Los objetos que nos rodean son, en su mayoría, simples testigos silenciosos de nuestra existencia. Pero, ¿qué ocurre cuando una pieza de arte, un mueble o una joya carga con un pasado tan oscuro que parece retener el dolor y la tragedia de sus dueños? A lo largo de la historia, las leyendas urbanas han dotado a ciertos artefactos, objetos malditos, de un poder sobrenatural, maldiciones capaces de desatar la mala fortuna, la enfermedad o incluso la muerte sobre aquellos que se atreven a poseerlos. La persistencia de estas historias nos recuerda que hay un rincón de la psique humana que se niega a aceptar que el mal sea tan solo una casualidad.
El grito silencioso de «The Hands Resist Him»
Apodado «el eBay maldito«, este cuadro de 1972 del artista californiano Bill Stoneham es, sin duda, una de las leyendas urbanas más famosas de la era digital. La pintura, que muestra a un niño y a una muñeca de ojos vacíos frente a una puerta de cristal de la cual emergen manos fantasmales, tiene un aire de inquietud innegable. La leyenda se consolidó en el año 2000, cuando una familia de California la puso a la venta en eBay, afirmando que estaba maldita. Según su relato, tanto el niño de la casa como sus padres veían a las figuras del cuadro moverse durante la noche, a veces incluso salir del lienzo. La muñeca, en particular, se reportaba que «cobraba vida» para aterrorizar al niño. La pintura, que se vendió por casi 1.000 dólares, atrajo una atención masiva y se le atribuyeron extraños incidentes, desde enfermedades inexplicables hasta fallos electrónicos. Para muchos, es la prueba de que es un objeto maldito.
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La maldición de la Mujer de Lemb
Conocida también como la «Diosa de la Muerte«, la estatua de piedra caliza «Mujer de Lemb» es un artefacto antiguo descubierto en Chipre en 1878. Apenas 35 centímetros de altura, la estatuilla, que data de 3500 a.C., parece inofensiva. Sin embargo, su historia es un eco de tragedia. Los primeros dueños de este objeto maldito, el explorador Lord Elphont y su familia, murieron de forma misteriosa a los seis años de su adquisición. Lo mismo ocurrió con los siguientes dos propietarios, Ivor Manucci y Lord Thompson-Noel, quienes fallecieron con apenas un año de diferencia. Después, Sir Alan Biverbrook, un coleccionista, adquirió la estatua. Él, su esposa y sus dos hijas murieron en un periodo de tres años, dejando solo a sus dos hijos vivos, quienes donaron la estatua al Museo Real de Escocia. La directora del museo, al recibirla, falleció de forma misteriosa una semana después. Se cuenta que desde entonces, la estatua permanece bajo un estricto resguardo, nunca mostrada al público, para evitar que su maldición cobre una nueva víctima.
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La Casa Lalaurie: El lugar que retuvo la maldad
En el corazón del Barrio Francés de Nueva Orleans, se alza una de las mansiones más famosas y aterradoras de Estados Unidos: la Casa Lalaurie. Aunque no es un objeto, la propiedad es un receptáculo de maldad tan potente que funciona como un objeto maldito por sí mismo. En el siglo XIX, la mansión perteneció a Madame Delphine Lalaurie, una socialité cuyo encanto escondía una crueldad inimaginable. Un incendio en 1834 reveló que Lalaurie torturaba brutalmente a sus esclavos, y la turba enfurecida descubrió los horrores que se ocultaban en su ático. Tras huir de la ciudad, la mansión ha sido escenario de un sinfín de sucesos paranormales, desde gritos de lamento hasta apariciones espectrales de las víctimas de Lalaurie. La casa, que ha tenido múltiples dueños, parece rechazar a sus habitantes, y hoy se mantiene como un monumento a una de las historias más oscuras de Nueva Orleans, un recordatorio de que la historia de la maldad puede impregnarse en las paredes de un lugar.
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La maldición del diamante Hope
Quizás el objeto maldito más famoso de todos, el diamante Hope, es una joya de un azul profundo de 45.52 quilates que ha estado ligada a una estela de desgracias durante siglos. Descubierto en la India, se cuenta que fue robado de un templo hindú, lo que desató su maldición. Entre sus supuestas víctimas están Luis XVI y María Antonieta, quienes fueron decapitados tras poseerlo. También la heredera Evalyn Walsh McLean, quien vio a su hijo morir en un accidente automovilístico, a su hija por sobredosis y a su esposo morir en un hospital psiquiátrico tras comprar la joya. Hoy, el diamante reside en el Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, donde su exhibición sigue atrayendo a millones de personas que buscan una dosis de historia, belleza y el escalofriante rumor de una maldición que sigue latente.
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La Caja Dybbuk: El horror en una caja de madera
A diferencia de las maldiciones históricas, la Caja Dybbuk es un fenómeno moderno que se hizo viral en internet y que incluso inspiró la película The Possession (2012). La historia comienza en 2003, cuando un vendedor de antigüedades llamado Kevin Mannis compró una modesta caja de madera en una subasta de bienes de una sobreviviente del Holocausto. Según su relato, la caja contenía una botella de vino, un candelabro y algunos mechones de cabello. La nieta de la mujer le advirtió que su abuela la consideraba maldita y que contenía un «Dybbuk«, un espíritu malicioso de la mitología judía. Desde que adquirió la caja, Mannis y quienes la poseyeron después reportaron una serie de eventos aterradores: sombras inexplicables, malos olores, enfermedades, alucinaciones e incluso la pérdida de cabello. Se cree que la caja permanece sellada en un lugar secreto para evitar que su espíritu cause más caos, dándole el título de objeto maldito.
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Stephanye Reyes
Periodista (Carlos Septién García). Exploradora de la cultura alternativa y la disidencia. Lee mi columna para un análisis de derechos humanos e impacto social en la urbe. Hago fotografía de todo lo que mis miopes ojos ven: Ig: @bruja_amapola


