Por Bibiana Camacho
MARTIN BROWN
Martin George Brown falleció mientras jugaba en Scotswood, una comunidad miserable al norte de Londres, en el distrito de Newcastle, el 25 de mayo de 1968. Dos niños que jugaban en una casa en ruinas encontraron su cuerpo, sin vida. El pequeño niño rubio estaba tirado cerca de una ventana, con sangre y saliva escurriendo por su rostro. Los pequeños alertaron a unos empleados que trabajaban cerca y uno de ellos intentó reanimarlo sin éxito.
BRIAN HOWE
El 31 de julio de 1968 Brian Howe, de tres años de edad, desapareció sin dejar rastro. Mientras Pat, su hermana, lo buscaba desesperadamente, se topó con Mary Bell, una vecina, a quien preguntó: “¿Estás buscando a Brian?” Ella respondió: “Sí, ya debería estar en casa”. Mary condujo a Pat a un área industrial donde los niños solían jugar entre materiales de construcción y carros abandonados. Pat estaba muy preocupada, pues apenas dos semanas antes Martin Brown había sido encontrado muerto en una casa abandonada. Mary le señaló un montón de ladrillos y le dijo: “Puede que esté jugando ahí detrás o por ahí”. Pat le dijo que su hermano nunca se acercaba a ese lugar y que tampoco jugaría entre esos escombros. Pero en efecto, Brian estaba entre esos ladrillos. Pat no se acercó. La policía lo encontraría a las 11:10 de la noche de ese mismo día, en ese lugar, cubierto por maleza: había sido estrangulado. A su lado se hallaron unas tijeras rotas. Había cortes en sus muslos y sus genitales estaban parcialmente mutilados. También le cortaron mechones de cabello.
El inspector James Dobson dijo que había cierta jocosidad macabra, terrorífica, en el aspecto de Brian. En su panza alguien había hecho una “M” con una navaja de rasurar. Luego se descubriría que la primera letra fue “N”, y que más adelante alguien le agregó unos cortes más para que la letra se convirtiera en “M”.
No es de extrañar que para ese verano de 1968 los habitantes de Scotswood entraran en pánico. La policía inundó las calles en busca del culpable. Desde el inicio, las autoridades intuyeron que el asesino era un niño. Esto debido a la naturaleza de las heridas: de haber sido causadas por un adulto hubieran hecho mucho más daño. Los vecinos empezaron a preguntarse si la muerte de Martin Brown habría sido también un asesinato.
Brian no tiene madre, así que nadie lo extrañará. Diario de Mary Bell.
INVESTIGACIÓN
Los policías entrevistaron a más de mil niños durante la investigación. La familia de Brian les dijo que sospechaban de Mary y su mejor amiga, Norma Bell (quien a pesar del apellido no tenía relación familiar con Mary), pues las dos niñas los habían acosado preguntándoles si extrañaban a Brian y si lo querían, en tono de burla. Mary, de once años, y Norma, de trece, fueron entrevistadas y ambas dieron respuestas vagas y sospechosas. Incluso cambiaron su versión en varias ocasiones. Mary se comportaba evasiva y distante; Norma estaba emocionada y sonreía continuamente como si se tratara de una broma.
Durante uno de los interrogatorios Mary recordó de pronto haber visto a un niño de ocho años con Brian el día que éste murió. Según ella el niño golpeó a Brian sin motivo. También había visto al mismo niño jugando con unas tijeras rotas. Pero lo que Mary no sabía es que ese niño estaba en el aeropuerto en el momento en que ocurrieron los hechos. Además lo de las tijeras era una evidencia secreta, ella no tenía por qué saberlo.
DECLARACIONES DE NORMA
Antes del funeral de Brian, el inspector Dobson interrogó a Norma de nuevo. Esta vez dijo que Mary le aseguró que ella habría matado a Brian y que la llevó a la zona de los ladrillos para mostrarle el cadáver. “Le retorcí el pescuezo y le aplasté los pulmones, así es como los matas. Pero no le digas a nadie.”, le dijo Mary. Cuando Norma lo vio supo que estaba muerto: tenía los labios morados.
