André Breton, conocido como el padre del surrealismo, transformó la literatura al plasmar en su poesía una visión onírica, intuitiva y libre de las ataduras racionales. Breton fundó el movimiento surrealista en la década de 1920, influido por el psicoanálisis de Sigmund Freud y las vanguardias artísticas de su época. Su poesía es descrita como un viaje a través del inconsciente, utilizando imágenes insólitas y asociaciones inesperadas.
Obras como Clair de terre y L’union libre ejemplifican su búsqueda por superar la lógica y explorar las profundidades del ser humano. El escritor utilizó la poesía como un medio para romper las barreras entre los sueños y la realidad. Hasta la actualidad, su legado sigue influyendo en artistas y escritores. A continuación te compartimos 7 de los poemas más emblemáticos del escritor surrealista.
10 poemas surrealistas de grandes autores

Un hombre y una mujer absolutamente blancos
Al fondo mismo de la sombrilla veo a las prostitutas maravillosas
Su vestimenta algo descolorida del lado del reverbero color del bosque
Ellas pasean consigo un gran sobrante de papel mural
Como no se le puede contemplar sin una congoja en los antiguos pisos de una
casa en demolición
O bien una caracola de mármol blanco caída de una chimenea
O bien una red con esas cadenas que se nublan en los espejos
El gran instinto de la combustión se apodera de las callejas donde ellas se
mantienen
Como abrasadas flores
Lejana la mirada provocando un viento de piedra
Mientras se abisman inmóviles en el centro del torbellino
Nada iguala para mí el sentido de su pensamiento en vilo
La frescura del arroyo donde sus botines empapan la sombra con sus picos
La realidad de esos haces de heno segado en los cuales desaparecen
Veo sus senos que dejan una punta de sol en la noche profunda
Cuyo descender y elevarse es la única medida exacta de la vida
Veo sus senos que son estrellas sobre las olas
Sus senos donde llora para siempre la invisible leche azul
Me dicen que allá las playas son negras
Me dicen que allá las playas son negras
De lava encaminada a la mar
Y se extienden al pie de un inmenso pico humeante de nieve
Bajo un segundo sol de canarios salvajes
Cuál es pues ese lejano país
Que parece extraer todo su esplendor de tu vida
Tiembla muy vivo en la punta de tus pestañas
Suave a tu tez como un paño inmaterial
Recién salido del arca entreabierta de las eras
Detrás de ti
Lanzando sus últimos fuegos sombríos entre tus piernas
El suelo del paraíso perdido
Vidrio de tinieblas espejo de amor
Y más abajo hacia tus brazos que se abren
Es prueba por la primavera
DESPUES
La inexistencia del mal
Todo el manzano en flor de la mar
5 Poemas surrealistas de Luis Buñuel

Airón
A Marcell Noll
Si al menos alumbrara el sol esta noche
Si en el fondo de la Opera dos senos relucientes y claros
Compusieran para la voz amor la más maravillosa letra viviente
Si el pavimento de madera se entreabriese en la cima de las montañas
Si el armiño mirara con aspecto suplicante
Al sacerdote de turbantes rojos
De vuelta del baño contando los coches cerrados
Si el eco lujoso de los arroyos que yo importuno
No lanzara sino mi cuerpo en los prados de París
Por qué no graniza en el interior de las joyerías
La primavera al menos no me causaría más temor
Si al menos yo fuera una raíz del árbol del cielo
Por último el bien en la caña de azúcar del aire
Si se hiciera un estribo con las manos a las mujeres
Que contemplas bella silenciosa
Bajo el arco de triunfo del Carrousel
Si el placer ordenara bajo la apariencia de un transeúnte eterno
Los Aposentos no siendo más surcados que por el guiño violeta de los
senderos
Qué no daría yo para que un brazo del Sena se deslizara bajo la Mañana
De todas maneras perdida
No estoy resignado tampoco a las salas acariciantes
