Cinco cuentos cortos eróticos para disfrutar cuando quieras
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Cinco cuentos cortos eróticos para disfrutar cuando quieras

El erotismo es un gran estimulante de la imaginación. Un generador gratuito de endorfinas que puede llevarte a un estado de éxtasis sin salir de tu casa y solo con gozar de una lectura en un rato de ocio. Estos cinco cuentos cortos eróticos son el plan perfecto si decidiste no salir de tu casa y quieres tener una exploración en solitario o acompañado de todos los recovecos que tu imaginación puede incitar.

CINCO CUENTOS CORTOS ERÓTICOS

1. Mi esposa en mi ausencia

Se suponía que llegaba de mi viaje el viernes pero terminé mi labor más pronto de lo esperado y volví el jueves. Decidí no decirle nada a mi esposa y darle la sorpresa. La sorpresa me la llevaría yo.

El taxi me dejó en la puerta de mi casa, saqué la llave y abrí la puerta. Me recibieron unos gemidos frenéticos. Me quedé helado en la puerta oyendo.

-¡Aaah sii ricooo! – decían los gritos, era mi esposa.

Oí pasos aproximándose y no sé porqué pero mi reacción fue ocultarme dentro del baño del primer piso junto a la sala. No cerré completamente la puerta para poder ver que pasaba. Aparecieron dos tipos atléticos desnudos, entre sus piernas colgaban unas vergas considerables. Detrás apareció mi esposa. Ella llevaba una ropa negra de encaje. Detrás de mi esposa venía otro tipo más.

Ella se adelantó a la sala y tomó una botella de whisky de la mesa, había cuatro vasos, no era el primer trago, los llenó todos. Después tomó una bolsita y la vació sobre la mesa. Entre risas y charlas armó cuatro líneas, era cocaína. Ella inhaló de primera. Los chicos la siguieron y cada uno tomó un vaso.

Ella los llamó. Le pidió a uno que se sentara y se hizo penetrar por el culo, al otro lo atrajo para que se la metiera por el coño y al último empezó a chupársela. Uno para cada hueco, no era al azar que fueran tres.

Yo solía viajar con frecuencia… ¿Hacia ella esto siempre? ¿Consumía drogas y hacía orgías en mi ausencia?

-¡Diooos qué ricooo! – gritaba.

Cuando los sujetos se iban a venir,  ella les pidió que lo echaran en un pocillo, en el pocillo en el que yo tomaba café. Los tipos se pajearon y eyacularon dentro de mi vaso. Ella los despachó y subió a la habitación. Oí la ducha, pensé que se acostaría a dormir pero pronto pude ver como salía vestida de gala.

Mi esposa era una mujer atractiva, rubia, delgada, elegante y fina. En su ausencia caminé por la casa para ver los estragos de todo aquello: Ropa interior, condones, semen. Ella se ausentó unas tres horas. Cuando sentí que llegaba, me escondí de nuevo. Mi esposa entró con un tipo, era su jefe. Yo lo conocía, habíamos compartido reuniones. Subieron a la habitación principal, los gemidos empezaron a salir.

Hasta ese momento no había querido aceptar la realidad de que en medio de todo el shock, aquello me tenía la verga dura. Abrí un poco más la puerta para oír mejor y me hice una buena paja con los gemidos infieles de mi esposa. No solo me fue infiel, el tipo durmió en mi cama. Yo dormí en el baño. Me despertaron unos pasos.

-Vete ya jajaja, mi esposo está por llegar – Decía mi esposa.

-Sí, sí, sí. Jajaja ya me voy – Decía su jefe.

-Gracias por venir.

-¿Cuándo nos volvemos a ver?

-Como siempre, él se va en dos semanas. Pero quiero lo que me prometiste.

-Sí, vamos a ir a la cabaña.

-¡Qué rico!

-¿Me la chupas antes de irme?

Estaban a metros de mi escondite y vi todo. Mi esposa se arrodilló frente a él y le hizo una tremenda mamada. Cuando se iba a venir, lo pajeó y buscó mi pocillo para depositar allí toda su leche. La leche de cuatro tipos estaba ahí. Cuando el tipo se fue, ella se puso a organizar todo rápidamente. Caí en cuenta que se suponía que yo estaba por llegar así que en un momento en el que subió a la habitación, salí del baño. Calculé el tiempo y toqué la puerta.

-¡Hola mi amor! – Dijo al verme entrar.

-Hola amor ¿cómo estás? – dije tratando de sonar normal.

Vi como se dirigía a la cocina, fui tras ella. Agarró el pocillo y vertió sobre él una buena cantidad de café.

-Toma mi amor, tu café – Me dijo sonriente entregándome la taza.

