‘Solo contra todos’: el cine de Gaspar Noé
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‘Solo contra todos’: el cine de Gaspar Noé

Cuando el director de cine Gaspar Noé (Buenos Aires, Argentina, 1963) tenía diez años, había un chico introvertido en su clase, que se convirtió en su mejor amigo, sobre todo, porque el tío de este pequeño, era cajero en una sala de cine. Gaspar cuenta que iban todos los días. Se la pasaron años consecutivos viendo una película diferente todos los días.

A veces, su madre (que era mucho más cinéfila que su padre) lo acompañaba. Fue ahí donde comenzó el maleficio. La santería del cine que suprimiría la realidad y la convertiría en celuloide. En el segmento incluido en ‘7 días en La Habana’ (2012), en el que, al descubrir que su hija adolescente tiene una relación homosexual, sus padres deciden que debe ser exorcizada.

Experiencia sensorial que define a Noé: exorcizar los tabúes, hacerlos evidentes:

“Odio hacer turismo. Esperé una buena excusa durante años para volar a la mítica Isla. […] Seamos honrados, si hice esta película fue porque un amigo mío, que vivió un tiempo en Cuba, me dijo que ahí vivían las chicas más guapas y las mejores bailarinas”, expresó el director.

Recuerdo que en ‘Pecadoras y pecadores’ (Historia sexual de los argentinos III), Federico Andahzi escribió que:

Tal vez no exista obscenidad más grande que la cursilería. Los eufemismos para evitar llamar a las cosas por su nombre suelen resultar más procaces que la pornografía misma”.

No conozco, hasta ahora, un solo fotograma cursi en la filmografía de Gaspar Noé, desarrollada en cinco grandes largometrajes: ‘Sólo contra todos’ (1998), ‘Irreversible’ (2002), ‘Enter the void’ (2009), ‘Love’ (2015) y ‘Clímax’ (2018); y diferentes segmentos en ‘7 días en La Habana’ (2012), ‘Desinfected’ (2006), ‘8’ (2008), ‘Short plays’ (2014); una larga carrera en cortometrajes, habiendo filmado nueve, entre los que destacan ‘Sodomitas’ (2008), ‘EUA’ (2005) y aquél inolvidable ‘Carne’ (1991), en donde el tabú y la ausencia de cursilería, es más franco que nunca, abierto, como piernas de nínfula: la historia de un carnicero de carne de caballos francés que se enamora de su propia hija, una joven que sufre de autismo.

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Gaspar Noé, además, ha filmado ocho videos musicales, siendo los más destacados el Protege-Moi’ (2003) de Placebo y el ‘Wen No Who U R´’ (2013) de Nick Cave & The Bad Seeds; además de realizar un capítulo para la serie de documentales para la televisión francesa: ‘L´Oeil di Cyclone’ (1994). Obra exenta en su totalidad, de eufemismo. El cine de Gaspar Noé es el cuchillo en las manos del niño que fue al cine sólo y le tocó ver ‘Psicosis’ (1962); el machete filoso de un matarife de rastro municipal víctima de infidelidad, la verga chica de un violador y el rimel corrido de la prostituta.

El cine de Gaspar Noé es el cuello y es la soga, el sexo explícito, el tabú a toda revolución, a toda luz; el table dance a las 8 de la mañana; el hoyo en la pared, el Voyeur y el Glory Hole en la habitación del niño. Las cintas de Noé son el golpe después del golpe después del golpe.

Curiosamente, lo que más me atrae del cine de Gaspar Noé, es quizá de lo que prescinde: el guión. A veces, elaborado en 3, 5 o 7 cuartillas solamente, como en el caso de ‘Clímax’ (2018), frases contundentes, aforismos brutales y locuciones métricas que me hacen pensar que Gaspar Noé como realizador es un gran escritor. “El tiempo lo destruye todo. La flecha indica un camino de único sentido, desde el nacimiento hasta la muerte. Cada segundo trae múltiples bifurcaciones. Cada una es irreversible.

No estamos predestinados sino que el destino se hace a sí mismo. Nuestra contribución es irrisoria. Apenas tiene que ver con la supervivencia individual. Y la muerte es inevitable. El tiempo lo revela todo. Lo peor y lo mejor”. Escribe para ‘Irreversible’ (2002). Y enunciados cortos, aforismos con suficiente filo que decoran sus ya famosos Displays Screens multicolores: El hombre es un animal.

