Recientemente se dio a conocer el trabajo de Andrés Valencia, un chico español que se supone es el próximo Picasso. O al menos así es como lo quieren vender. Este caso se une a una lista de niños prodigio en el arte que en años recientes han salido a la luz como las próximas grandes promesas en el mundo del arte.
Aunque no se puede negar que la mayoría de estos niños prodigio tienen un indiscutible talento, lo raro es que luego de un par de exposiciones y algunas entrevistas, suelen desaparecer del mapa del arte. Esto nos lleva a preguntarnos ¿serán tan talentosos como dicen? O se trata de puro marketing.
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Marketing en el arte
Lo primero que hay que entender y dejar claro es que la mayoría de artistas exitosos (sin importar la rama) tienen un equipo de marketing detrás de ellos que se encarga de dar a conocer su obra. Esto no es algo malo per se. Podemos asumir que si una obra es buena merece ser vista por más personas. Además, ante la gran oferte de arte de la época, una buena estrategia nos puede poner en la vista del público al que queremos llegar.
En pocas palabras, algo de publicidad no necesariamente tiene que ser algo malo. Una entrevista en el medio adecuado, un espectacular en la zona ideal o una aparición en el podcast cultural de moda, puede significar la diferencia entre que una exposición tenga éxito o fracase.
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El caso de los niños prodigio
Una vez que establecimos que el marketing en el arte no es algo malo por sí solo, hablemos del creciente número de casos de niños prodigio dentro del mundo del arte.
Es difícil decir que todo el éxito de estos niños se debe a una gran campaña de marketing. De hecho, al ver la obra de Andrés Valencia, podemos decir que es bastante buena aunque nada que no se haya visto antes. Esto quiere decir que carece del reto y la innovación de otros artistas. Esto no quiere decir que no lo vaya a poder hacer en un futuro, sólo decimos que en su obra actual no vemos ese destello de ser un artista disruptivo, al estilo de Picasso, pintor con el cual es comparado.
Entonces, ¿por qué una obra de Andrés Valencia se puede vender hasta en 100 mil dólares. Aquí es donde entra el marketing de manera negativa.
Los publicistas encargados de promover la obra de Andrés Valencia se han dedicado a vender la obra de este artista como la de un ‘nuevo Picasso’. Como el más reciente de los niños prodigio dentro del arte. Esto provoca que los precios de sus obras se inflen, digamos que el valor agregado está basado en una suposición creada por el equipo de mercadeo y no por un verdadero análisis de la obra.
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Lo negativo del marketing
Y ustedes dirán, ¿y en qué afecta esto al mundo del arte o al artista? Pues primero es que al no tener un valor real de la obra, la persona que invirtió en una pintura de 100 mil dólares es probable que jamás vaya a poder recuperar el valor gastado si es que en algún momento quisiera revender dicha obra.
Por otro lado tenemos el daño que se le hace al niño. Si le dices que a los 10 años ya alcanzó lo que muchos no logran en una vida de trabajo, lo más probable es que caiga en una zona de confort que no le permita evolucionar su propio arte. Esto puede llevar a que cuando crezca y se le quite de la categoría de niños prodigio, caiga en frustración al ver que su valor en realidad no era tal cual el que le decían. Dejando fuera el daño a la salud mental que esto puede provocar, muy probablemente nos quiten la posibilidad de ver a un gran artista completamente desarrollado.
Lo ideal sería que cuando un galerista, representante o cualquier persona dentro del arte se encuentre con «el próximo Van Gogh», detenga esa necesidad de cobrar miles de dólares al día siguiente y se siente a guiar y desarrollar al artista hasta que alcance el potencial real de su obra. Así, cuando venda su obra en 100 mil dólares, podrá estar seguro que en realidad sí vale 100 mil dólares.
Ruy Martínez
Músico de profesión; periodista de oficio. Reportero en Indie Rocks! y donde se me invite. Lector activo. Amante de el cigarro y la buena (y mala) cerveza.