Sabía que allí dentro además de café, había una buena cantidad de semen. Pero no hice nada, me tomé todo.

Decidí volver un día o dos antes de mis viajes. Los amantes de mi esposa eran incontables.

-¿Y tu esposo? – Le preguntaba un tipo que estaba con ella.

-Está de viaje.

-Pobre cornudo.

-jajaja sí… es un idiota.

-Qué mala eres.

-Se lo merece por mal polvo.

-Ven, quiero te vengas en su almohada.

2. Mi cuerpo y su incendio

Ahora mismo estoy desnuda bajo la sábana. La necesidad de tener sexo me mantiene en vela y me aleja de mi descanso. 

Un amigo me invitó a una tarde llena de sorpresas que ni yo imaginé. Me vestí como de costumbre. Un un lindo leotardo transparente, unos jeans y unas botas sensacionales que me encantan. La combinación era de infarto, plataforma ancha en los pies y sin panti ni bra.

Fuimos a un lugar lejano fuera de la gente y la bulla, eso me excito y creo que llegue mojada al destino. Era una cabaña un tanto vacía, no había muebles y en lo que él pretextaba que tenía que ver porque no había luz e iba de aquí para allá, yo encontré una cobija que tendí en el piso. Comencé a quitarme el suéter y el pantalón para quedarme en mi leotardo rojo transparente y mis botas. Me excitaba tanto que me viera así. En cuanto me vio, se volvió loco y yo le baile.

Le dije “tócame, tus manos me calientan y me excitan.”

Parecía como que dentro de mi algo se incendiaba. Él me tomó en su brazos llenos de fuerza varonil y comenzó a besarme. Me quito la parte de arriba del leotardo y me besaba frenéticamente hasta llegar a mis pechos deseosos de su labios, de su saliva, de sentirse succionados una y otra vez. Me lamía, me chupaba y yo, mojadisima estaba loca y sin voluntad.

Le dije: “¿qué quieres de mí”.

Me respondió: “tu culo”.

Yo le contesté: “convénceme”.

Y arremetió contra mi cuerpo. Lo besaba una otra vez y me metía sus dedos por mi vulva y mi ano. ¡Ay qué rico senti! Casi me vengo. Sus manos tan grandes me llenan de locura.

Continuará…

3. Amo, soy tu sumisa

Eran casi las 11 de la noche cuando llegué a su casa. Toqué la puerta y él me esperaba. Solo tenía una camisa de franela y un bóxer, con los pies descalzos. Así apareció frente a mí cuando abrió la puerta.

Yo iba con una falda negra, suéter y sandalias verdes pero sin ropa interior.

Me recibió con su sonrisa franca, limpia y su cara de enamorado.

Yo entré, cerró la puerta e inmediatamente lo besé, él me abrazó duro y de una vez bajó sus manos hasta mis nalgas. Metió sus manos bajo mi suéter y me lo quitó.

Yo también saqué su camisa mientras decía – «aquí estoy mi amo» «aquí estoy mí amo. Para ti, para servirte»

Inmediatamente me arrodillé. Hice una reverencia, baje mi cabeza hasta el piso y besé sus pies. Lamí sus dedo, subí con besos y lamidas por una pierna y por la otra hasta llegar allí, su verga que ya se veía abultada debajo del bóxer. Me apresuré a quitárselo para poder meterla en mi boca. Vi y sentí cómo fue creciendo dentro de mí Mí amo disfrutaba.

Lo escuchaba musitar – «así es zorra, mi puta, mi perra, así es. ¡No pares!»

Estuve allí de rodillas frente a él, con su polla en mi boca, la cual me lamí y mamé como si se tratara de un biberón. Yo la tragaba toda, la sacaba y metía. Luego él tomó con su mano mi cabello y ponía fuerza para que yo lo hiciera con mayor firmeza y velocidad. Ya no podía más, ya no controlaba ni mi salivación.

Mí amo paró y me tomó de las manos, ya mis rodillas no soportaban más y me ayudó a parar. Me dio apenas un besito en los labios y me preguntó si deseaba tomar algo. Inicialmente tome agua y luego tomé un rico vino que me ofreció, mientras le contaba algo que vi mientras llegaba a su casa.

Se interesó por mí salud y luego me acerque para besar sus labios. Para agradecer que se preocupara por mí. Inmediatamente me tomó de la mano y me llevó escaleras arriba a su habitación.

– Quiero que te acuestes allí, boca abajo… yo obedecí. Él tomó mis muñecas y las ató a unas cadenas que estaban a los extremos de la cama, luego sentí que me azotaba con unas tiritas de cuero. Era suave pero firme, cada pausa aumentaba mi ansiedad. Él me decía que me amaba pero que debía hacerlo, por haberlo desobedeciendo, pues no fui puntual, que debía enseñarme a ser una buena puta, una buena sumisa. Yo lo acepté, mi amo no debe pasar por ese momento desagradable de esperarme.