La historia de Norma era impactante. La policía fue de inmediato por Mary a su casa. Eran las 12:15 de la noche. Pero cuando la interrogaron Mary no mostró ninguna emoción; sus grandes ojos azules estaban impasibles, parecía estar actuando en una película. Trataron de que confesara hasta las 3:30 de la mañana, pero Mary se hacía la lista y terminó diciendo: “No voy a declarar nada más, ya dije demasiado. Siempre vienen por mí, Norma es una mentirosa que siempre trata de meterme en problemas”. La tuvieron que dejar ir.
El día del sepelio de Brian Howe, el 7 de agosto, el detective Dobson observó a Mary Bell parada frente a la casa de la familia Howe cuando sacaron el pequeño ataúd. La niña se quedó ahí, riendo y frotándose las manos. Entonces no tuvo duda alguna de arrestarla.
Fragmentos de la declaración oficial de Mary:
Yo, Mary Flora Bell, quiero hacer una declaración. Quiero que alguien escriba lo que tengo que decir. Me dijeron que no diga nada si no quiero, pero lo que diga será considerado como evidencia.
Brian estaba en la calle y Norma y yo caminamos hacia él. Pasamos de largo, pero Norma dijo “¿Vienes a la tienda Brian?”, yo le dije “Norma no tienes dinero, ¿cómo puedes ir a la tienda?” Pero Brian iba con nosotras y aunque yo quería que regresara a casa, nos siguió.
Fuimos a Crosshill Road, con Brian enfrente de nosotras porque Norma lo guiaba. Nos encontramos a un niño negro y Norma trató de echarle bronca, pero el niño le pegó y luego se fue.
Fuimos al lado de la tienda Dixon y nos encaminamos por las vías del tren. Le pregunté a Norma que a dónde íbamos y ella me dijo que íbamos a ver a los renacuajos que nacían en un charco. Más adelante vimos un tubo enorme de concreto y Norma le dijo a Brian que se metiera dentro porque ahí había una señora con cajas de dulces. Todos entramos, pero Brian empezó a llorar y Norma le apretó el pescuezo. Luego le dijo que la señora de los dulces en realidad estaba por donde estaban los ladrillos y fuimos para allá. Le dijo que se tenía que acostar para que la señora llegara. Ya acostado, lo empezó a estrangular con fuerza, Brian luchaba y yo trataba de jalarla de los hombros, pero me gritó.
Brian ya estaba blanco y azulado, con sus ojos muy abiertos. Sus labios eran morados y se volvió bofo, como aguado. Norma lo cubrió con pasto y ramas y yo le dije que no tenía nada que ver con esto. Regresamos a casa. Norma actuaba extraño: hacía caras y movía sus dedos constantemente. Dijo: “Este es el primero pero no será el último”. Yo estaba muy asustada. Norma sacó de su casa unas tijeras y se las guardó en el pantalón, luego me pidió que fuera por una pluma para dejar un mensaje en el estómago de Brian. Pero ella ya traía una navaja Gillette. Regresamos a los ladrillos y Norma le cortó el pelo. Trató de cortarle la pierna y la oreja con la navaja. Trataba de mostrarme que era filosa. De pronto un hombre con una niña rubia se acercó por las vías del tren. Entonces ella dejó las tijeras y escondió la navaja entre los tabiques y nos marchamos.
Más tarde estaba ayudando a buscar a Brian y traté de indicarle a Pat donde estaba, pero Norma convenció a Pat de que no estaba ahí. Luego me acosté como a las 7 de la noche y pasadas las once vimos cómo traían el cuerpo de Brian. Un día Norma me dijo que si un día me meten a un orfanato, debo alimentar y matar a los pequeños para luego huir.
Leí mi declaración y me dijeron que puedo corregir, alterar o agregar lo que quiera. Esta declaración es cierta y la hice de mi propia voluntad.
Mary Flora Bell (firmada a las 6:55 pm)
La declaración de Mary estaba salpicada de verdades. La intención de culpar a Norma era obvia, sin embargo era indudable que ambas tenían algo de culpa. Dobson la acusó formalmente de haber asesinado a Brian. Y ella dijo: “Por mí está bien”. Poco después también arrestaron a Norma, quien le dijo a Mary: “Me las vas a pagar”.
Las niñas fueron encerradas en la estación de policía Newcastle West End, donde estuvieron inquietas, se gritaban de puerta a puerta y no había modo de callarlas.
EL PROCESO
El proceso duró nueve días y despertó la atención de toda una nación fascinada y aterrorizada por las declaraciones y los descubrimientos de la personalidad de Mary.
