Historias cortas para comprender grandes lecciones de vida
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Historias cortas para comprender grandes lecciones de vida

La vida nunca ha tenido ni tendrá un manual para conducirla y vivirla de manera correcta a prueba de errores. Las equivocaciones son innatas en los humanos, pero no aprender de ellas deriva en una existencia vacía sin comprensión real de nuestros actos. Aunque no existe una forma infalible de llevarla, existen historias cortas para comprender un poco lo que vamos experimentando día a día.

Los beneficios de emplear este tipo de historias cortas van más allá de entretener simplemente. Años de investigaciones alrededor de la psicología social y de la antropología, han demostrado que comprender los mensajes de las historias de la tradición oral o fábulas, permiten un mejor entendimiento de la existencia y esto, no es una casualidad.

A continuación, te dejamos 10 historias cortas para comprender el mensaje de vida que quizá, no entiendas en este momento.

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1. La felicidad escondida

En el inicio de los tiempos, antes de que la humanidad poblara la Tierra, los distintos dioses se reunieron con el fin de preparar la creación del ser humano, a su imagen y semejanza. Sin embargo uno de ellos se dió cuenta de que si los hacían exactamente iguales a ellos, en realidad estarían creando nuevos dioses, con lo que deberían quitarle algo de tal manera que se diferenciara de ellos. Tras pensarlo detenidamente, otro de los presentes propuso quitarles la felicidad y esconderla en un lugar donde no pudieran encontrarla nunca.

Otro de ellos propuso esconderla en el monte más alto, pero se dieron cuenta de que al tener fuerza, la humanidad podría llegar a subir y hallarla. Otro propuso que la ocultaran debajo del mar, pero dado que la humanidad poseería curiosidad podría llegar a construir algo para llegar a las profundidades marinas y encontrarla. Un tercero propuso llevar la felicidad a un planeta lejano, pero otros concluyeron que dado que el ser humano tendrá inteligencia podrá construir naves espaciales que puedan llegar a alcanzarla.

El último de los dioses, que había permanecido en silencio hasta entonces, tomó la palabra para indicar que sabía un lugar donde no la encontrarían: propuso que escondieran la felicidad dentro del propio ser humano, de tal modo que este estaría tan ocupado buscando fuera que jamás la hallaría. Estando todos de acuerdo con ello, así lo hicieron. Este el motivo por el cual el ser humano se pasa la vida buscando la felicidad, sin saber que en realidad está en sí mismo.

La primera de la lista de historias cortas en forma de cuento, refleja algo que está muy presente en la sociedad actual: solemos buscar la felicidad constantemente como si fuera algo externo que podemos alcanzar, cuando en realidad la encontramos precisamente cuando no la estamos buscando sino disfrutando del aquí y el ahora.

2. El pájaro víctima de la bondad

Hubo una vez una gaviota, la cual descendió volando a uno de los suburbios de la capital de Lu. El marqués de la zona se afanó en agasajarla y darle la bienvenida en el templo, preparando para ella la mejor música y grandes sacrificios. Sin embargo, el ave estaba aturdida y triste, no probando la carne o el vino. Tres días después murió. El marqués de Lu agasajó a la gaviota tal y como a él le hubiese gustado serlo, no como al ave le hubiera agradado.

Dentro de las historias cortas, esta en particular demuestra algo muy importante: a menudo no tenemos en cuenta que nuestras necesidades y gustos no tienen porqué ser los mismos que los de los demás (y de hecho pueden ser directamente opuestos a los propios), siendo necesario que prestemos atención a lo que el otro necesita por tal de poder ayudarle o agasajarle de verdad.

Historias cortas

3. El caballo perdido del anciano sabio

Érase una vez un anciano campesino de gran sabiduría, el cual vivía con su hijo y que poseía un caballo. Un día el corcel escapó del lugar, algo que hizo que los vecinos fueran a consolarles ante su mala suerte. Pero ante sus palabras de consuelo, el anciano campesino les respondió que lo único verdadero es que el caballo había escapado, y si eso era buena o mala suerte sería el tiempo lo que lo dictaminaría.

