La historia de cómo el EZLN y el Inter de Milán forjaron una alianza de solidaridad es una de las anécdotas más insólitas y poderosas en el cruce entre el deporte y el activismo social. Este vínculo, nacido a principios de los años 2000, trascendió las canchas para convertirse en un símbolo global de la lucha contra la desigualdad y la globalización corporativa.
La conexión entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas, México, y el club de la Serie A italiana, el FC Internazionale Milano (Inter de Milán), se gestó gracias a una figura clave: el entonces capitán nerazzurri, Javier «Pupi» Zanetti.
La iniciativa de apoyo surgió en 2004, cuando el legendario capitán del Inter, Javier Zanetti, oriundo de un barrio humilde en Argentina, se sintió profundamente identificado con los ideales de justicia social del movimiento zapatista. Convencido de la causa, el futbolista persuadió a la directiva nerazzurri para brindar apoyo material.
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Como resultado de esta notable muestra de solidaridad, el club donó a las comunidades zapatistas una suma de €5,000 euros (obtenidos en parte de multas impuestas a los propios jugadores), una ambulancia para atención médica y una cantidad significativa de material deportivo, que incluyó balones, zapatos de fútbol y playeras oficiales del Inter de Milán.
Zanetti resumió la filosofía del club: «Creemos en un mundo mejor, un mundo sin globalización, enriquecido por las diferencias culturales y costumbres de todos los pueblos. Por esto es que queremos ayudarles en su lucha por mantener sus raíces e ideales.«
La relación escaló de nivel en 2005 cuando el Subcomandante Marcos, líder mediático del EZLN, envió una carta al presidente del Inter, Massimo Moratti. En un tono que mezclaba la política y el humor deportivo, el subcomandante retó al equipo a jugar dos partidos amistosos por el trofeo conocido como «El Pozol de Barro» (uno en México y otro en Italia).
El Inter de Milán aceptó el reto, y la propuesta incluía a personajes de talla mundial como los escritores Eduardo Galeano y Mario Benedetti como relatores, y a leyendas del fútbol como Diego Armando Maradona como árbitro. Aunque el sueño del partido entre el EZLN y el Inter de Milán nunca se concretó por motivos logísticos, sirvió para dar una visibilidad inédita a la causa zapatista.
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El artista callejero Banksy completa este inusual triángulo de activismo, aunque su conexión con el Inter de Milán es indirecta. Su vínculo con el EZLN se enmarca en el mismo fenómeno de solidaridad antiglobalización que unió al club italiano con las comunidades zapatistas. Este eslabón artístico y militante se remonta al año 2001, antes de que se formalizara el apoyo del Inter.
En ese año, el equipo de fútbol amateur y activista, Easton Cowboys and Cowgirls de Bristol (ciudad natal de Banksy), viajó a Chiapas con la misión de jugar partidos amistosos y apoyar proyectos comunitarios. Se ha documentado que el propio Banksy estuvo involucrado en esta visita a territorio zapatista. Fiel a su estilo de crítica social y manteniendo su famoso anonimato, el artista urbano habría aprovechado su estancia para intervenir diversos muros de las comunidades autónomas con poderosos mensajes.
Se le atribuyen pintas con las leyendas «La libertad por el fútbol» y «Zapata vive«, utilizando la combinación de colores negro y rojo, distintivos del movimiento zapatista. De esta manera, la causa del EZLN no solo consiguió resonancia en el deporte profesional de élite, sino también en el arte callejero más influyente del mundo, consolidando al fútbol como un extraordinario y poderoso vehículo para la protesta y la solidaridad global.
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Rosy Chavez
Periodismo cultural en Yaconic. Reportera de las principales fuentes artísticas. Lee mi columna para entender las tendencias y fenómenos culturales del momento.