Durante el juicio, los investigadores consideraron que la misteriosa muerte de Martin Brown habría sido un asesinato. Prácticamente Mary se jactaba de ello, pero como todos en el barrio la consideraban medio chalada, nadie tomó en serio aquellos gritos a todo pulmón mientras señalaba la casa de la familia Brown: “¡Soy una asesina!” La gente solo reía.
Pero incluso antes de la muerte de Martin, Mary ya había tenido antecedentes de maltratar a otros niños. El 11 de mayo de 1968 hallaron al primo de Mary de solo tres años sangrando de la cabeza. Estaba acompañado por Mary y Norma, quienes aseguraron que se había caído de las escaleras, cuando en realidad Mary lo había empujado. Al siguiente día, tres niñas jugaban en la escuela y fueron atacadas por Mary y Norma. Una de las niñas dijo que Mary intentó ahorcarla. Las maestras llamaron a la policía y todas culparon a Mary. De acuerdo al reporte del oficial, las niñas recibieron una plática contra la violencia. Diez días después encontraron el cuerpo de Martin Brown. De hecho fueron las amigas quienes avisaron a la tía del niño; le dijeron que había ocurrido un accidente y que quizá se trataba de Martin. La policía no encontró signos de violencia. Había un frasco de aspirinas cerca y creyeron que se las había tragado todas. El cuerpo no presentaba marcas visibles de estrangulamiento. La policía concluyó que se había tratado de un accidente y ni siquiera llamaron al Departamento de Investigación Criminal. Los vecinos se limitaron a protestar por las malas condiciones del barrio, pero nada más ocurrió.
La tía de Martin recordaría, durante el proceso, cómo las niñas la acosaban para preguntarle: “¿Lo extrañas, lloras, quién lo extraña más?” Al final la tía las corrió y les pidió que no volvieran. Entonces fueron con la madre, tocaron la puerta y pidieron ver a Martin. La señora les dijo que no podían porque estaba muerto, a lo que Mary contestó: “ya sé que está muerto, lo quería ver en el ataúd”.
El lunes 27 de mayo los maestros encontraron la escuela ubicada entre Woodlands Crescent y Whitehouse Road vandalizada. Había caos y desorden por todos lados, pero lo peor fueron las notas por doquier que decían: “Yo lo maté, y voy a volver”:
“I murder
so THAT
I may come back”
«fuch of
we murder
watch out
Fanny
and Faggot»
«we did
murder
Martain
brown
Fuckof
you Bastard»
«You are micey
y Becurse
we murdered
Martain Go
Brown you Bete
Look out THERE
are Murders about
By FANNYAND
and auld Faggot
you Srcews»
La policía consideró las notas eran bromas macabras.
El asesinato no es tan malo, de todos modos nos vamos a morir. Diario de Mary Bell.
La presencia de la familia de Mary en la corte no fue de ayuda. La histriónica Betty, madre de Mary, interrumpía a cada momento, gritaba, lloraba, chillaba, en una repetición histérica de movimientos y zangoloteos; como si estuviera en una telenovela. Mary la observaba con sus grandes ojos azules llenos de coraje. Por su parte, ella tampoco supo ganarse a la audiencia: no sonreía jamás y parecía ajena a lo que se desarrollaba a su alrededor. Tampoco lloraba, su mirada era dura e impenetrable.
Norma corrió con mejor suerte: estaba rodeada de lo que parecía una familia cariñosa y sólida, que reaccionaba a las evidencias y testimonios con nervios y miedo. Cuando le tocó subir al estrado aseguró que ella siempre fue la testigo de las atrocidades que cometía Mary, pero que jamás había participado en ellas.
Un día antes de que subiera al estrado Mary le preguntó a una policía el significado de “inmaduro”, pues había escuchado que la defensa de Norma habría dicho que la niña lo era. Luego preguntó: “¿o sea que eso significa que si yo soy más inteligente, toda la culpa es mía?”
Mary testificó al sexto día. Las galerías estaban llenas, no cabía nadie más, todos esperaban con fascinación y morbo las declaraciones de la hermosa Mary, quien negó rotundamente tener algo que ver en la muerte de Martin Brown. Aceptó haber estado con Brian Howe el día de su muerte, pero en este punto ambas se acusaron mutuamente de haberlo matado. Norma lloraba y negaba; mientras que Mary hablaba con voz fuerte y firme. Norma dijo que Mary habría matado a Brian, pero no pudo explicar por qué, si estaba tan aterrorizada como afirmaba, aceptó regresar al lugar del crimen para marcar la panza del niño con una “N”, que luego sería completada para convertirse en una “M”.