Poco después el caballo regresó con sus dueños, acompañado de una hermosa yegua. Los vecinos corrieron a felicitarle por su buena suerte. Sin embargo, el anciano les respondió que en realidad lo único que sí era cierto era que el caballo había regresado con la yegua, y si esto era malo o bueno el tiempo lo diría.

Tiempo después el hijo del campesino intentó montar a la yegua, aún salvaje, de tal manera que se cayó de la montura y se rompió la pierna. Según el médico, la rutpura le provocaría una cojera permanente. Los vecinos volvieron a consolar a ambos, pero también en esta ocasión el anciano campesino dictaminaría que lo único que se sabía en verdad era que su hijo se había roto una pierna, y que si ello era bueno o malo aún estaba por verse.

Finalmente, llegó un día en que se inició una sangrienta guerra en la región. Se empezó a reclutar a todos los jóvenes, pero al ver la cojera del hijo del campesino los soldados que fueron a reclutarle decidieron que no era apto para el combate, algo que provocó que no fuera reclutado y pudiera permanecer sin combatir.

La reflexión que el anciano le hizo ver a su hijo con base a todo lo ocurrido es que los hechos no son buenos o malos en sí mismos, sino que lo son nuestras expectativas y percepción de ellos: la huida del caballo trajo a la yegua, lo que a su vez provocó la rotura de su pierna y asimismo ello condujo a una cojera permanente que ahora le salvaba la vida.

Esta conocida historia, bastante autoexplicativa, nos narra cómo nuestra consideración y valoración de lo que nos ocurre a veces puede estar sesgada, ya que el propio suceso no es ni bueno ni malo per se, y cómo lo que a veces vemos como algo positivo o negativo puede llevarnos a lugares insospechados. Una de las mejores historias cortas para comprender que nuestra mente puede jugarnos retos de acuerdo a la perspectiva que el damos a la vida.

4. El cojo y el ciego

Hubo una vez un cojo y un ciego que iban paseando juntos cuando se encontraron un río, el cual ambos debían cruzar. El cojo le dijo al ciego que él no podría llegar a la otra orilla, a lo que el ciego respondió que él sí podría pasar pero ante su falta de visión, podría resbalar.

Ante ello, se les ocurrió una gran idea: el hombre ciego sería quien llevaría la marcha y sostendría a ambos con sus piernas, mientras que el hombre cojo sería los ojos de ambos y podría guiar a ambos durante el cruce. Subiendo el cojo encima del ciego, ambos procedieron a cruzar cuidadosamente el río, lográndolo con éxito y consiguiendo alcanzar la otra orilla sin dificultades.

La mayoría de las historias cortas cuentan con distintas variantes. Ésta por ejemplo posee una alterna donde en vez de cruzar un río, ambos tienen que escapar de un incendio, y nos sirve para entender la importancia de colaborar y cooperar con los demás, algo que permite aunar las habilidades de todos para alcanzar un proyecto común.

5. La leyenda de Toro Bravo y Nube Azul

Cuenta una leyenda de los Sioux que hubo una vez una joven pareja formada por Toro Bravo y Nube Azul, que se amaban profundamente. Queriendo permanecer unidos por siempre, ambos acudieron al anciano de la tribu con el fin de que les proporcionara un talismán para estar siempre juntos.

El anciano indicó a la joven Nube Azul que acudiera sola a la montaña del norte y capturase con una red al mejor halcón que ahí viviera, mientras que a Toro Bravo le dirigió a la montaña del sur para atrapar al águila más poderosa. Ambos jóvenes se esforzaron duramente y lograron capturar cada uno a la mejor ave de cada una de las montañas.