Yo recibí 20 azotes y la piel de mi espalda ya estaba roja, mis nalgas ya dolían, yo gemía y mi amo me decía, – “¿aprenderás a ser puntual? ¿No volverás a llegar tarde?”. – “Lo prometo amo, lo prometo”- respondí.

Luego de eso me soltó, me colocó una toalla encima y me abrazó para que no sintiera más el frío del aire acondicionado. Mis pezones estaban muy duros y sentí como pegaban de su pecho. Mis lágrimas surgieron entre el amor a mí amo y la sensibilidad de sentirme castigada.

Mi amo me consoló yo empecé a besarlo y lo lleve hasta la cama. Él se sentó y yo lo empuje quedando medio acostado con los pies en el piso, su polla se veía más parada que nunca. Lamí su polla y la mamé, luego me subí a la cama, él se subió también totalmente y continué mamando. Por momentos la metía toda en mi boca, hasta el punto que me producía arcadas y la piel se me erizaba toda. Salía y entraba de mi boca, tanto que en un momento mi amo tomó mi cabeza y la enterró más aún en su polla. Lo escuché gemir, de pronto sentí su leche en mi boca. Salió tan fuerte que la tragué sin pensarlo.

Subí hasta su pecho, me recosté sobre él y dormitamos unos minutos. – “Te amo, amo. Soy tuya, tu puta, tu perra, tu zorra, soy lo que tu desees que yo sea”, le dije antes de que el sueño nos ganara.

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4. Pasaron días

Pasaron muchos días después de la primera vez y no supe más de ella. Uno comienza a pensar en que algo estuvo mal aunque ella lo disfrutó, desde mi perspectiva. Tal vez pensó que no era correcto, mucha cercanía quizás.

De mi parte sería el secreto mejor guardado de estos días, pero ella no me conocía y era lógico desconfiar, creo que ella es tan reservada como yo pero no nos había dado tiempo de entrar en esos detalles.

Pasaron dos días más y de momento un poco antes de la madrugada, la luz roja de mi teléfono parpadeo y al mirar era ella, ese «Hola» era como agua en el desierto y conteste rápidamente. Nos saludamos y toqué el tema: -Oye… Te gustó lo del otro día?- Y no contestó más.

Ahora pensaba que estaba jugando con mi mente, que no sería yo el cazador sino la presa que entró en terrenos desconocidos pensando en ser dominante, y sin duda, su carácter daba para eso y más. Así pasaron tres días hasta que volví a escribir y le dije sin rodeos, -¿vamos por otros tragos?- al cabo de un rato contesto -Ok-.

Era extraño. Era como querer pero relajadamente, sin afán a su ritmo. SÍ pasa, pasa y si no también; total, yo fui quien comenzó y no ella, aun no la descifro. Tal vez se divertía y quería ver hasta donde llegaba mi malicia sin delatarse, sin culpabilidad alguna, sin desbocarse.

Nos vimos y fuimos al mismo lugar. Esta vez llevaba una falda puesta con tacones espectaculares y eso me puso a maquinar.

En medio de la conversación, la música y la gente le dije que quería hacer una apuesta y si ganaba tendría que hacer algo que le pediría y viceversa. Nunca pierdo en piedra papel o tijera así que le pedí que fuera al baño, se quitara la panty y regresará a guardarla en su cartera delante de mí.

Me hizo caso, cosa que me puso a millón, me encanta la obediencia. Al volver, yo ya debajo de la mesa había sacado mi pie del zapato y en lo que se sentó extendí mi pierna hasta ella y lo coloque en su vulva, realmente no podían vernos si éramos discretos. Comencé a tocar y disimulando continuamos con nuestras bebidas, al rato sonó una canción particular y la invite a bailar. Era estimulante saber que no tenía nada bajo la falda, primera vez que conscientemente bailaba con una mujer sin pataletas delante de la gente.

Bailamos lento y apretado, ya había tocado por un rato y tal vez causado algo de humedad que junto con la danza erótica de la salsa lenta comenzaron a hacer que los cabales desaparecieran.

Lo tenía muy erecto y ella podía sentirlo. Se colocó en una posición que con el ritmo de la música hacía que pareciera sexo en el medio de la pista y yo solo quería desnudarla para tomarla allí delante de todos sin importarme nada. Sabía que era imposible, la tome de la mano y le dije – ¡vamos, ven! Salimos por la puerta de las escaleras, subimos hacia otro nivel, había otra puerta, estaba cerrada pero quedamos en un sitio solo y con poca luz.