Los peritos identificaron fibras de lana gris en los cuerpos de Brian y Martin que correspondían con la blusa que pertenencia a Mary, y fibras color marrón de una falda de Norma también fueron encontradas en uno de los zapatos de Brian. Peritos en caligrafía analizaron las notas de vandalismo y concluyeron que Norma y Mary habían escrito los recados de manera conjunta. Mary además hizo algunas declaraciones desafortunadas durante el juicio, como: “Me gusta herir a los seres vivos, animales y personas que son mucho más débiles que yo, que no se pueden defender”. La fiscalía terminó por culpar a Mary de influenciar a Norma para cometer actos ilícitos.
Había una vez un niño que nada más se acostó y se murió. Diario de Mary Bell.
CONDENA
El veredicto fue dado a conocer el 17 de diciembre de 1968: Norma fue absuelta de todas las acusaciones; Mary Bell fue declarada culpable. El juez Mr. Justice Cusack la describió como un peligro y dijo que representaba un gran riesgo para otros niños. Fue sentenciada a la llamada pena At Her Majesty’s Pleasure, es decir, una sentencia a prisión indefinida.
El psiquiatra, el Dr. Orton, quien analizó a Mary, dijo: “He tratado a varios niños psicópatas, pero nunca como Mary: tan inteligente, manipuladora y peligrosa. Durante el juicio ella no demostró remordimiento, ansiedad o lágrimas, no demostró emoción alguna al saber que iría a prisión y menos por el hecho de haber matado”.
Mary ingresó en febrero de 1969 al Red Bank Special Unit, un estricto reformatorio, y permaneció ahí hasta noviembre de 1973. El director James Dixon logró mantener a Mary disciplinada e incluso cumplió el rol de padre protector.
Los únicos momentos en que Mary perdía el control y se volvía agresiva eran cuando la visitaba su madre. El personal trató de impedir esas visitas, pero en ese entonces era impensable que una madre no tuviera el derecho de visitar a su propia hija. Aún no salían a la luz los abusos a los que Mary fue sometida.
Betty Bell aprovechó la fama de su hija y vendió las historia a varios tabloides, le encantaba que la entrevistaran y cada que visitaba a la niña le pedía que escribiera un poema o un pensamiento para luego venderlos. La mujer fingía desmayos y pretendía estar muy preocupada por su hija, pero en realidad estaba abusando de ella.
En 1973 Mary fue transferida a la prisión de Moor Court Open. El cambio provocó efectos negativos en su comportamiento pues ya se había acostumbrado al reformatorio. No obstante logro adaptarse poco a poco. En 1977, cuando fue trasladada a un lugar con menos seguridad, Mary escapó y dos días después lograron capturarla. Durante ese tiempo tuvo relaciones sexuales con un par de muchachos, quienes luego vendieron sus historias a los medios.
Me dijo asesina, así que la tomé del cabello y le estampé la cara en la cena. Respuesta de Mary Bell al ser cuestionada por haber lastimado a una compañera de cárcel.
Mary fue liberada el 14 de mayo de 1980 a los 23 años. Vivió un tiempo en Suffolk y tuvo varios empleos: mesera, en una escuela para niños, en una universidad, pero finalmente regresó a vivir con su madre. Poco después se embarazó y tuvo una hija en 1984. A pesar de su pasado se convirtió en una madre amorosa y atenta. Eventualmente conoció a un hombre con el que se casó. Por desgracia resultaba muy difícil pasar desapercibida y Mary tenía que huir cada vez que era descubierta por los vecinos como “la niña asesina”. Mary logró hacerse de una nueva identidad y dirección que se mantienen en secreto gracias a la “Ley Mary Bell”, creada el 21 de mayo de 2003 en Inglaterra que protege la identidad de cualquier menor involucrado en procedimientos legales.
En 2009 Mary Bell se convirtió en abuela. Actualmente su paradero y el de su familia es desconocido.