Hecho esto, el anciano les indicó que ataran las patas del halcón y el águila entre sí y luego las dejaran volar en libertad. Así lo hicieron, pero al estar atadas ambas aves cayeron al suelo sin poder volar con normalidad. Tras varios intentos, ambas empezaron a agredirse entre sí. El anciano hizo a la pareja ver esto, y les indicó que el talismán era el aprendizaje de que debían volar juntos, pero nunca atados si no querían terminar dañándose el uno al otro.

Este leyenda de los Sioux pretende hacernos ver que el amor no implica estar siempre y en todo momento juntos hasta el punto de depender el uno del otro, sino que debemos aprender a compartir nuestra vida pero conservando nuestra individualidad y no fomentar actitudes de dependencia o codependencia. Una de las mejores y necesarias historias cortas para entender la vida.

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6. La Arena y la Piedra

Había una vez dos amigos que caminaban por el desierto, tras haber perdido a sus camellos y habiendo pasado días sin probar bocado. Un día, surgió una discusión entre ellos en el que uno de los dos increpó al otro por haber elegido la ruta equivocada, aunque la decisión había sido conjunta. En un arrebato de ira, le dió una bofetada. El agredido no dijo nada, pero escribió en la arena que en ese día su mejor amigo le había pegado, una reacción que sorprendió al primero.

Posteriormente ambos llegaron a un oasis, en el cual decidieron bañarse. Ellos se encontraban ocupados aseándose cuando el anteriormente agredido empezó a ahogarse, a lo que el otro respondió rescatándolo. El joven le agradeció la ayuda y posteriormente, con un cuchillo, escribió sobre una piedra que su mejor amigo le había salvado la vida.

El primero, curioso, le preguntó a su compañero por qué cuando le había pegado él había escrito en la arena y ahora lo hacía en una piedra. El segundo le sonrió y le contestó que cuando alguien le hacía algo malo intentaba escribirlo sobre la arena con tal de que la marca fuera borrada por el viento, mientras que cuando alguien hacía algo bueno prefería dejarlo grabado en piedra, donde permanecerá para siempre.

Esta hermosa leyenda de origen árabe forma parte de las historias cortas para comprender la vida ya que nos indica que lo que debemos valorar y mantener fresco en nuestra memoria son las cosas buenas que los demás hacen, mientras que las marcas que nos dejan las malas debemos intentar desdibujarlas y perdonarlas con el tiempo.

7. El zorro y el tigre

“Había una vez un enorme tigre que cazaba en los bosques de China. El poderoso animal se topó y empezó a atacar a un pequeño zorro el cual, ante el peligro, únicamente tuvo como opción recurrir a la astucia. Así, el zorro le increpó y le indicó que no sabía hacerle daño puesto que él era el rey de los animales por designio del emperador del cielo.

Asimismo le indicó que si no le creía le acompañara: así vería como todos los animales huían atemorizados al verle llegar. El tigre así lo hizo, observando en efecto como a su paso los animales escapaban. Lo que no sabía era que esto no era debido a que se estuvieran confirmando las palabras del zorro (algo que el tigre acabó por creer), sino que de hecho huían de la presencia del felino.

Esta fábula de origen chino forma parte de las historias cortas que nos enseñan que la inteligencia y la astucia resultan mucho más útiles que el mero poder físico o la fuerza.

8. Los dos halcones

Había una vez un rey que amaba los animales. Un día, recibió como regalo dos hermosas crías de halcón. El rey los entregó a un maestro cetrero para que los alimentara, cuidara y entrenara. Pasó el tiempo y después de unos meses en los que los halcones crecieron el cetrero pidió una audiencia con el rey para explicarle que mientras uno de los halcones había alzado ya el vuelo con normalidad, el otro había permanecido en la misma rama desde que llegó, no emprendiendo el vuelo en ningún momento. Ello preocupó en gran medida al rey, por lo que mandó llamar a múltiples expertos para solucionar el problema del ave sin ningún éxito.