Donde suena el teléfono de las multas del atardecer
Al partir he prendido fuego a un mechón de cabello que es el de una bomba
Y el mechón ahonda un túnel bajo París
Si al menos mi tren penetrara ese túnel
Yo sueño te veo indefinidamente superpuesta a ti misma
Yo sueño te veo indefinidamente superpuesta a ti misma
Estás sentada en el alto taburete de coral
Ante tu espejo siempre en su cuarto creciente
Dos dedos sobre el ala de agua del peine
Y a la vez
Vuelves de viaje te retrasas la última en la gruta
Brillante de relámpagos
No me reconoces
Estás tendida sobre el lecho te despiertas o duermes
Te despiertas donde estuviste dormida o en algún otro lugar
Estás desnuda la bola de saúco rebota aún
Mil bolas de saúco bordonean encima de ti
Tan livianas que a cada instante son ignoradas por ti
Tu aliento tu sangre salvados de la loca truhanería del aire
Cruzas la calle los coches precipitados hacia ti no son más que su sombra
Y la misma
Niña
Cogida en el fuelle de lentejuelas
Saltas a la cuerda
Tiempo suficiente para que asome en lo alto de la escalera invisible
La única mariposa verde que frecuente las cimas de Asia
Acaricio todo lo que fue tú
En todo lo que sigue aún
Escucho silbar melodiosamente
Tus brazos innumerables
Única serpiente en todos los árboles
Tus brazos al centro de los cuales gira el cristal de la rosa de los vientos
Mi fontana viva de Sivas
La última recogida
La carta que espero viaja de incógnito en un sobre
La estampilla la cubre y allende
Esa estampilla está sellada por el zodiaco
Se hace mucho esfuerzo para descifrar mi nombre en su festonado
Cuando me alcance el sol se habrá vuelto frío
Habrá escombros en la Place Blanche
Entre los cuales se distinguirá mi decisión
Semejante a una rueda de ardillas
La abriré con un golpe seco de remo
Y me dispondré a leer
Lo que no dejará de provocar una aglomeración de gente
Pero no me detendré
Las palabras jamás oídas desaparecerán
Serán una llamarada y lucirán en una jaula de amianto
Suspendida en el árbol de las adivinanzas
La carta que espero tendrá el color de veleros extintos
Pero las noticias que me traerá sus formas de rocío
Reencontraré en esas formas todo lo que he perdido
Esas luces que mecen las cosas irreales
Esos animales de metamorfosis que me han vuelto razonable
Esas piedras que pensé lanzadas para perderme a mí mismo
Cuán mínimas son las dimensiones de la carta que espero
Con tal que no se pierda en las partículas de veneno
VIOLETA PARRA: TRES POEMAS PARA LA VIDA

Silueta de Paja
A Max Ernst
Dadme unas joyas de ahogadas
Dos nidos
Una cola de caballo y una testa de maniquí
Perdonadme luego
No tengo tiempo para respirar
Soy un sortilegio
La construcción solar me ha retenido hasta aquí
Ahora ya no tengo más que dejarme matar
Pedid la tabla
De prisa el puño cerrado encima de mi cabeza que comienza a sonar
Un vaso donde se entreabre un ojo amarillo
El sentimiento también se abre
Mas las princesas se aferran al aire puro
Tengo necesidad de orgullo
Y de algunas gotas insípidas
Para recalentar la marmita de enmohecidas flores
Al pie de la escalera
Pensamiento divino en el cuadrado constelado de cielo azul
La expresión de las bañistas es la muerte del lobo
Tomadme por amiga
La amiga de los fuegos y de los hurones
Os mira profundamente
Alisad vuestras penas
Mi remo de palisandro hace cantar vuestros cabellos
Un sonido palpable sirve la playa
Negra por el furor de las sepias
Y roja por el letrero
Violette Nozières
Todas las cortinas del mundo cerradas sobre tus ojos
Por más que intenten hasta el cansancio
Ante su espejo que detiene el aliento
Tender el arco maldito de la ascendencia y de la descendencia
Ya no te pareces a nadie vivo o muerto
Mitológica hasta la punta de las uñas
Tu prisión es la boya que ellos procuran alcanzar en su sueño
