La brujería siempre será un tema que capta la atención de las personas. La figura de una mujer de aspecto tenebroso montando una escoba y con un sombrero de pico, ya se encuentra alojada en el ideario colectivo. A lo largo de la historia, han existido casos donde la ignorancia y el oscurantismo han condenado a mujeres libres acusadas de practicar brujería. Tal es el caso de las brujas condenadas en Salem durante el siglo XVII, un penoso acontecimiento cimentado en la credulidad.
Un 8 de febrero de 1692 un médico de la pequeña comunidad de Salem, en Massachusetts, «diagnosticó» una posesión demoníaca. Se trataba de la hija y la sobrina del reverendo local Samuel Parris, quienes presentaban comportamientos errantes y extraños. Tras el diagnóstico del hombre de ciencia, se desató una ola de acusaciones y juicios que dejó como resultado 18 ahorcados, un muerto y más de 150 encarcelados. Las brujas condenadas en Salem pasaron a la historia como las víctimas de la ignorancia popular.
La brujerías señalada por los pobladores en realidad, se trató de una mezcla de descubrimientos sexuales tempranos, malas cosechas y episodios de histeria colectiva. Además, la proliferación de un hongo que fermentaba el pan y provocaba alucinaciones en quienes lo consumían. La ignorancia sumada a un racismo descarado, provocó muchos de lo juicios a las brujas de Salem. Tal es el caso de Tituba, la esclava negra de la familia del reverendo Parris, a quien señalaron de ser la iniciadora de la brujería.
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Tituba, originaria de Barbados, disfrutaba de contar historias de misterio a las hijas del reverendo y sus amigas que acudían a visitarlas. Estas historias chocaban con el puritanismo de la región y prendieron la imaginación de Betty Parris y Abigail Williams. Un día, las niñas fueran sorprendidas mientras estaban bailando desnudas en un bosque al tiempo que Tituba movía un mezcla en un caldero.
Tras este descubrimiento, las dos niñas comenzaron a sufrir convulsiones en público y recitar palabras y frases sin sentido. Además, lloraban de manera súbita sin motivo aparente y tenían comportamientos considerados bestiales. Tras el estudio de los hechos, la teoría sobre juegos sexuales temprano se ha sostenido, mismos a los que más tarde se unió Ann Putnam. Anna era una niña de 12 años, hija de una de las familias más acaudaladas de la región. Cuando se dió inicio al juicio, Ann contó que estando en el bosque luchó contra una bruja que intentó decapitarla.
Los juicios a las brujas de Salem iniciaron tras el diagnóstico del doctor Griggs. Así fue como el pueblo se unió en un juicio acusatorio en contra de las niñas y la esclava. Para salvarse de la horca, las niñas acusaron a Tituba de iniciarlas en ritos satánicos. Durante el juicio, se utilizó un método para confirmar el caso de brujería ejecutado por el marido de Tituba, John Indian. El hombre preparaba un brebaje a base de harina de centeno y orina de bebé y se lo diese a beber a un perro.
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La resolución del juicio era «sencilla». Si el perro desarrollaba los mismos síntomas que las supuestas «embrujadas», el diagnóstico se confirmaba. Así fue como con la sala llena de pobladores, el juicio en contra brujas condenadas en Salem dio inicio presionando a las niñas para señalar a los culpables. Tituba fue la primera acusada y para salvarse de las crueles torturas a las que sería sometida, relató una «confesión» en la que aseguraba haber visto al diablo.
Tituba fue condenada a un año a prisión, pero las brujas condenadas en Salem continuaron. En gran medida, se trataban de acusaciones por rencillas económicas, mobiliarias, e incluso amorosas. Para los primeros meses de 1693 , un año después de la confesión de la esclava Tituba, los acusados y enjuiciados llegaban casi a doscientos. Además de Giles Corey, muerto en la tortura, 14 mujeres y otros cuatro hombres fueron ejecutados en la horca.
Alrededor de 150 vecinos de Salem estaban en prisión y otros veinte acusados pudieron escapar antes de ser capturados. Años más tarde, los tribunales comenzarían a admitir que los procesos judiciales iniciados en Salem en 1692 habían tenido irregularidades. Afirmaron que había inconsistencias en ellos y finalmente, en 1703 el tribunal de Massachusetts rechazó casi todas las pruebas presentadas durante los juicios. Tres años más tarde, Ann Putnam, pidió perdón a su iglesia y a las familias de los ajusticiados en la horca argumentando que fue engañada por Satanás.
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Por otro lado, Betty Parris se fue de Salem con su padre, y el rastro de Abigail Williams se pierde en la historia a mediados de 1692. Cabe destacar que uno de los aspectos poco conocidos del proceso de Salem es el destino de las propiedades de los acusados. Cada vez que el juez Corwin encarcelaba o condenaba a la horca a un sospechoso de brujería, su sobrino adquiría los bienes. De ahí, el cuestionamiento sobre las brujas condenadas en Salem, que con el tiempo, se ha comprendido que correspondía más a la histeria colectiva y la histeria colectiva derivada de un puritanismo enfermizo e ignorante.
Una de las hipótesis actuales sostiene que el carácter colectivo de la conducta de las niñas, se producía gracias a la ingesta del pan que producía Tituba y otros vecinos de la localidad. Según esta hipótesis, las niñas se comportaban de esa manera incoherente e inexplicable porque estaban enfermas de ergotismo. Una enfermedad producida por la intoxicación por cornezuelo, el hongo que crece en el centeno, grano con el que Tituba fabricaba el pan. Este hongo contiene el alcaloide llamado ergotamina, de la que deriva el LSD. Esta sustancia consumida sin control o reducción de daños, puede provocar alucinaciones, convulsiones y, en algunos casos, la muerte.
Stephanye Reyes
Periodista en deformación. Humana por imposición, bruja por elección. Ojos defectuosos pero talentosos. Hago fotografía de todo lo que mis miopes ojos ven: Ig:bruja_amapola