El animador Kihachirō Kawamoto, discípulo del maestro checo Jiří Trnka, logró una síntesis cultural en su cortometraje Oni (1972). La pieza se erige como un hito por su ambición estética y profundidad temática.
Kawamoto tomó la precisión del stop motion europeo y lo fusionó con el drama solemne del teatro tradicional japonés (Nō y Bunraku). Esta mezcla de alta cultura y cine de animación es lo que le ha dado a Oni de Kihachirō Kawamoto su estatus de culto, siendo una pieza clave para entender la evolución de la animación autoral en Japón.
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La metamorfosis oscura de Oni de Kihachirō Kawamoto
La narrativa de Oni de Kihachirō Kawamoto se adentra en el folclore japonés para explorar el tema universal de la corrupción moral.
La trama se centra en un samurái cuya caída ética y sus acciones deshonrosas lo transforman progresivamente en un oni (demonio), una criatura mítica que encarna la maldad. El cortometraje no presenta al oni como un monstruo externo, sino como la manifestación física y externa de la podredumbre interna del samurái.
Esta profunda reflexión sobre la culpa y el destino ineludible es el núcleo dramático de Oni de Kihachirō Kawamoto.
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El Vehículo de la historia: La técnica detrás de Oni de Kihachirō Kawamoto
La intensidad dramática de Oni de Kihachirō Kawamoto es posible gracias a su magistral técnica artesanal. Kawamoto utilizó marionetas meticulosamente talladas a mano, diseñadas para capturar la expresividad y la rigidez ritual de las máscaras del teatro Nō.
Además, el director emplea magistralmente las sombras teatrales y un movimiento pausado que imita la cadencia dramática del teatro de títeres Bunraku. El resultado es un cortometraje que trasciende la simple animación. La excelencia en la técnica del stop motion se pone al servicio de la narración en esta magistral pieza.
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La urgencia de la visión
El cortometraje Oni es una pieza atemporal y una joya de la animación de autor. Su valor radica en la forma en que obliga al espectador a confrontar temas de moralidad y destino. Para cualquiera interesado en la animación, el cine de arte o la cultura japonesa, mirar este corto no es una opción, sino una necesidad.
Es un testimonio de cómo la integración de las artes tradicionales y las artes cinéticas puede producir una obra de profundo contenido filosófico y belleza estética.
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Stephanye Reyes
Periodista (Carlos Septién García). Exploradora de la cultura alternativa y la disidencia. Lee mi columna para un análisis de derechos humanos e impacto social en la urbe. Hago fotografía de todo lo que mis miopes ojos ven: Ig: @bruja_amapola