Con el riesgo de ser descubiertos, la coloque contra la pared y ella puso sus dos manos extendidas, subí su falda y la penetre. ¡Estaba húmeda! Había tanto calor que parecía el sol, no había tiempo para el romance solo tome su cabello le di dos vueltas en mi mano y lo temple hacia mí. Sus gemidos aumentaron, le gusta la maldad.Mi otra mano en sus caderas para impulsarme más y tomándola del pelo le di duro.

El  fondo de la música le daba libertad para hacer ruido, el choque de nuestros cuerpos como aplausos sonaban acompasados como un ritmo salvaje aumentando la velocidad y sus gemidos divinos. Así seguimos hasta que nos vinimos juntos de manera efusiva y jadeante.

Nos arreglamos un poco. Sin decir una palabra, volvimos a nuestra mesa pedimos la cuenta y nos fuimos…

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5. Amigos de la universidad 

¿Cómo llegas a enamorarte de una persona a simple vista? Esto era algo que ella nunca entendió, no tenía lógica y no le sonaba muy real.

Se conocieron de manera muy normal, en la oficina de la universidad. Ella era una estudiante transferida de otra universidad y él un estudiante que tenía traslape de horarios. Ambos en el mismo lugar, a la misma hora y por razones diferentes.

La secretaria preguntó, -¿quién va primero?- Ella espero a que él respondiera, él esperó que ella respondiera, al ninguno hacerlo. Ella dijo, – bueno va la nueva -. Se vieron a los ojos y en ese momento se acercaron a abrir la puerta, un toque de electricidad recorrió a ambos.

Nada más pasó, no se conocían, y la vida siguió su curso. Varios meses transcurrieron y nunca se volvieron a encontrar, hasta esa tarde en la cafetería, él la vio y decidió hablarle, al final ya sabía que era nueva.

Ella lo reconoció y conversaron, de cómo iba todo, ser nueva en la uni y como iba con ello. Él estudiante de ingeniería, ella estudiante de historia, y el resto… Es historia. Comenzaron a reunirse para almorzar, todos los días y conversaban de todo, eran pláticas amenas y divertidas. Poco a poco comenzaban a ser más cercanos.

Poco a poco fueron conectando y todo se fue dando, una tarde de tantas en vez de almorzar, él le propuso ir a un hotel spa que quedaba cerca de la universidad y poderse relajar sin que los interrumpieran. Ella aceptó y ambos fueron al hotel spa, un lugar hermoso, tranquilo fuera de las áreas para estudiantes. Ordenaron el almuerzo, disfrutaron de una bebida y siendo viernes, pensaron en pasar la noche ahí para no regresar a la universidad.

Pidieron dos habitaciones, pero era un lugar pequeño así que no había muchas habitaciones. Una habitación doble fue la que pudieron pagar y acordaron cada uno quedarse en una cama para poder descansar.

Pasaron otro rato en la piscina, en el jacuzzi, descansaron, rieron, conversaron y pasaron un excelente día. Llegó la noche y se dirigieron a la habitación, ella no quería salir más,  el viento frío soplaba un poco, comieron en la habitación y vieron una película, cada uno en su cama.

A ella se le ocurrió unirse a él, pero no quería forzar nada. No quería parecer necesitada de cariño, aunque lo necesitara a él. Como adivinando, él le preguntó si querían unir las camas o estar en una sola. Decidieron unirlas y poco a poco se fueron acercando uno al otro, primero las manos, los brazos, hasta que se abrazaron el uno con el otro y siguieron viendo la película.

Poco a poco ese abrazo se convirtió en caricias, en toques suaves y besos… No se podía negar, ambos estaban demasiado calientes para parar. Él le fue quitando la bata, el traje de baño que ella llevaba, y ella a su vez hizo lo mismo con él. Poco a poco él fue besando cada parte de su cuerpo. Mientras la besaba, con sus dedos recorría todo a su paso. Ella estaba mojadisima y solamente quería que él la penetrara.

Siguieron besándose hasta que introdujo su verga dentro de ella. Pudo sentir su calor, su humedad, lo apretada que estaba y lo mucho que lo deseaba. Se fundieron en un sólo cuerpo y la excitación era demasiado, algo que no podían controlar ni siquiera dentro de esa habitación de hotel… estaban muy calientes los dos y solamente querían coger y coger.

¿Qué te parecieron estos cinco cuentos cortos eróticos? 

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Stephanye Reyes

Periodista en deformación. Humana por imposición, bruja por elección. Ojos defectuosos pero talentosos. Hago fotografía de todo lo que mis miopes ojos ven: Ig:bruja_amapola