“¡Que viva México!», la monumental e inconclusa película del genio soviético Sergei Eisenstein. Concebida como un fresco vibrante de la cultura, la historia y la las contradicciones de México, la película, a pesar de nunca haber sido terminada por su creador. No obstante ha sido muy influyente en la filmografía mundial y sigue siendo objeto de fascinación. Los inicios de «¡Que viva México!» se remonta a 1930, cuando Eisenstein, tras el clamoroso éxito de «El acorazado Potemkin» y «Octubre», llegó a México. Fue invitado por una serie de intelectuales y artistas, entre ellos Diego Rivera y Frida Kahlo. Fascinado por la riqueza visual y espiritual del país, el cineasta concibió un vasto proyecto que iría más allá de un simple documental. Su visión era una sinfonía cinematográfica dividida en seis partes, cada una explorando distintas facetas de la sociedad mexicana, desde sus raíces prehispánicas hasta la era post-revolucionaria.
La producción fue financiada por un grupo de simpatizantes estadounidenses, entre ellos el escritor Upton Sinclair, quien se convirtió en una figura clave, aunque también controvertida, en el destino del filme. La filmación fue un desafío logístico y artístico de proporciones épicas. Eisenstein, junto a sus colaboradores Grigori Aleksandrov y Eduard Tissé, se sumergió en la geografía y las tradiciones mexicanas, capturando escenas en diversos estados, desde Yucatán hasta Oaxaca. Utilizaron una estética visual, característica del director, con composiciones audaces, contrastes dramáticos y una profunda sensibilidad por los rostros y los paisajes. Se dice que Eisenstein se obsesionó con cada detalle, improvisando y reescribiendo el guion sobre la marcha, buscando la esencia de la mexicanidad en cada toma.
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Un dato curioso es que Sergei Eisenstein empleó a muchos actores no profesionales y gente local, lo que le dio una autenticidad cruda a las secuencias. También es bien sabido que el equipo se encontró con innumerables obstáculos, desde problemas técnicos con el equipo hasta las complejidades de la burocracia y las tensiones políticas de la época. Sin embargo, el sueño de Eisenstein se topó con la cruda realidad. La producción se extendió mucho más allá de lo previsto y del presupuesto inicial. Las tensiones entre Eisenstein y Upton Sinclair crecieron exponencialmente. Sinclair, presionado por los patrocinadores y con un creciente descontento por el ritmo y la dirección del proyecto. Finalmente ordenó detener la filmación y le retiró el material a Eisenstein. El director soviético regresó a su país con las manos vacías, sin el metraje terminado y sin el control sobre su obra maestra.
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A pesar de que el filme, «¡Que viva México!» quedó inconcluso, las decenas de miles de metros de película filmados por Eisenstein han sido editados y reeditados por diferentes personas a lo largo de las décadas. Cada versión ofreciendo una interpretación distinta de la visión original del director. La más conocida y respetada es quizás la de Grigori Aleksandrov, quien intentó reconstruir la obra según las intenciones de Eisenstein. Más allá de las versiones, las imágenes de «¡Que viva México!» son de una belleza y una potencia innegables. Han influido a generaciones de cineastas y artistas, y su exploración de la identidad mexicana, su simbolismo y su gente, sigue siendo un referente.
La película es un testimonio del genio de Eisenstein, de su audacia y de su profunda conexión con el pulso cultural de México. Asimismo es un recordatorio de que, a veces, las obras más influyentes no son las que llegan a su fin, sino aquellas cuya poderosa visión perdura, inspirando y provocando la imaginación mucho después de que sus cámaras dejen de rodar.
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¿En dónde se grabó «!Que Viva México¡»?
La película «¡Que viva México!» de Sergei Eisenstein, que lamentablemente quedó inacabada, se filmó en diversas locaciones de México entre 1930 y 1932. Eisenstein y su equipo viajaron a diferentes regiones para representar los distintos episodios de su visión. Algunos de los lugares fueron:
- Chichén Itzá, Yucatán: Para el «Prólogo» de la película, que buscaba mostrar el México mítico y las antiguas civilizaciones prehispánicas.
- Mérida, Yucatán: Se filmaron escenas relacionadas con la «Fiesta», incluyendo corridas de toros.
- Tehuantepec, Oaxaca: Para el episodio «Sandunga», que retrataba la vida cotidiana y una boda en esta región con una fuerte cultura indígena.
- Xochimilco, Ciudad de México: Se utilizaron sus canales y paisajes para el episodio final de la «Fiesta».
- Basílica de Guadalupe, Ciudad de México: Se grabaron las festividades y peregrinaciones en honor a la Virgen de Guadalupe.
- Hacienda de Tetlapayac: Para el episodio «Maguey», que abordaba la vida rural y la explotación de los peones.

Vic Vertigo
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