Los tianguis, esos mercados sobre ruedas como ahora los conocemos y que existen desde tiempos prehispánicos. Tal vez algunos productos hayan cambiado en estos lugares actualmente, pero la finalidad es la misma, intercambiar un bien para obtener otro y ser un centro de vida social y económica en México.
Del náhuatl tianquiztli, que traducido podría entenderse como mercado. En tiempos prehispánicos, el tianguis más importante era el de Tenochtitlan, obviamente, ya que al centro del país llegaban vendedores de los otros estados y poblaciones lejanas; el intercambio también era cultural por lo mismo.
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La mayoría de los tianguis fueron desapareciendo conforme avanzaban los años, algunos fueron usados por los colonizadores españoles para poder acercar a los indígenas a la iglesia, otros se dejaron de poner. Sin embargo, existen aún tianguis, con sus respectivos cambios, que aún se continúan estableciendo en sus lugares de origen.
En Cuetzalan, Puebla, se sigue poniendo uno de los tianguis más bellos de México. Cada domingo es el día para ir a disfrutar de los deliciosos aromas que las semillas, miel, café y comida típica que se encuentra ahí. Cuetzalan es de los denominados Pueblos Mágicos, así que el color de los tianguistas resalta junto a la arquitectura y tradiciones del lugar. Aquí convergen las culturas totonacas, náhuatl y españolas.
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Otro tianguis que es toda una experiencia visitar es el de Tlacolula, en Oaxaca, ya que éste es el que más se asemeja y nos remonta a los tiempos prehispánicos en México. Aquí el trueque aún existe y se practica, hay productos típicos de la región y bebidas autóctonas como el delicioso tejate. Los domingos es el día de la semana en que el tianguis se pone, pero si andas de vacaciones por Oaxaca, puedes armar un recorrido tianguista, comenzando el viernes en Ocotlán, el sábado en Oaxaca capital y el lunes en Mihuatlán.
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Justo en el corazón del Valle del Mezquital se encuentra el tianguis de Ixmiquilpan, Hidalgo, tiene maravillas para ti. Los Lunes, para empezar bien la semana, diversas comunidades de la región se reúnen en este lugar para ofrecer artesanías de ixtle o barro originarias del pueblo otomí, también hay frutas, flores de garambullo, especias y una bebida tradicional conocida como Espíritus, que lleva alcohol y yerbas para curar espantos, que también se venden aparte.
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