La comunidad LGBTTIQA+ lucha por la búsqueda de derechos y la reparación del daño que sistemáticamente han vivido a lo largo de la historia. De ahí que algunas acciones que para muchos representan nimiedades, para otras personas son una completa satisfacción personal. Tal es el caso del grupo de mujeres trans adultas mayores, «Las quinceañeras de oro trans» que celebraron sus XV años en el Centro Histórico de la Ciudad de México, tal como se viene realizando desde hace tres años.
A través de la organización Reparación Histórica, las quinceañeras trans celebraron una emotiva fiesta de XV años. Este evento es un espacio de reparación social frente a la deuda histórica del Gobierno de la Ciudad de México con la población trans. Esto, debido a que, en declaraciones de Denisse Valverde, presidenta de Reparación Histórica y fundadora de «Las Quinceañeras trans» afirma que estas mujeres trans fueron víctimas de persecución y discriminación por parte de las autoridades en la década de los 70’s y 80’s.
Un acontecimiento notable y poco convencional tuvo lugar en el corazón de la Ciudad de México: la Iglesia Católica, a través de la Parroquia de la Santa Cruz, abrió sus puertas para celebrar una misa de quinceañeras trans. Este acto marca un hito sin precedentes, especialmente considerando la histórica exclusión y falta de aceptación de la comunidad LGBTIQA+ por parte de las instituciones religiosas. Este significativo evento conmemora su tercer aniversario, continuando la tradición iniciada con la primera celebración de «Las Quince abuelas trans«.
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El deportivo José María y Morelos, en la colonia Peralvillo, fue el espacio destinado para la celebración de las quinceañeras trans. Las festejadas bailaron el tradicional vals acompañadas de amigos y familiares que vivieron y se apropiaron del papel de chambelanes. Y tal como lo dicta la tradición, cada quinceñera recibió su corona, un ramo de flores y por supuesto, una muñeca como último juguete. Los vestidos y la fiesta fue auspiciada gracias a donaciones de personas afines a la comunidad.
Esta celebración es también un saneamiento personal para las quinceañeras trans que sufrieron discriminación dentro de su propio núcleo familiar. Los prejuicios sociales han negado a muchas personas de la comunidad LGBTTIQA+, especialmente a las mujeres trans, la oportunidad de vivir experiencias comunes y permitidas para las personas heterosexuales. De tal modo, que vivir la experiencia de una fiesta tan emblemática para las mujeres, se convierte en un espacio de sanación.
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En México, la esperanza de vida para las personas trans es alarmantemente baja, de solo 35 años, contrastando drásticamente con los 74 años para los hombres y 79 años para las mujeres en la población general. Esta disparidad se ve reflejada en la Encuesta sobre Discriminación de la Ciudad de México (EDIS 2021), que sitúa a las personas trans entre los 15 grupos más discriminados, siendo la apariencia (su forma de vestir e imagen) una de las causas de discriminación más frecuentes. De tal manera que celebrar esta tradicional fiesta, también es un festejo a la vida por permitirles llegar más lejos de lo que la media tiene estimado.
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