El anuncio de Bad Bunny como protagonista del Medio Tiempo (Halftime Show) del Super Bowl desató un vendaval cultural y político que probó que el reguetón es mucho más que música de fiesta. La elección del artista puertorriqueño fue inmediatamente tachada de «Bad Bunny Choice» por figuras políticas conservadoras y la base MAGA, quienes convirtieron el espectáculo más visto de Estados Unidos en un campo de batalla ideológico.
La controversia fue tan intensa que el artista tuvo que usar plataformas como Saturday Night Live (SNL) para responder directamente a sus detractores, confirmando que su actuación sería cualquier cosa menos apolítica.
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El choque de ideologías: idioma y tradición
La crítica más ruidosa se centró en el idioma. Sectores conservadores argumentaron que el Super Bowl, como ícono cultural estadounidense, debía priorizar el inglés, viendo la música en español de Bad Bunny como una afrenta a la «tradición» y un factor potencialmente divisorio.
El artista no solo se negó a ceder, sino que desafió directamente a sus críticos: durante su monólogo en SNL, sugirió con humor y orgullo que quienes no entendieran su mensaje en español tenían «cuatro meses para aprender«. Con ello, transformó su actuación no solo en un triunfo personal, sino en una declaración de orgullo cultural y lingüístico para la comunidad latina cuya huella, según sus palabras, «nadie podrá borrar» de ese país.
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La incongruencia política: Activismo bajo el foco corporativo
El punto más áspero y de fondo de la controversia fue la incongruencia que representaba su participación. Bad Bunny es un artista que ha construido su marca con un discurso fuertemente anti-sistema, criticando el capitalismo voraz y las políticas migratorias. Esto chocaba directamente con la plataforma de la NFL, una institución multimillonaria y ligada al establishment.
El conflicto se hizo insostenible debido al tema migratorio: el artista había expresado antes su temor a realizar giras en EE. UU. continental por el riesgo de redadas del ICE (Servicio de Inmigración y Aduanas) contra sus fans. Tras el anuncio, figuras políticas republicanas advirtieron que agentes del ICE estarían presentes en el estadio. Para muchos, el hecho de que Bad Bunny validara la plataforma del Super Bowl, a pesar de estas amenazas, fue visto como una hipocresía corporativa necesaria para alcanzar el pináculo de la fama global.
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El debate de géneros: ¿Es digno el reguetón para el Super Bowl ?
Finalmente, la elección del «Conejo Malo» reavivó la eterna disputa cultural sobre la validez artística de los géneros urbanos. Muchos puristas musicales y seguidores del rock o pop tradicional expresaron su descontento, argumentando que el reguetón y el trap carecían de la «trascendencia» o la calidad necesaria para el escenario más grande del mundo.
La NFL, al elegir al artista con mayor impacto comercial y stream global, priorizó la relevancia masiva sobre la tradición, marcando un cambio generacional y reconociendo el dominio actual de la música latina en el panorama mundial. La presentación de Bad Bunny en el Super Bowl se aseguró de ser uno de los más comentados de la historia reciente, probando que en la cultura pop moderna, la música y la política son inseparables.
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Stephanye Reyes
Periodista (Carlos Septién García). Exploradora de la cultura alternativa y la disidencia. Lee mi columna para un análisis de derechos humanos e impacto social en la urbe. Hago fotografía de todo lo que mis miopes ojos ven: Ig: @bruja_amapola





