El INBAL sólo cuenta con cinco de casi 2 mil piezas incautadas tras el escándalo del FOBAPROA. Las piezas “faltantes” fueron subastadas en precios, que según la institución, no corresponden al valor original de las obras. ¿Cómo afecta parte del patrimonio artístico de la nación esta pérdida? Una investigación que inició en el año 2007 por parte del medio La Jornada, profundiza en las adquisiciones de piezas de arte por instituciones financieras durante la administración de Salinas.
El periódico señala que los banqueros adquirían obras con el dinero de sus cuentahabientes con el propósito de crear sedes ostentosas, comparables a las de Nueva York, mismas que tras la declaración de bancarrota de las instituciones, fueron incautadas y resguardadas por el gobierno del ex presidente Ernesto Zedillo para con su venta tratar de resarcir la deuda. De las cuales, sólo quedaron cinco en posesión y resguardo del CONACULTA.
Estas cinco joyas se salvaron de la subasta, a diferencia del resto del acervo. Largas gestiones del CONACULTA, liderado entonces por Rafael Tovar y de Teresa durante el periodo de 1992 a 2000, lograron que los propios bancos las donaran al gobierno al ser declaradas monumentos nacionales. El resto de la valiosa colección se remató por una fracción de su precio: valuada en 79 millones de pesos en 1994, apenas se obtuvieron 11 millones. Hoy, expertos estiman que su valor sería muchísimo mayor.
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De acuerdo con esta investigación realizada por La Jornada, los datos del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB) revelaron inconsistencias tanto en las cifras del dinero obtenido por la venta de ese patrimonio como en el número real de obras de arte que fueron objeto del proceso de venta de activos por parte de instituciones como Banco Unión, Banpaís, Banco Obrero, entre otros.
Obras de Tamayo, Arévalo y Siqueiros fueron subastadas por el IPAB. No obstante, la totalidad de la producción de Siqueiros goza de protección como monumento artístico nacional desde 1980, lo que permitió salvar algunas piezas y exigir vigilancia sobre su estado y localización. Esta práctica de subastar arte por motivos financieros, aunque es recurrente, siempre divide opiniones en el ámbito cultural. Por ello, vale la pena preguntar: ¿creen que la sociedad es consciente del valor real del patrimonio artístico de nuestro país? ¿creen que el INBAL y las instituciones culturales necesiten una entidad que audite el patrimonio cultural que está bajo su resguardo?

Stephanye Reyes
Periodista en deformación. Humana por imposición, bruja por elección. Ojos defectuosos pero talentosos. Hago fotografía de todo lo que mis miopes ojos ven: Ig:bruja_amapola