La verdadera historia de Banksy, el misterioso artista callejero
ARTE CULTURA

La verdadera historia de Banksy, el misterioso artista callejero

Una clásica cabina telefónica londinense, doblada por la mitad y al parecer vandalizada, apareció en la capital inglesa. Al poco tiempo se convirtió en una referencia del barrio, así que cuando las autoridades quisieron removerla, el vecindario protestó. Esa fue la primera de una serie de acciones que después serían atribuidas al nombre o insignia: Banksy.

STREET ART

El street art, como su nombre lo dice, se despliega en la calle. Es heredero del movimiento grafitero iniciado en Nueva York por Taki 183, el mensajero de origen griego, en los setenta.

Después de consolidarse como un instrumento para la identidad juvenil, el grafiti mutó y la utilización del aerosol, como método de demarcación entre pandillas, dejó de ser su única tarea, añadiendo, con el paso del tiempo, técnicas como el esténcil y el sticker en sus composiciones.

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Obra Banksy

Banksy comenzó como artista callejero a finales de los ochenta, fue influenciado por el artista francés Blek Le Rat quien utilizó, principalmente, el estencil. A principios de los noventa, el street art creció y contó con representantes en distintos espacios del orbe, nombres como Space Invaders, Ron English, Dotmaster y el mismo Banksy son prueba de ello.

Pero un punto y aparte fue el caso de Shepard Fairey, artista que en muchos sentidos cambió la práctica callejera. Fairey empezó en 1989 y se convirtió en el artista urbano más prolífico del mundo.

Shepard repitió de manera casi obsesiva la cara del luchador André the Giant y con el paso del tiempo la estilizó y agregó la palabra: Obey, para transformarse, más tarde, en una “marca ilegal”. Gracias a esto Fairey fue contratado para realizar la imagen de campaña de Barack Obama en las elecciones de 2008.

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verdadera historia de Banksy
André the Giant

 EL ARTE TRANSMODERNO

Banksy aparece y presenta su propuesta en un tiempo transmoderno, proponiéndose como un creador invisible, insertando sus acciones o pintas en el espacio público; un espacio que por cierto, no tiene límites geográficos y utiliza las tecnologías actuales y los nuevos medios de comunicación para enviar y dar a conocer sus acciones.

La filósofa española Rosa María Rodríguez acuñó por primera vez el término transmodernidad, pues el concepto posmoderno es inadecuado para nombrar el presente, ya que este se atiene a la nulidad de los “grandes relatos” y es que, si nos fijamos bien, veremos que la actualidad está consignada a “un gran relato”, es decir, la “globalización”.

La época transmoderna por tanto, se caracteriza por las nuevas dimensiones del mercado así como el efecto inesperado de las tecnologías de la comunicación y su influencia en aspectos culturales, económicos, sociales e incluso ecológicos.

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Obra Banksy

 EL FENÓMENO BANSKY

Rápidamente y gracias a diferentes mecanismos transmodernos (sistemas de edición e impresión de imagen y video, redes sociales, etc.) el fenómeno Banksy se popularizó en todo el mundo.

La noticia de una persona amarrada y vestida como recluso en Disneylandia fue relacionada con la aparición de múltiples grafitis a manera de stencil en Londres. Imágenes que presentaban la condición de clases o bromas ácidas sobre la represión y violencia del sistema.

Por ejemplo: un niño desnutrido cargando en una carreta a dos rubios obesos; una niña inspeccionando a un policía o un grupo de infantes negros montados sobre un coche destruido sosteniendo una bandera. Esto solo por mencionar algunas de las imágenes en las que la inocencia y el presente han sido pervertidos.

Banksy —el grupo, la persona o la firma— ha realizado acciones que cuestionan las relaciones sociales y culturales que permean el presente en lugares como Los Ángeles, Berlín, Nueva York, Barcelona o Cisjordania.