Desesperado, decidió ofrecer una recompensa a quien lograra que el ave consiguiera volar. Al día siguiente, el rey pudo ver cómo el ave ya no estaba en su rama, sino que volaba libremente por la región. El soberano mandó llamar al autor de tal prodigio, encontrándose con que quien lo había logrado era un joven campesino. Poco antes de entregarle su recompensa, el rey le preguntó cómo lo había logrado. El campesino le contestó que simplemente había partido la rama, no quedándole otra opción al halcón que echar a volar.

Una imperdible dentro de las historias cortas para comprender la vida que nos sirve para entender que a veces nos creemos incapaces de hacer las cosas por miedo, a pesar de que la experiencia demuestra más que a menudo que en el fondo sí tenemos la capacidad para conseguir realizarlas: el ave no confiaba en sus posibilidades para volar pero una vez se puso a prueba no le quedó más remedio que intentarlo, algo que le condujo al éxito.

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9. El cuento de la lechera

Érase una vez una joven lechera que llevaba al mercado un cubo de leche en la cabeza para venderla. Durante el camino, la soñadora joven iba imaginando lo que podría lograr conseguir con la leche. Pensó que en primer lugar y con el dinero de la venta compraría un canasto de huevos, los cuales una vez eclosionaran le permitiría montar una pequeña granja de pollos. Ya que estos crecieran, podría venderlos obteniendo dinero para comprarse un lechón.

Una vez este creciera, la venta del animal bastaría para comprarse una ternera, con la leche de la cual seguiría obteniendo beneficios y a su vez podría tener terneros. Sin embargo, mientras iba pensando todas estas cosas la joven tropezó, lo que provocó que el cántaro cayera el suelo y se rompiera. Y con él, sus expectativas hacia lo que podría haber hecho con ella.

Este cuento, que cuenta con versiones de Esopo y La Fontaine (siendo este último el que hemos reflejado), nos enseña la necesidad de vivir en el presente y que a pesar de que soñar es necesario también debemos tener en cuenta que ello no basta para lograr nuestros propósitos. Inicialmente, es una de las historias cortas que nos advierte tener cuidado con que la ambición para que no nos haga perder el sentido.

10. La sospecha

Érase una vez un leñador el cual un día se dio cuenta que no tenía su hacha. Sorprendido y con lágrimas en los ojos, se encontró cerca de su casa al vecino, quien como siempre lo hacía le saludó sonriente y amablemente.

Mientras éste entraba en su casa, el leñador empezó a sospechar y pensar que tal vez hubiese sido el vecino quien le había robado el hacha. De hecho, ahora que lo pensaba bien, su sonrisa parecía nerviosa y tenía una mirada extraña. Bien pensado, el vecino tenía la misma expresión que un ladrón, caminaba como un ladrón y hablaba como un ladrón.

Todo ello iba pensando el leñador, cada vez más convencido de haber encontrado al culpable del hurto, cuando de repente se dió cuenta de que sus pasos le habían llevado de nuevo al bosque donde había estado la noche anterior.

De pronto, tropezó con algo duro y cayó. Cuando miró al suelo…¡encontró su hacha! El leñador volvió de nuevo a su hogar con el hacha, arrepentido de sus sospechas, y cuando vio de nuevo a su vecino vio que su expresión, andar y manera de hablar eran, y habían sido en todo momento, las de siempre.

Dentro de las historias cortas pertenecientes a la tradición china, se encuentra esta que forma parte de muchas otras culturas y nos sirve para aprender que a veces nuestros pensamientos y sospechas nos hacen tener percepciones distorsionadas de la realidad, pudiendo llegar a malinterpretar situaciones y personas con gran facilidad. También nos enseña a no acusar a alguien gratuitamente hasta tener pruebas reales de aquello de lo que le acusamos.

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Stephanye Reyes

Periodista en deformación. Humana por imposición, bruja por elección. Ojos defectuosos pero talentosos. Hago fotografía de todo lo que mis miopes ojos ven: Ig:bruja_amapola