LA OTRA PARTE DE LA HISTORIA
La escritora Gitta Sereny escribió The Case of Mary Bell en 1972. El libro es un recuento de los asesinatos y del juicio. Luego escribió Cries Unheard: the Story of Mary Bell (1998), una biografía basada en entrevistas a la propia Mary, familiares, amigos y profesionales que llevaron el caso. Solo tras la publicación de este segundo libro se supo de los abusos que Mary sufrió de niña. Además, el libro también es una crítica al sistema de justicia británico de los sesenta, que no contaba con ningún modelo de castigo para un crimen como éste. Mary fue víctima de innumerables abusos y los padres nunca fueron investigados. Mary jamás relató los abusos sufridos durante el juicio pues se especula que como muchos niños, fue educada para guardar silencio, especialmente con figuras de autoridad. Por lo tanto una parte de la historia jamás fue revelada en el momento oportuno.
¿Qué podría ser lo peor que me pase, que me cuelguen? Pregunta Mary Bell a una policía.
EL ORIGEN DE MARY FLORA BELL
Betty Bell, la madre de Mary, nació en Glasgow en 1940. Su familia la describía como una niña muy religiosa. Incluso pensaban que se convertiría en monja. Le gustaba el atuendo clerical, los altares y los cementerios. Pero todo cambió cuando su padre murió y se volvió inestable y nerviosa. Hacía berrinches por todo y empezó a abusar de las drogas. El 26 de mayo de 1957 concibió a Mary Flora Bell, su primera hija; jamás se supo quién era el padre. La joven madre de apenas 16 años no tenía mucho que ofrecer. Su primera reacción cuando la enfermera le acercó a su hija para amamantarla fue: “¡Aparten esa cosa de mi lado!”.
Poco después Betty se instaló en el barrio duro de Scotswood con Billy Bell, un conocido asaltante; ambos se ausentaban por largas temporadas y dejaban a la niña encargada con vecinos y familiares. Incluso en alguna ocasión Betty intentó darla en adopción sin conseguirlo. La madre tuvo otros hijos con el tiempo, y todos trataban a Billy como tío, de este modo podían contar con la ayuda del gobierno. La casa donde habitaban estaba casi vacía, Mary creció con graves carencias afectivas y materiales. Además Betty tenía una fijación con su primogénita: la odiaba profundamente. Si la niña se hacía pipi en la cama, Betty restregaba su cara sobre el colchón húmedo y luego lo sacaba a orear para que todo el mundo se enterara. Varias veces intentó asesinarla, quería hacerlo pasar como un accidente. Durante sus primeros años le daba brebajes con hierbas extrañas, píldoras y pastillas, y la dejaba sin comer por largos periodos. En no pocas ocasiones Mary tuvo que ser internada en el hospital para que le hicieran lavados de estómago. Como Betty no logró deshacerse de ella, pasó a otra etapa igual de cruel y destructiva; en cuanto la niña cumplió cuatro años, la instruyó en los escarceos sexuales. Al principio la sujetaba desnuda, mientras los hombres eyaculaban en su boca. La violencia y el alcohol eran las constantes. En cuanto cumplió los ocho años, Betty vendió la virginidad de su niña a uno de sus clientes. Después la obligó a participar en actos sexuales con pedófilos que quedaban encantados con la hermosa niña de grandes ojos y rasgos andróginos.
La desolación y la frustración de la pequeña Mary fueron en aumento. Desde los dos años ya se diferenciaba del resto de sus compañeros de guardería: nunca lloraba cuando se golpeaba y solía destruir todos sus juguetes. Desde los cuatro años agredía a sus compañeros de escuela. Cuando cumplió cinco vio a un compañero mientras era atropellado y no demostró ningún tipo de emoción. En la escuela adquirió fama de mitómana y destructiva. Gozaba maltratando y torturando animales.
Tras su alfabetización se volvió incontrolable: vandalizaba paredes en la escuela, intentó incendiar su casa. Y fue justo en esa etapa que Mary, quizá en complicidad con Norma, cometió los asesinatos.
La combinación de una madre abusiva, la genética, el daño causado por las sobredosis de medicamentos contribuyeron en el desarrollo de su sociopatología. Su incapacidad para relacionarse con otros de forma amistosa y respetuosa se convirtió en un comportamiento violento y cruel. Mary respondió, con terribles consecuencias, del mismo modo como era tratada en casa.
Pero lo que más quiero es una vida normal. Diario de Mary Bell.