La mayoría de los crímenes quedan sin castigo. La pérdida del amado destruye como un rayo. Las premoniciones no modifican el curso de los acontecimientos. Porque toda la historia se escribe con esperma y sangre… Sin embargo, a Gaspar Noé le interesa más la muerte de la imagen virgen que el peso de la palabra sobre el personaje.

Cuando ponga en una balanza el cuchillo y el eco, el monólogo y la fotografía, Gaspar Noé se convertirá en un verdadero director de cine. En ‘Climax’ (2018), realiza un ensayo sobre este tema, pero lo yuxtapone con el dialecto: los códigos de la droga. Ya no es la transgresión de la imagen pura, la intoxicación de lo intocable, evidenciar el tabú, sino hacernos partícipes de ello, de una experiencia.

Aislamiento e imagen, movimiento y droga, desproporción de la situación y dietilamida de ácido lisérgico. Hacernos entrar en el viaje, a bordo de ese barco fantasma que es el dispositivo cinematográfico de Gaspar Noé, y eso no es fácil. Gaspar Noé sabe, como Steven Spielberg, que hacer una película es difícil, pero hacer una gran película es una tarea casi imposible.

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Sin embargo, existen algunos ejemplos de grandes películas, incluyendo, la que más influenció sobre la existencia de ese niño que solía asistir a las salas de cine: ‘2001: Odisea en el Espacio’ (1968), sólo comparable en la filmografía de Noé con ‘Enter the void’ (2009) en efectos especiales, planos secuencia imposibles y el uso completo de movimientos de grúa constantes y violentos, en esta película, Gaspar, sin profesar ser capaz de crear una obra de arte semejante, trata de hacer una película que es, al mismo tiempo, un entretenimiento a gran escala, apto para adultos y complejo en términos cinematográficos; pocas de las artes pueden satisfacer la necesidad del hombre, pocas, que pueden ser levantadas tan inmediatamente como una película (‘Clímax’ fue filmada en dos semanas), y ninguno (excepto los videojuegos en primera persona) pueden reproducir la vorágine de nuestros estados de percepción y conciencia.

En el pasado, han tratado de adoptar el punto de vista subjetivo del protagonista, ‘Enter the void’ y ‘Clímax’ derrotan a estos dispositivos predecesores y acompañan al héroe, tanto en sus estados alterados, como en sus estados de alerta: la corriente de la conciencia, los recuerdos, los sueños…

“En nuestra percepción de reptil. El dolor, el placer, el pasado y el futuro. Lo que hacemos con el corto periodo que nos lleva al camino, depende a veces de nuestra voluntad. Lo podemos usar para perpetuar la especie o para olvidar su infinita brevedad, o para vengar el dolor que hemos sufrido”, escribe Gaspar Noé en el presskit de la película ‘Irreversible’.

Las visiones descritas en los guiones de ‘Enter the void’ y ‘Clímax’ están inspiradas en parte, por los testimonios de personas que han tenido una muerte cercana;  experiencias que describen un túnel de luz, que han visto sus vidas parpadeando más allá de ellos, y visiones astrales, en parte, por experiencias alucinatorias similares obtenidas al consumir DMT, esa molécula que el cerebro segrega en el momento justo de la muerte y que, en pequeñas dosis, nos permite soñar en nuestras camas por la noche.

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Toda película debe asustar a la audiencia, hacerla llorar y, tanto como sea posible, hipnotizarla. En los últimos años, las películas con estructuras laberínticas han demostrado esa capacidad del público para seguir historias en la forma de un rompecabezas, y su deseo de alejarse de la tradicional narración lineal. Gaspar Noé está dentro de esta forma de cine compleja, donde si el contenido no mueve al espectador de ninguna manera, sería sólo un soso ejercicio matemático, de cortar y pegar cuadritos de celuloide.

La filmografía de Gaspar Noé es sobre todo un melodrama, ejemplificada toda en ‘Enter the void’: el melodrama universal de un hombre joven que, después de la  muerte brutal de sus padres, promete que protegerá a su hermanita sin importar qué y quién,  sintiendo que él mismo está muriendo; lucha desesperadamente por cumplir su promesa. El cine de Gaspar Noé no es está solo contra todos, es un cine donde la vida de una  persona está ligada al amor que tiene por otro ser humano. En fin…, a veces nos permitimos ser un poco cursis.

Mixar

Mixar López

Narrador, cronista y periodista musical. Es colaborador de varias revistas y periódicos de México, Estados Unidos y América Latina. Vive en Des Moines, Iowa. Su primer libro de crónicas, Prosopopeya: La voz del encierro, está próximo a ser publicado.