bool(true) bool(false) 50 ANIVERSARIO DE 007: LOS DIAMANTES SON ETERNOS
A PUNTO PARA EL 50 ANIVERSARIO DE 007: LOS DIAMANTES SON ETERNOS
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A PUNTO PARA EL 50 ANIVERSARIO DE 007: LOS DIAMANTES SON ETERNOS

En pocos meses iniciaremos el 2012 y, con él, se cumplirán 50 años del estreno de la que era la séptima película de James Bond: Los diamantes son eternos. Un film que representaba la vuelta de Sean Connery a su papel icónico (debemos recordar que George Lazenby ocupó su lugar en “Al servicio secreto de su Majestad”, dos años antes).

La vuelta de clásico

Como decíamos, Connery volvía tras cuatro años, ya que su interpretación del espía británico anterior había sido “Sólo se vive dos veces”, de 1967, que consideró que iba a ser su última actuación en este rol.

Pero tras el corto paréntesis de Lazenby, volvió en la película que hoy nos ocupa, gracias a una oferta económica nada desdeñable para la época: la productora, definitivamente, quería al escocés vestido de Bond como fuese.

Tras esta película, vino la retirada “definitiva” de Connery como Bond en favor de Roger Moore. Y lo de las comillas viene porque aún volvería a meterse en el papel del agente inglés una vez más, al cabo de 12 años, en “Nunca digas Nunca jamás”, pero este es un film considerado “No oficial”, ya que fue desarrollado por otra productora (Eon Productions).

Un Bond actualizado, hasta cierto punto

Pero, volviendo a Los diamantes son eternos, la entrega conserva toda la esencia de Bond, pero muestra un sentido del humor bastante novedoso para la saga, especialmente en las escenas protagonizadas por el dúo de Mr. Widd y Mr. Kidd.

Era el inicio de los 70 y el cine quería modernizarse, aunque modernidad y Bond es un equilibrio que no siempre ha sido sencillo de conseguir (más allá de los futuristas inventos que suele construir Q).

Esa modernidad no es óbice para que podamos disfrutar del Bond de siempre en sus aspectos más característicos, con su elegancia natural, su condición de seductor incorregible, la sobrenatural habilidad de salir ileso de cualquier situación de riesgo (sin despeinarse, evidentemente) y sus habituales divertimentos: de hecho, es bien conocida la escena en la que juega al 17 negro en la ruleta, algo que hoy podemos hacer online, pero que requería, en esa época, desplazarse a una casino como el del film: el Hotel-Casino Whyte House. Como anécdota, señalaremos que existe una escena eliminada donde también el popular cantante y actor Sammy Davis Jr. participa del mismo juego.

La trama, sin grandes novedades

Respecto del argumento, un clasicazo en materia de una “Bond movie”: un malo malísimo, en este caso el archienemigo de Bond por antonomasia, Blofeld, quiere dominar y extorsionar al mundo mediante un arma poderosísima, concretamente aquí, nada más y nada menos que un láser gigante, para el que necesitará una serie de diamantes que nuestro protagonista intentará evitar que consiga.  

En definitiva, todos los ingredientes que necesitaba un Bond de la época: el deseado regreso de Connery (tras una modesta, por no decir otra cosa, recepción a su predecesor), todo un señor Blofeld, que interpreta Charles Gray (como sabréis los seguidores de nuestro querido agente, ahora es Christoph Waltz quien se pone en la piel de la némesis de Bond, en la era Daniel Craig), una trama en la que, sin romperse mucho la cabeza, nos da lo que en una película de esta estirpe esperamos (con nuestro James haciéndose pasar por traficante de diamantes para salvar a la sociedad occidental de un fin horrible) y un tema central interpretado por la gran Shirley Bassey, un clásico en las películas del espía británico.

Una acogida moderada

Dicha combinación hizo que la entrega cosechase una correcta aceptación en la taquilla de la época, recuperándose del fiasco de Lazenby; aunque las críticas fueron algo menos benevolentes y no ha pasado a la historia como una de las más admiradas, incluso algunos rankings actuales la sitúan en el lado bajo de la tabla respecto de la saga.

Pero hay que decir que la película no ha envejecido del todo mal y su visionado es más que recomendable para cualquier aficionado a Bond, no sólo para los más acérrimos. Ver la evolución del agente británico desde sus inicios y ponerla en contexto de la época nos ayudará a disfrutar de esta entrega cargada, como siempre, de acción y momentos memorables.

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Staff Yaconic