas el permiso de una galería o de una editorial. Solo necesitas conexión a internet.

El peligro de la hiperrealidad

Jean Baudrillard hablaba de la «hiperrealidad», donde la simulación es más real que la realidad. A veces siento que ya estamos ahí.

Nos preocupamos más por nuestro avatar que por nuestro cuerpo físico. Gastamos dinero real en ropa virtual. Celebramos victorias en deportes electrónicos como si hubiéramos corrido un maratón.

No digo que sea malo, pero es… vertiginoso. Es fácil perderse. La salud mental en la era digital es el gran tema pendiente. La ansiedad, el FOMO (Fear Of Missing Out), la adicción a la dopamina de los likes.

Es importante desconectar. Tocar pasto, como dicen los gringos. Ir a un concierto en un bar de mala muerte donde la cerveza esté tibia y el sonido sature. Recordar que somos carne y hueso.

La música como hilo conductor

Curiosamente, la música sigue siendo el pegamento. Pero la forma en que se distribuye y consume es pura ciencia ficción.

Artistas lanzando álbumes como tokens. Conciertos en el Metaverso (sí, suena pretencioso, pero sucede). La democratización de la producción musical significa que hay más música que nunca. El problema ahora no es el acceso, es el filtro.

Aquí es donde medios como Pitchfork o nuestros propios blogs locales siguen siendo relevantes. Necesitamos humanos que nos digan «oye, escucha esto, vale la pena». El algoritmo es útil, pero no tiene alma.

Conclusión: Surfear la ola

No podemos detener la tecnología. Viene como un tsunami. Lo único que podemos hacer es aprender a surfear.

Aceptemos que el mundo ha cambiado. Que las apuestas deportivas ahora son criptográficas, que el arte es un archivo JPG y que la identidad es fluida. Pero no perdamos la esencia crítica. Cuestionemos todo.

En Yaconic seguiremos documentando esta mutación. Porque al final del día, ya sea con un pincel o con un código de programación, el impulso humano es el mismo: crear, conectar y dejar huella antes de que se apague la pantalla.

Bienvenidos al presente. Es raro, es ruidoso, pero es nuestro.

Columnista de cultura alternativa y crítica. Con background en Comunicación por la Universidad Iberoamericana y 9 años de trayectoria en El Universal, Remezcla y Cultura Inquieta, mi enfoque es el análisis profundo de la contracultura y el arte contemporáneo. Te ofrezco la lectura más rigurosa de los movimientos culturales que moldean nuestra época.