GALA DALÍ, MUCHO MÁS QUE UNA MUSA SURREALISTA
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GALA DALÍ, MUCHO MÁS QUE UNA MUSA SURREALISTA

«Llamo a mi mujer: Gala, Galushka, Gradiva; Oliva, por la forma ovalada de su cara y el color de su piel; Oliveta, diminutivo de Oliva; y sus delirantes derivados: Oliueta, Oriueta, Buribeta, Buriueteta, Suliueta, Solibubuleta, Oliburibuleta, Ciueta, Liueta. También la llamo Lionette, porque cuando se enfada ruge como el león de la Metro-Goldwyn-Mayer«.

Salvador Dalí sobre Gala Dalí.

Gala es un personaje históricamente fascinante que alcanzó la fama y la fortuna al conocer y casarse con el artista Salvador Dalí en la década de 1930. Divorciada rusa, se estableció rápidamente en la escena surrealista y se involucró en la vida y el arte de Dalí como su musa y representante.

Gala, cuyo verdadero nombre era Elena Ivanovna Diakonova, era rusa y nació en Kazán en 1894. Mujer reservada e intuitiva, sin miedo a la polémica, pasó su infancia en Moscú y asistió a cursos universitarios en una escuela de acabado de San Petersburgo.

En 1912 conoce a Paul Eluard, él de 18 años y ella de 19. Su amor mutuo por la literatura y la cultura los unió. Se casaron y Gala tuvo a su única hija, Cécile. Eluard ya había empezado a hacer incursiones como poeta, y estaba involucrado con el movimiento surrealista en Francia; predominantemente con André Breton, Philippe Soupault y Louis Aragon. Ella era una asidua de este auspicioso círculo de intelectuales.

Alrededor de 1922, inició una relación amorosa con Max Ernst (también pareja de Leonora Carrington); quien vivió durante un tiempo con los Eluard en su villa de Eaubonne, al norte de París, en una especie de ménage-à-trois.

«SALVADOR DALÍ, DIARIOS DE JUVENTUD», EL DOCUMENTAL SOBRE UNA FACETA INÉDITA DEL SURREALISTA

Dalí y Gala: la historia de amor

Gala conoció a Dalí en 1929 durante un viaje a Cadaqués con su familia y el artista Magritte y su esposa. El poeta y galerista belga Camille Goemans presentó a Dalí a Eluard en París. A pesar de la diferencia de edad de diez años, la relación amorosa entre ellos se desarrolló rápidamente.

Ella le siguió a París y comenzó a influir y formar parte del movimiento surrealista. La relación es tan poderosa y absorbente que Gala abandona a su propia hija cuando ésta tiene once años. Cecile se fue a vivir con su abuela paterna a París. En una entrevista de 2014, Cecile dice de su madre:

«Después de conocer a Dalí dejó de interesarse por mí. Nunca fue muy cariñosa (…) era muy misteriosa, muy reservada. Nunca pude conocer a mi familia rusa. Ni siquiera sabía cuándo había nacido exactamente».

Gala se casó con Dalí en 1934 en una ceremonia civil; inicialmente la unión fue rechazada por el padre de Dalí, quien no aprobaba que una divorciada rusa fuera la pretendiente de sus hijo. Gala era la musa de Salvador, estaba obsesionado con ella, y aparece en muchas de sus obras. De hecho, en su autobiografía ‘Mi vida secreta’ comenta:

«Estaba destinada a convertirse en mi Gradiva, la que avanza, mi victoria, mi esposa».

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Gala fue una modelo para Dalí, y en numerosas ocasiones aparece en su arte; siendo quizás la más pertinente el impresionante y provocativo óleo sobre lienzo, «Retrato de Galarina» (1945). La obra tardó más de un año en completarse. Al parecer, a principios de la década de 1950, hubo cierta discordia entre ellos, ya que Gala tenía una serie de amantes más jóvenes. A pesar de ello, en 1958 se casaron en una ceremonia católica en la Capela de la Mare de Deu dels Angels en Gerona, España.

Gala falleció el 10 de junio de 1982, casi diez años antes que Salvador Dalí, tras agravarse su demencia senil y sufrir fracturas de costillas y pelvis. Está enterrada en la cripta del castillo de Pubol; que ahora es una atracción para visitantes y forma parte de la finca que posee y gestiona la Fundación Gala Salvador Dalí.

Tras la muerte de Gala, Dalí se retiró de la vida pública. Curiosamente, a principios de 1982, cuando se dio cuenta de que Gala se estaba deteriorando; pidió que se construyeran dos tumbas con una pequeña abertura entre ambas, para que pudieran darse la mano más allá de la muerte.

Dalí dice en su libro ‘Diario de un genio’:

«La quiero más que a mi madre, más que a mi padre, más que a Picasso, e incluso más que al dinero».

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Marisol Martínez