El rincón surrealista producto de un amor prohibido de Leonora Carrington
Arte

El rincón surrealista producto de un amor prohibido de Leonora Carrington

En un rincón del sur de Francia, el arte y el amor florecieron en medio de la inminente llegada de la Segunda Guerra Mundial. En 1938, el aclamado surrealista Max Ernst y su joven amante, Leonora Carrington, encontraron en una granja destartalada de la región de Ardèche el refugio perfecto para su romance. La casa de Leonora Carrington y Max Ernst no solo fue el escenario de los días más felices de la pareja, sino que se convirtió en una obra de arte viviente.

La historia de esta casa de Leonora Carrington y Max Ernst es un testimonio de un amor prohibido y una creatividad desbordante que se manifestaron en cada rincón del hogar, dejando un tesoro artístico intacto hasta el día de hoy. El romance de esta icónica pareja de pintores surrealistas comenzó en Londres en 1937, a pesar de la notable diferencia de 26 años entre ellos. Leonora, que se sentía sofocada por su estricta familia, no dudó en dejar su vida en Inglaterra para unirse a Ernst en París, donde se sumergió en el vibrante mundo del surrealismo.

Sin embargo, su idilio parisino fue interrumpido por la esposa de Ernst, Marie-Berthe, quien, tras un tenso encuentro, provocó que la pareja decidiera escapar hacia el sur. Fue así como comenzaron un viaje que los llevaría a un lugar de paz, lejos del caos de la capital y de los conflictos de sus vidas. El viaje de los amantes, que recorrieron el sur de Francia en bicicleta, culminó en un pueblo junto a un río, donde adquirieron una vieja y decrépita granja de piedra que más tarde se consideraría la casa de Leonora Carrington y Max Ernst .

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Esta casa de Leonora Carrington y Max Ernst, con sus maravillosas vistas de viñedos y el valle, se convirtió en su santuario. A pesar de las visitas esporádicas de amigos como Roland Penrose y Lee Miller, la mayor parte del tiempo lo dedicaron a su relación y a su trabajo. Fue en este entorno rural y apacible donde Carrington creó uno de sus autorretratos más famosos, que hoy se exhibe en el Museo Metropolitano de Nueva York, mientras que ambos se inspiraban mutuamente.

Lo más extraordinario de este lugar es que la casa misma se convirtió en su lienzo. La terraza, la cocina y hasta los armarios de la casa de Leonora Carrington y Max Ernst fueron transformados en una vasta obra de arte surrealista. En una de las puertas de un armario de la cocina, capturado como si pasara por una ventana, se puede ver un vibrante unicornio de color rojo sangre, pintado por Carrington. En otra puerta, se encuentra una figura femenina con cabeza de caballo y un vestido morado, una clara muestra del imaginario de la artista.

Por su parte, Ernst contribuyó con bajorrelieves en el interior y exterior de la casa y un magnífico mosaico en el piso del sótano, demostrando que su hogar era una extensión de su creatividad. El idílico verano en la casa de Leonora Carrington y Max Ernst llegó a un abrupto y doloroso final en junio de 1940. Con Francia sumida en la guerra, Ernst fue internado como «extranjero enemigo». Este evento desencadenó una crisis nerviosa en Carrington, quien huyó a España, vendiendo la casa apresuradamente para saldar deudas.

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Lo asombroso es que, a pesar del tiempo y de la prisa, la casa de Leonora Carrington y Max Ernst ha permanecido casi intacta durante ocho décadas. Sin cambiar de dueño en casi 80 años, se ha conservado como un tesoro escondido del arte surrealista, no abierto al público. La vivienda es hoy un relicario tangible de su historia, un espacio donde el tiempo parece haberse detenido. En las estanterías de la cocina se conservan vajillas, un viejo mapa de Europa cuelga en una de las paredes y, sorprendentemente, en el sótano se encuentra un polvoriento juego de palos de golf con las iniciales «LC» grabadas en la bolsa.

La biblioteca de la sala, llena de libros de cuentos de hadas y novelas de escritoras progresistas, es un reflejo de la vida e influencias de Carrington, insinuando su espíritu feminista. Pero el detalle más conmovedor es una carta de Ernst desde su celda, en la que le describe el cielo y le confiesa su amor, un amor que no pudieron retomar. Este legado en la casa de Leonora Carrington y Max Ernst es un tributo a dos artistas y al verano que compartieron, y que sigue inspirando a quienes conocen su historia.

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Stephanye Reyes

Periodista (Carlos Septién García). Exploradora de la cultura alternativa y la disidencia. Lee mi columna para un análisis de derechos humanos e impacto social en la urbe. Hago fotografía de todo lo que mis miopes ojos ven: Ig: @bruja_amapola