Una de sus acciones más conocidas, es la que sucedió en el Museo del Louvre, en París. Una persona discreta, que burló la seguridad del lugar, colocó pinturas satíricas junto a las obras más conocidas del mundo del arte.

O aquella ocasión en la que un camión, repleto de animales de peluche, dio un amplio recorrido por las calles de Nueva York, y la exposición de un elefante con body painting.

Podríamos hablar de igual manera, de las pintas que aparecieron en zonas de conflicto armado como Afganistán y Chiapas o el programa de Los Simpson, en donde Banksy, en un tono burlón, colaboró para la entrada de un capítulo en el que habló de la explotación infantil en países del tercer mundo.

CUESTIONAMIENTOS A UNA SOCIEDAD DE CONSUMO

Los cuestionamientos que Banksy formula con su trabajo —tanto lo hecho con grafiti como sus acciones al mejor estilo del performance art—, frecuentemente han sido dirigidos contra el aparato capitalista.

Contra ese sistema que opera dentro de la conciencia de cada individuo y se manifiesta en una sociedad consumista y apolítica. Y es que Banksy es reconocido no solo por el público de a pie sino también por coleccionistas de arte.

Los esténciles o las bardas grafiteadas, de manera extraña, se han colado en las subastas generando espectaculares ventas. En el mercado del arte es donde, también, se ha colocado otro de los cuestionamientos hechos por Banksy.

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Obra Banksy

En una ocasión, en Nueva York, cerca de una subasta en la que se expondría el trabajo de Banksy, un señor en un puesto improvisado, vendía en la vía pública obras originales del artista callejero a precios accesibles. Después, en agosto de 2015, presentó Dismaland en donde reprodujo un parque de diversiones a manera de crítica hacia Disneylandia.

Para Dismaland invitó a diferentes artistas: Damien Hirst, Jenny Holzer y Jimmy Cauty, por mencionar algunos. Además, describió el lugar como “un parque temático inadecuado para niños”.

Parece ser que con este trabajo quiso reflejar un sistema decadente y maloliente, con un planeta destruido y sin esperanza de ser salvado. En esta obra, Banksy propone un observación desalentadora de un presente, al parecer, enfermo.

¿QUIÉN ES BANKSY?

Banksy ¿es una persona o un colectivo? Los más equivocados hablan de un grupo encabezado por el artista multimillonario Damien Hirst, otros, también desacertados, dicen que es el artista francés Thierry Guetta mejor conocido como Brainwash; a los que Wikipedia sustenta dicen que es Robin Gunningham, nacido en Bristol, Inglaterra.

En Bristol Banksy es considerado un héroe en donde, incluso, por orden municipal, está prohibido borrar sus obras. Otros especuladores, como el Daily Mail, publicaron que tras una amplia investigación se percataron que la persona detrás del artista es Robert Del Naja, vocalista del grupo de trip-hop Massive Attack. Pero nada oficial. Robert, al ser cuestionado,  respondió:

“Todos somos Banksy”.

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Banksy

Y es que al final, no importan quien sea exactamente el autor de semejantes pintas y acciones, su trabajo, siempre, es una pregunta que alguien debería de hacerse. En este tiempo transmoderno, en donde el universo cibernauta borra al individuo y en el que las redes sociales colectivizan las ideas.

Construir propuestas sin “autor” y fuera de los límites geopolíticos y digitales con repercusiones en el mercado se torna como una reflexión artística ante un monstruo con mil cabezas llamado globalización.

Foto del avatar

Jonathan Farías Carrillo

Artista multidisciplinario, realiza arte acción, dibujo, gráfica, instalación, fue cantante del grupo de música alternativa: “Mercado Verde Crew”, es gestor cultural, licenciado en diseño gráfico y actualmente y casi por finalizar, estudiante de Artes Visuales en la Universidad Veracruzana. Desde hace poco más de tres años Jonathan se ha dedicado a escribir en diferentes medios sobre arte contemporáneo.