Todos vuelven allí ella los consume
Como se alcanza la fuente de un perfume en la calle
Devanan a escondidas tu itinerario
La bella colegiala del liceo Fénelon que criaba murciélagos en su pupitre
El narciso de las nieves del pizarrón negro
Regresa a la casa familiar donde se abre
Una ventana moral en la noche
Los padres una vez más se sacrifican por su hija
Se han puesto los cubiertos en la mesa de operaciones
El buen hombre para ser más real se ha puesto de negro
Mecánico según dicen de trenes presidenciales
En un país de averías donde el jefe Supremo del Estado
Cuando no viaje a pie por temor a las bicicletas
No tiene nada más urgente que tirar la señal de alarma para ir a divertirse en
mangas de camisa ante el talud
La excelente mujer ha leído a Corneille en un libro de clase de su hija
Es francesa y lo ha comprendido
Como su apartamento comprende una singular trastienda
Donde misteriosamente brilla una ropa interior
Ella no es de las que esconden riéndose veinte francos en sus medias
El billete de mil cosido en el dobladillo de su falda
Le asegura una rigidez pre-cadavérica
Los vecinos están contentos
Por toda la tierra
Contentos de ser los vecinos
La historia dirá
Que el señor Noziéres era un hombre previsor
No sólo porque había ahorrado ciento sesenta y cinco mil francos
Sino sobre todo porque había escogido para su hija un nombre en cuya
primera parte se podía inferir psicoanalíticamente su programa
La biblioteca de cabecera quiero decir la mesa de noche
Fuera de eso ya no tiene entonces sino un valor ilustrativo
Mi padre olvida a veces que soy su hija
El turbado
Lo que de una vez teme y sueña en traicionarse
Palabras cubiertas como una agonía sobre el musgo
El que dijo haberlas oído de tus labios desafía todo lo que vale la pena de ser
desafiado
Esa especie de coraje es ahora el único
Solo él nos resarce de esta embestida hacia una glorieta de capuchinas
Que ya no existe
Hermosa glorieta semejante a un cráter
Pero qué socorro
Otro hombre a quien hiciste partícipe de tu desamparo
En un lecho un hombre que te había exigido el placer
El don siempre incomparable de la juventud
Recibió tu confidencia entre tus caricias
Cuán oscuro debió ser ese transeúnte
Que solo supo lanzarte una bofetada en la noche blanca
Lo que huías
No podías perderlo sino en los brazos del azar
Que torna tan flotantes los fines de los atardeceres en París que rodean a las
mujeres de miradas de cristal enloquecido
Entregadas al gran deseo anónimo
Al cual hace maravillosa única
Silenciosamente eco
Para nosotros el nombre que tu padre te ha dado y arrebatado
Nos deslizamos donde se posó tu alto tacón de azúcar
Es igual que crean o aparenten no admitirlo
Ante tu sexo alado como una flor de las Catacumbas
Estudiantes viejos periodistas podridos falsos revolucionarios sacerdotes
jueces Abogados vacilantes
Bien saben que allí concluye toda jerarquía
Sin embargo un joven te esperaba enigmático en la terraza de un café
Ese joven que en el Quartier Latin vendía al parecer en sus ratos libres
L’Action Francaise
Deja de ser mi enemigo porque tú lo amabas
Podríais haber vivido juntos aunque sea tan difícil vivir con su amor
El te escribía al partir Infame querida
Es hermoso aún
Hasta que exista información más amplia el dinero infantil no es sino la espuma
de la ola
Mucho tiempo después las instituciones de caballería y la caballería de los perros
Violette
La casualidad solo será poéticamente una mujer sola en los bosquecillos
inencontrables del Campo de Marte
Sentada con las piernas en X sobre una silla amarilla

Vic Vertigo
Redactora con 5 años de experiencia en el periodismo. Apasionada por contar historias y llevar la información más relevante a la audiencia. Comprometido con la precisión y la ética periodística.